Los cuatro hijos que dejó en su país no saben que su madre quiere cristalizar el sueño americano. La abuela es la que los cuida hoy.
Ahora hizo una pausa a su trayecto. Llegó a la Casa del Migrante en Ecatepec, para recuperar el aliento perdido.
A la mitad del camino se dio cuenta de que nunca debió emprender esta aventura.
En la Casa del Migrante de Ecatepec se oyen todo tipo de historias de aspirantes a braceros, principalmente provenientes de Centroamérica, como la de María del Carmen Villegas y su esposo Luis Felipe Ordóñez, quienes con ocho hijos y sin dinero para alimentarlos, se vieron obligados a abandonar Honduras para buscar otros horizontes de vida más allá del río Grande.
Esa idea casi les cuesta la vida a los dos. “El tren casi nos mata. En Orizaba, Veracruz, nos asaltaron. Dios nos ayudó para que no nos pasara nada, por la necesidad que tenemos lo volveríamos a hacer a pesar de lo que hemos sufrido en esta travesía, Dios cuida a los necesitados y no nos desampara”, narraron.
Ahora, 56 indocumentados se encuentran en el inmueble que acondicionó el gobierno municipal donde reciben atención.
En diciembre del año pasado empezó a funcionar y desde entonces más de 500 personas se han detenido ahí para recuperar energías y continuar con su travesía.
José Juan Galindo Pliego, encargado de la Casa del Migrante, explicó que la mayoría de los ilegales acuden deshidratados, heridos, cansados, sin comer en muchos días, y sin dinero para llegar a EU.
Nota de Emilio Fernández, El Universal, 27 de marzo.
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