Éxodo sobre rieles

ARRIAGA, Chiapas.- Carlos René prefiere arriesgarse a cruzar México en autobús que transitar por los caminos de extravío y subirse al tren. Sabe que puede sufrir una mutilación o ser secuestrado.

Hace 4 años, el guatemalteco logró llegar hasta Tijuana, desde donde brincó a Los Ángeles. Conoció ahí a una mexicana, con quien formó una familia.

Todo iba bien hasta que una mañana, camino al trabajo, lo detuvo la migra de Estados Unidos y terminó en la frontera de México con Guatemala. Apenas pudo hacer una llamada para avisar que esa noche no volvería a casa.

De 48 años y albañil de profesión, hace su tercer intento para regresar con su familia. La última vez, hace unas semanas, los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) lo detuvieron en la garita de Pijijiapan.

"Se subieron al autobús y pidieron la identificación. Me bajaron del camión y me empezaron a hacer preguntas. Llevaba la copia de un acta de nacimiento. Me aprendí el nombre, la fecha de nacimiento, la edad, el nombre de los papás, todo. Pero la regué. Me preguntaron cuánto pesaba y dije 158 libras", relata.

Carlos Lorenzano, otro guatemalteco, porta una Forma Migratoria de Trabajador Fronterizo -un documento del INM que permite la estadía en Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo - e intentó llegar en autobús hasta Arriaga.

Lo detuvieron en Pijijiapan y le pidieron mil pesos para dejarlo pasar. Como no pagó, lo deportaron.

"Ellos hicieron la credencial, ellos me la dieron", reprocha mientras muestra su FMTF expedida en noviembre de 2010 y con vigencia de un año.


La plataforma

Desde hace cinco años, cuando el huracán "Stan" destruyó las vías del tren que corrían desde Guatemala a lo largo de la costa de Chiapas, Arriaga se convirtió en terminal del tren de carga de la paraestatal Ferrocarriles del Istmo que se dirige a Oaxaca y Veracruz y constituye una de las principales rutas del trayecto hacia EU.

Para internarse en la ciudad y abordar el tren, los migrantes deben bajar de la combi unos 5 kilómetros de la entrada para esquivar la garita de la Policía Federal rodeando por una zona conocida como "El Basurero", escondite de asaltantes.

Con 25 mil habitantes, la vida de Arriaga gira cada vez más en torno a las vías y los indocumentados. Abundan las fondas que venden una comida a 20 pesos y hoteles que rentan cuartos a 100. En algunos, los polleros "guardan" hasta 10 en una habitación.

En una casa de seguridad cerrada hace tres meses se encontraron casi 100 migrantes.

La estación del tren es una construcción vieja y deteriorada en la que trabajan tres personas: el jefe de estación, Edmundo Torres, su auxiliar, Gabriel Ramos, y un guardia de seguridad privada, que opta por no dar su nombre.

Con resignación observan en cada salida a decenas de indocumentados encaramados a los 35 vagones que regularmente parten de Arriaga.

"Esto nunca se va a acabar. La solución sería que no salieran de su país, pero es como si dejara de haber mexicanos sin papeles en Estados Unidos. Pues no, ¿verdad? Por eso no nos metemos, no los bajamos del tren", comenta Ramos.

Por la carga que lleva -jabones, refrescos, granos y cemento- el tren no es custodiado por la Policía Federal, lo que sí sucede con los transportan petroquímicos de Veracruz.

En 2007, la entonces comisionada del INM, Cecilia Romero, firmó un convenio con Ferrocarriles del Istmo mediante el cual la empresa se compromete a informar sobre los horarios de las corridas del tren. Desde entonces, la oficina de Arriaga emite dos avisos: un anticipo 5 horas antes de que parta el tren y otro de "salida efectiva".

En la bitácora del 6 de enero se detallan los avisos enviados a los filtros migratorios y a la SIEDO. Ese día no se realizaron operativos y unos 50 migrantes llegaron a Ixtepec, Oaxaca.

"Nuestra obligación es enviar la bitácora con anticipación. Si ellos no vienen no es nuestro problema; cumplimos con avisar. No trabajamos para bajar migrantes, sino para transportar mercancía", remarca el jefe de estación.


A lomo de tren

"La Bestia" acaba de llegar a Arriaga. En seis horas saldrá rumbo a Ixtepec.

Francisco ensaya sobre las vías el asalto al tren. Se para junto a los rieles, agarra vuelo, lanza una mano a las escaleras del vagón y luego sus piernas, que llegan al primer escalón.

Caerse o resbalarse del tren mientras lo monta es el primero de los riesgos que le esperan a Francisco. Para los asaltos y secuestros no hay entrenamiento que valga.

En Chahuites, un pueblo perdido en la frontera de Chiapas y Oaxaca, se registra actualmente el mayor riesgo para los migrantes. Tan sólo en una semana de diciembre hubo dos secuestros masivos y es común que los lugareños cuenten historias de centroamericanas que deambulan por las calles luego de ser violadas en las rancherías.

María, una hondureña de menos de 25 años, abordó el tren a mediados de diciembre. Llevaba un par de horas sujeta a los fierros ardientes del vagón para no ser sacudida por los vientos del Istmo cuando irrumpió un grupo de asaltantes armados.

Quizá a la tomaron y la arrojaron desde el ferrocarril en marcha. Quizá, al caer, se enterró un fierro en la cabeza. Quizá ya moribunda, la violaron entre varios. Es lo que suponen los médicos y voluntarios del albergue Jesús el Buen Pastor que la atienden. Lo suponen porque María, como le llaman, ha estado inconsciente y delirando desde entonces.

Tiene el rostro deforme por heridas que no terminan de sanar y la frente marcada por un agujero del tamaño de una moneda, parecido al de un balazo.

María duerme en la cama del albergue. Lleva casi un mes sedada porque sería insoportable sobrevivir al dolor. Aún así, despierta de cuando en cuando a gritos. Le duele la cabeza, el pecho, las piernas, las caderas. No puede ni siquiera sentarse. Los doctores temen que por el golpe haya sufrido problemas mentales irreversibles.

Entre gritos, pregunta por su hija que dice la espera en Honduras. Nadie sabe cómo se llama ni en qué poblado vive. Las organizaciones de protección de los migrantes han decidido tomar una foto de su rostro y enviarla a su país, para que con ayuda de los medios locales alguien la reconozca.

"Vamos a mandar su foto, para repartirla allá con los medios. A ver si así sabemos quién es, cómo se llama, dónde vive su familia, que sepan de ella, que está bien", explica uno de los asistentes del albergue.

"Ya perdió mucho en México, que no pierda también su nombre
".
Daniela Rea enviada, Reforma, 25 de enero.

1 comentarios:

Unknown responded on 8 de febrero de 2011, 7:55 #

El tema de la migración ilegal en Mexico es algo que cada vez se hace más común pero a la vez es un poco dañino para el país. Mexico es hermoso, tiene playas, gente buena, y lugares de moda para hacer fiestas y pasarla bien. De hecho los hoteles cinco estrellas en mexico son de los más buscados en el mundo porque son accesibles y super lujosos. Ojalá Mexico pueda remontar y la gente no tenga que irse a otro país para poder ser feliz.
Saludos
Mica