La atracción de estos comicios radica en ver si la oposición al PRI será capaz de ganar la gubernatura, lo que significaría un tropiezo para las aspiraciones del mandatario estatal Enrique Peña Nieto o si el PRI puede, con una victoria, pavimentar el camino de regreso a Los Pinos.
A seis meses de la contienda, la elección está dispareja. El PRI no llegaba a un proceso electoral con un escenario tan favorable desde 1993. La oposición luce dividida y extraviada, al grado que dirigentes del PAN y del PRD han señalado que si no hay un frente amplio en el que tengan cabida todos los partidos de la oposición, no será posible lograr la alternancia y acabar con más de 81 años de gobiernos tricolores.
En julio de 2009, el PRI estatal demostró el poderío de su maquinaria al ganar en 44 de los 45 distritos federales, alcanzar la mayoría en el Congreso local y triunfar en 97 de los 125 municipios; aplastó a la oposición, a la que arrebató municipios del valle de México que durante 15 años estuvieron gobernados por la oposición, entre ellos Naucalpan, Tlalnepantla, Nezahualcoyotl, Texcoco, Chalco y Ecatepec.
Estos resultados le aseguran al PRI ser el partido que más financiamiento público recibirá para la contienda por la gubernatura y quien tenga mayores prerrogativas en radio y televisión.
Si a lo anterior sumamos que cuenta con un gobernador popular, el partido luce fuerte, unido y disciplinado, advierte su dirigente estatal, Ricardo Aguilar Castillo.
Además, todo indica que el PRI cuenta con el respaldo de Elba Esther Gordillo y su sindicato magisterial para esta elección, actores que han sido pieza esencial para inclinar la balanza en recientes comicios estatales.
En contraparte, la oposición se encuentra dividida. Sectores del PAN y del PRD apuestan a formar un bloque amplio para intentar poner fin a una hegemonía priísta de más de 80 años, los últimos 40 gracias al poder político y económico del Grupo Atlacomulco, de donde han salido los 10 gobernadores más recientes.
Otros grupos del PRD y PT han decidido plegarse Andrés Manuel López Obrador, quien ha rechazado las alianzas con el PAN y propone como camino un candidato de izquierda capaz de abanderar las causas populares.
López Obrador recorrió en el último trimestre del año los 125 municipios de la entidad para difundir su postura antialiancista, con buenos resultados, pues en sus asambleas reunió un total de 300 mil seguidores.
Para Eduardo Rodríguez Manzanares, investigador de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autóno- ma del Estado de México, la alternancia es asequible si partidos antagónicos, como el PAN y el PRD, son capaces de dejar a un lado el pragmatismo y presentar una plataforma uniforme y real, con un candidato suficientemente atractivo y sólido que despierte el interés del electorado en que haya una cambio real en el estado de México.
Durante 2010, en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, PAN y PRD ya ensayaron la fórmula de las alianzas contra el PRI y les funcionó, pues cuando se da la alternancia política, los ciudadanos la apoyan y eso es lo que realmente preocupa al tricolor, sostiene.
Sólo así se puede entender tanta reticencia de Peña Nieto a una alianza PAN-PRD, a la que incluso llegó a comparar “tan riesgosa para la democracia, como el crimen organizado”.
Hace un año quedó al descubierto un acuerdo entre el PAN y el PRI, avalado por el entonces secretario de Gobernación federal, Fernando Gómez Mont, y el secretario del gobierno de Peña Nieto, Luis Miranda Nava, en el que el PAN se comprometía a no hacer alianzas con partidos antagónicos (como el PRD) en esta entidad, a cambio de que el PRI avalara el incremento de 15 al 16 por ciento del IVA para subsanar el desequilibrio fiscal del gobierno de Felipe Calderón. El acuerdo fue desconocido por el PAN meses después.
En septiembre, el gobierno de Peña Nieto alentó a sus aliados del Partido Verde para promover una reforma constitucional que desapareciera las candidaturas comunes al considerar que éstas confunden al electorado, además de que son inequitativas.
La oposición criticó esta reforma no solo por la incongruencia del PRI –pues por candidaturas comunes ganó la gran mayoría de los ayuntamientos en 2009–, sino porque era una enmienda constitucional para obstaculizar una posible alianza entre el PAN y el PRD, pues ahora sólo podrán ir unidos mediante la figura de la coalición, que los obliga a presentar una plataforma electoral común y tener sólo una vía del financiamiento, como si se tratará de un solo partido.
Las reformas también contemplaron la reducción de los tiempos de campaña de 90 a 45 días, sostiene Luis Sánchez, dirigente estatal del PRD, quien advierte que esto demuestra que la intensión del PRI es hacer una campaña apoyado en los medios masivos de comunicación, donde tiene mayor acceso.
No son invencibles
PAN y PRD argumentan que ni el PRI ni Peña Nieto son invencibles y recuerdan que los resultados de seis de las siete elecciones mexiquenses recientes –dos de gobernador y cinco de ayuntamientos y diputados– los votos unidos de la oposición superan a los obtenidos por el PRI.
Eduardo Bernal, representante del PRI ante el IEEM, señala que el miedo está en la oposición, pues “ni siquiera tiene cuadros para lanzar una candidatura en coalición, cuando “en el PRI la caballada está gorda”.
En 201, dice, el resultado dependerá de la circunstancia política, que hasta ahora es favorable al PRI.
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