Con cuatro sondeos que mostraban su desventaja y dos más con un empate técnico, Añorve resolvió en una reunión privada proclamar su supuesto triunfo en las urnas en cuanto acabó la jornada electoral.
Ayer se presentó con un puñado de representantes de la coalición Tiempos Mejores para Guerrero (PRI-PVEM-Panal) que aplaudían y gritaban sin fuerza, como cuando se echan porras en un velorio, en medio de un salón semivacío con simpatizantes con el rostro buscando algo en el piso.
Aún no cerraban la totalidad de las casillas cuando el aspirante priísta y alcalde con licencia de Acapulco proclamó su victoria sin la presencia de la presidenta nacional del PRI, Beatriz Paredes, ni del líder electo Humberto Moreira ni del senador Manlio Fabio Beltrones, con quien desayunó, pero que desapareció después. Tampoco estuvo el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto.
Lo acompañaron los senadores Carlos Jiménez Macías y Fernando Castro Trenti; el diputado federal Alfredo Figueroa, cercano a Beltrones; el líder del Panal, Jorge Kahwagi, y el senador del PVEM Arturo Escobar, entre otros.
La “gestación” de la derrota
Tras los resultados mostrados hasta el cierre de ayer en el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), Añorve ratifica una derrota que comenzó a gestarse en agosto del año pasado, cuando fue postulado en un “cónclave” en el que Ángel Aguirre Rivero fue notificado que él no era el elegido del CEN del PRI.
Aquel encuentro convocó a Paredes, a Beltrones, al senador Jesús Murillo, al líder de la CNOP Emilio Gamboa, y a los dos aspirantes a la candidatura. Según asistentes a la reunión privada, Beltrones aclaró que no podía hablar a favor de ninguno porque reconocía la capacidad de ambos e incluso mencionó que estaba imposibilitado para hacerlo. Aguirre era su compañero de bancada en los últimos siete años, y Añorve, cercano colaborador.
Paredes intervino y resaltó que había encuestas que mostraban un empate técnico, pero que el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) mostraba su preferencia por Añorve, con el fin de evitar que se repitiera la derrota del PRI en Oaxaca. La decisión del CEN está avalada, comentó aquella vez Paredes, por los ex gobernadores Rubén Figueroa Alcocer y René Juárez Cisneros.
Ese viernes 6 de agosto, Aguirre se levantó de su asiento y se despidió de los presentes, al último de Añorve, a quien le deseó suerte en su aventura política. Con su retiro de la reunión, Aguirre fue relegado por segunda vez, ya que en 2005 fue rechazado por el ex gobernador Juárez Cisneros, quien se inclinó por Héctor Astudillo, quien perdió frente a Zeferino Torreblanca.
Dos semanas antes se había dado un encuentro entre líderes del PRI en el que estuvo Peña Nieto, quien se inclinó por Aguirre Rivero e incluso sugirió que Añorve fuera el siguiente candidato, para 2015, ya que para la presente elección el nuevo gobernador estará por un periodo de sólo cuatro años y seis meses.
A la última reunión no acudió Enrique Peña Nieto, quien luego de la decisión de la dirigencia nacional priísta, llamó al celular de Aguirre, pero él no contestó la llamada. Unos días después ambos dialogaron vía telefónica y el mandatario mexiquense explicó que iba a Estados Unidos a impartir una conferencia, que no se precipitara y esperara su regreso. Aguirre no esperó y se reunió primero con la dirigencia del PAN, pero aceptó la propuesta del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, para ir con los colores del PRD.
A su candidatura se sumó Convergencia a través de su líder nacional Luis Walton. Después, Manuel Camacho Solís, de Diálogos para la Reconstrucción de México (DIA), para apuntalar la postulación con la estructura del PRD nacional, cuya presidencia operó para cerrar filas con aspirantes inconformes, como el legislador Armando Ríos Piter.
En las casillas instaladas en la comunidad Los Órganos, a las afueras del puerto, Lourdes Chávez, encuestadora de Espacio Muestral, empresa contratada por la coalición de Aguirre, recordó que en 2000, a las 11 de la mañana, Vicente Fox ya sabía que era presidente. Ayer, desde las 14:00 horas, la ventaja de Aguirre era irreversible, según datos de su equipo. Tanto, que antes de ir a festejar al zócalo de Acapulco, el equipo de campaña comenzó a repartir su programa de gobierno, y en la caravana inició la especulación para el reparto de cargos que incluye a priístas conversos y panistas.
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