San Toribio, santo de los ‘mojados’

TUCSON, Arizona.— Los inmigrantes indocumentados en su camino hacia “el otro lado” buscan en su fe la fuerza y la esperanza que requieren para intentar llegar a su destino tras sortear múltiples riesgos y dificultades.

Los signos de esa fe religiosa se encuentran con frecuencia en el desierto: desde restos de cruces de madera, rosarios a imágenes de la Virgen de Guadalupe o de San Toribio.

Justamente San Toribio se ha convertido en el santo de los inmigrantes indocumentados, como un testimonio de la fe de los que buscan una vida mejor.

“Es común encontrarnos imágenes de la Virgen de Guadalupe y de otros santos en las rutas utilizadas por los inmigrantes a través del desierto”, dijo el reverendo retirado John Fife, fundador de la organización No más Muertes, cuyos voluntarios recorren cada verano el desierto para dar agua y comida a los indocumentados que encuentran a su paso.

“Los inmigrantes indocumentados tienen que enfrentar lo desconocido, y la ansiedad, porque cada inmigrante que cruza el desierto de Arizona sabe sobre las muertes, y saben del sufrimiento, por eso traen consigo la imagen de la Virgen de Guadalupe, la madre y protectora de aquellos que sufren y de los desamparados”, agregó Fife.

San Toribio Romo, mejor conocido como el Santo de los mojados, es otra imagen a la que se encomiendan los inmigrantes para cruzar la frontera y al que piden no ser víctimas de los asaltantes, ni ser agarrados por la migra ni, en el peor de los casos, morir a consecuencia de las altas temperaturas del desierto de Arizona.

Cuenta la historia que durante el periodo conocido como “la guerra cristera” de 1926 a 1929, el gobierno mexicano arremetió en contra de la Iglesia católica por su oposición a las leyes anticlericales de la nueva Constitución.

Muchas iglesias fueron cerradas y se prohibieron las misas, varios sacerdotes fueron perseguidos, torturados y asesinados, entre ellos el joven sacerdote Toribio Romo González, que en el año 2000 fue canonizado por el papa Juan Pablo II.

“Hemos escuchados relatos de inmigrantes que aseguran haber visto al San Toribio en sus momentos mas difíciles”, dijo Fife quien trae consigo una imagen de este santo.

“La fe de las personas forma parte de sus vidas, cuando enfrentan lo desconocido y lo adverso. Lo vemos en el inmigrante que antes de subirse a la camioneta que le llevará a la frontera se santigua y se dice a sí mismo que sea lo que Dios quiera”, agregó.

Es común que del cuello de los inmigrantes cuelgue un rosario o una cadena con la imagen de Cristo o de la Virgen de Guadalupe.

En el centro de la ciudad de Tucson se encuentra un lugar conocido como El Tiradito que se ha convertido en una capilla improvisada al aire libre donde los indocumentados que han logrado cruzar la frontera acuden a prender una veladora para dar las gracias. También se acercan a este lugar familiares de aquellos que intentarán el cruce para pedir la protección de los santos.

Nota de María León, El Universal, 21 de marzo.



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