Enfrentan los 'Betas' riesgos y carencias

Dicen que el muro metálico que divide a Tijuana de San Diego está hecho con material que utilizaron los estadounidenses en la Guerra del Golfo. O al menos eso piensa Juan Quintero, miembro del Grupo Beta de Protección a Migrantes.

"Es de la primera invasión a Irak; lo usaban en pistas para aviones", comenta mientras señala la barda pintarrajeada con rayones blancos.

Son las 15:00 horas del domingo y los agentes Juan Quintero, Rodolfo Rivera y Pablo García recorren en dos camionetas pick up las inmediaciones de la frontera dividida por la valla.

Durante las próximas ocho horas, los elementos del Grupo Beta irán en busca de migrantes que puedan requerir ayuda.

No ha pasado mucho tiempo desde que se detuvo la lluvia que durante dos días quitó a varios mexicanos las ganas de cruzar la frontera. Dicen que cuando uno se moja, conforme avanza la noche, el frío llega a ser insoportable.

De pronto, las camionetas se detienen. Junto al muro hay un hombre asomándose del otro lado.

"Suponemos que todo el que está por el muro es migrante, pero pueden ser viciosos", explica Quintero.

Sorprendido, el hombre, que se identifica como Javier, afirma de entrada no estar haciendo nada malo.

"Aquí nada más para ver. No sé si voy a cruzar, pero como ahorita no ha llegado un sobrino que estoy esperando, no sé, a lo mejor me regreso, no sé puede ser que sí", divaga.

El agente Rivera le dice que no tiene nada de malo cruzar, que todo mundo tiene derecho a una mejor vida, y le toma sus datos: Javier Solís, originario de Guadalajara, Jalisco; 32 años.

Luego de que Rivera y Quintero le entregan un tríptico de información y le subrayan que los Grupos Beta ayudan al migrante, Javier reconoce que sí espera cruzar del otro lado.

"Es como una aventura, si no lo hace uno, nunca lo va a hacer", justifica el migrante.

Del otro lado se ve un vehículo de la Patrulla Fronteriza, el mismo que Javier ha estado mirando las últimas dos horas.



Precaución

El Grupo Beta de Tijuana fue el primero en su género. Fue creado en 1990, inicialmente con un perfil policiaco, que después cambiaría a uno humanitario.

"El grupo tiene la labor humanitaria de informar, orientar, proteger y rescatar a los migrantes en situación de riesgo", señala una presentación de la delegación del Instituto Nacional de Migración (INM).

Pero las armas no se han ido.

Rodolfo Rivera explica que él, como la mitad de sus compañeros, es policía municipal comisionado en el Grupo Beta y tiene derecho a portar su arma mientras realiza los recorridos.

Comenta que el color naranja fosforescente que los caracteriza -ideal para que los migrantes los identifiquen- resulta inconveniente cuando los rescates se dan en zonas peligrosas como La Rumorosa, área montañosa ubicada entre Mexicali y Tijuana, donde hay que cruzar a pie.

"Ha habido balaceras, asaltantes, disparos", apunta.

Ahí, señala, tanto migrantes como agentes del Grupo Beta han perdido la vida.

Dos semanas después del recorrido, el agente Quintero sobreviviría a un atentado en la Colonia Libertad en la que su compañero Alejandro Rivera moriría acribillado.

El ataque fue atribuido al crimen organizado por las autoridades.



Cobijas racionadas

Hace unos años, recuerda Juan Quintero, cientos de migrantes se reunían todas las noches en la zona del Cañón del Muerto para cruzar la frontera. No había barda, el sitio no estaba iluminado y no había vigilancia.

El agente, quien trabaja para el Grupo Beta desde 1990, indica que el muro metálico ha desincentivado la migración por estos lugares, a los que se accede bajando a pie por el cerro ubicado justo a un costado de la carretera.

A las 17:00 horas del domingo, Quintero y sus compañeros únicamente encuentran a un grupo de 9 personas, quienes tantean el terreno para cruzar por la noche.

Los migrantes se conocieron apenas hace unas horas. Tienen entre 18 y 34 años. Vienen de Michoacán, de Guerrero y de Hidalgo.

Georgina, una acapulqueña de 22 años, no lleva sweater; se frota los brazos con sus manos. Quintero le pregunta si no tiene frío. El agente va hasta su camioneta y saca una cobija para dársela a la mujer.

"En la temporada de frío nos pueden mandar unas 2 mil o 3 mil cobijas y ya. Tenemos que ser selectivos por que no alcanzan. Tenemos que ver cuál es la gente más vulnerable", señala.

A todos los demás, el agente Rivera les da una lata de atún, unas galletas saladas y una botella de agua.

"¿Gustan comer algo?, arrímense, no tienen nada que agradecer, es nuestro trabajo".

También les reparte unos trípticos de información sobre los riesgos que corren los migrantes al cruzar la frontera, así como las formas para contactar a los Grupos Beta.



La meta

Falta una hora para que concluya el turno de Quintero y a oscuras, luego de cruzar las calles sin pavimentar de la colonia Nido de Águilas, encuentra a un grupo de campesinos oaxaqueños que asoman sus cabezas hacia el otro lado del muro.

A lo lejos, del lado estadounidense, se aprecia una camioneta tipo Jeep, con las luces encendidas.

"Ahí está la migra", dice uno de ellos apuntando al cerro, "ya nos vio".

"Ya le avisé a mi esposa que ahora sí ahí vamos", agrega otro.

En Tijuana siempre hay cuatro agentes del Grupo Beta monitoreando el área, desde las playas hasta Ejido del Valle Redondo, rumbo a Tecate.

Realizan recorridos las 24 horas del día y se encargan de buscar migrantes en situación de riesgo.

A los repatriados les ofrecen información, orientación, alimentación, ropa y comunicación con sus familiares.

En 2007, los Grupos Beta rescataron a 6 mil 231 migrantes en todo el país, 670 de ellos en Tijuana.

Actualmente, México cuenta con 16 Grupos Beta, localizados en Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Veracruz, Chiapas y Tabasco.
Nota de Silvia Garduño, enviada, Reforma, 16 de marzo.

0 Responses to "Enfrentan los 'Betas' riesgos y carencias"