Claroscuros de la Reforma Financiera pegan a usuarios

La Reforma Financiera, recientemente aprobada, tiene muchos claroscuros. Por una parte, abre la posibilidad de que surjan más oferentes de crédito empresarial, y por la otra, dota a las instituciones financieras de mayores atribuciones para reclamar el pago. “Tal pareciera que es una Reforma hecha más a modo de las instituciones, que de los consumidores del crédito, señala Raymundo Tenorio Aguilar, director de los programas de Economía del Tec de Monterrey.

En teoría, la Reforma debe impactar favorablemente, al proveer a los bancos de mecanismos legales y administrativos para otorgar financiamiento, no solamente para perseguir a los acreditados, indicó.

También resalta otro aspecto que no se ha visto claro con la Reforma, y es el tema de las comisiones, tanto para créditos empresariales como para créditos personales que quedan sin regular. De esta forma, la única instancia con la que cuentan las empresas siguen siendo los juicios mercantiles, que no solo son para hacer acusaciones sino también para defenderse de prácticas abusivas.

Financiamiento, ¿de dónde?

De acuerdo con la Reforma Finnciera recién aprobada, la banca privada ya no será la única que preste dinero, sino que tendremos una mayor participación de las sociedades financieras de objeto múltiple (Sofomes), las sociedades financieras de ahorro popular (Sofipos) y uniones de crédito, e incluso algunas cajas de ahorro, que ya también tienen un buen volumen de inversión y que también hacen préstamos.

En palabras de Eduardo García Hidalgo, director general de Grupo Asesores en Negocios, “esta apertura hará que las tasas de interés que se cobran por los créditos tengan una disminución, como producto de la competencia, lo cual sin duda animará a muchos negocios a adquirir financiamiento.

El inconveniente para el empresario (que es asunto de educación financiera) es que, con el afán de que su negocio siga en operación, pueda tener un sobreendeudamiento y que no calcule el impacto financiero que tendrá, y caiga en una insolvencia.

Sergio Gil Franco, El Universal, 29 de noviembre.