Históricamente considerada como el “laboratorio” priísta de las elecciones federales por su estratégica ubicación en el tiempo (justo un año antes), la contienda en el estado de México será clave de cara a la carrera por la Presidencia de la República, debido a las altas posibilidades de que el candidato del PRI surja de esta entidad. Por ello se percibe que estos serán unos comicios locales de impacto nacional, pues un eventual revés del tricolor en este lugar cambiaría radicalmente el escenario sucesorio de 2012.
Incierta alianza
En consecuencia, todos los actores en torno a los comicios preparan estrategias y posiciones: dirigencias nacionales de partidos, candidatos, aspirantes presidenciales –especialmente Peña Nieto–, y otros poderes, como el de las televisoras que igualmente tienen intereses involucrados en el desenlace de una elección fundamental. Todo ello, en medio de una incierta alianza entre los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), más compleja ahora, por la recién aprobada reforma electoral que anula las candidaturas comunes.
El estado de México es la entidad con el más grande padrón electoral del país: 10 millones 284 mil electores que representan 12.5 por ciento del nacional. Un solo dato muestra las dimensiones del voto mexiquense: Ecatepec y Nezahualcóyotl, dos de los municipios más poblados del país tienen un padrón de un millón 707 mil ciudadanos, lo que supera el que tienen 11 entidades (Aguascalientes, Campeche, Colima, Nayarit, Quintana Roo, Tlaxcala, Durango, Morelos, Querétaro, Tabasco y Yucatán) y equiparable al de otros 3 (Coahuila, Hidalgo y San Luis Potosí).
Sin embargo, ésta no será la única elección importante para el PRI. Por las proyecciones inmediatas del actual gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, virtual candidato de unidad para dirigir el tricolor, los comicios de ese estado también serán fundamentales para el Revolucionario Institucional. Allí todo apunta a que el poder se entregará como si fuera una especie de herencia familiar, pues el principal aspirante a suceder al mandatario es su hermano Rubén.
Otra contienda en la que el PRI buscará refrendar su triunfo es la de Nayarit, que también se realizará el 3 de julio, y en la que el PRD y el PAN acordaron una alianza en busca de desplazar al tricolor. El problema de la oposición es que aún no se ponen de acuerdo en quien será su candidato a la gubernatura.
Hasta hace 3 años, el estado de México era, junto con el Distrito Federal, las únicas entidades donde existía un claro tripartidismo. El control hegemónico del PRI en la mayor parte del estado, era compensado con el denominado corredor azul (Naucalpan, Tlalnepantla, Huixquilucan, Atizapán y otros municipios de la parte occidente de la ciudad) y el cinturón perredista, en el oriente de la ciudad (Nezahualcóyotl, Ecatepec, Texcoco, entre otros).
La importancia de los comicios de julio próximo fue evidenciada desde la renovación de las alcaldías de 2009, cuando en los hechos comenzó a prepararse la elección que viene mediante una operación quirúrgica del gobierno de Peña Nieto para arrancar a la oposición sus principales bastiones en el área más densamente poblada de la entidad: la zona conurbada. Provocando divisiones, favoreciendo desgajamientos en la izquierda, coptando panistas y utilizando su imagen en las campañas priístas y apuntalándolas mediante el uso y abuso de los programas sociales, logró su cometido: desfondar al PAN en el corredor azul y desbarrancar al PRD en el cinturón amarillo.
La operación en el caso de la izquierda se habría hecho –aseguran perredistas– mediante una orientación del voto a fin de que se reforzara el sufragio federal a favor de Convergencia, a cambio de que este partido postulase ex aspirantes perredistas, dividiera la opción de izquierda y posibilitara, con éxito, los triunfos en municipios clave para los comicios que vienen.
El reposicionamiento priísta en 2009 no será el único obstáculo de la oposición (PRI-PAN). Hay otro factor central: el interés de los consorcios televisivos, cada vez más marcado, de favorecer la candidatura presidencial de Peña Nieto. Es aquí donde la elección local comienza a tornarse abiertamente nacional y donde los intereses van más allá de la sola elección del nuevo gobernador, pues la postulación del actual mandatario mexiquense como candidato presidencial sería impensable o se complicaría enormemente con una derrota en su estado.
En esa lógica pragmática se mueven algunos sectores del PAN y el PRD para impulsar una alianza que ataje el crecimiento de la figura de Peña Nieto, aún antes de que inicie formalmente la carrera presidencial. Pero la ausencia de un candidato que conjunte los proyectos de derecha e izquierda, la aprobación de reforma electoral que los obliga a pactar una plataforma de gobierno, y la abierta oposición de Andrés Manuel López Obrador a una coalición con el panismo, hacen complejo el panorama para caminar juntos rumbo a la contienda de julio próximo.
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