LA HABANA.- La Iglesia católica de Cuba dio un espaldarazo a las reformas económicas del Presidente Raúl Castro y aseguró que habrá más liberaciones de presos políticos en 2011, reafirmando su inédito protagonismo tras décadas de tensiones con el Gobierno comunista.
El Cardenal de La Habana, Jaime Ortega, quien ha fungido como mediador entre la Administración de Castro y la Oposición, afirmó que el plan gubernamental de cambios implica a todos los cubanos y su éxito no sólo depende de las autoridades, sino también de la comprensión adecuada de un pueblo con capacidad crítica para expresar divergencias.
Durante la misa de Año Nuevo celebrada el sábado, Ortega oró por la buena marcha de lo que definió como un proceso renovador "para el bien de todo el pueblo" y expresó sus buenos deseos para los ciudadanos y para "quienes rigen el destino de la nación".
El espaldarazo católico a las reformas estuvo cargado de simbolismo: en la Catedral de La Habana, en la homilía de la Jornada Mundial de la Paz y en el primer día del año, que coincidió con el aniversario 52 de la revolución.
Las propuestas del Presidente Castro, que deben ser aprobadas por el Sexto Congreso del Partido Comunista (PCC) en abril, incluyen el despido inicial de 500 mil empleados estatales y la apertura del trabajo privado y cooperativo para darles cabida laboral.
También una ampliación de la inversión extranjera y la eliminación de subsidios, así como autonomía a las empresas del Estado en su gestión, en busca de eficiencia y mayor productividad.
La rama de olivo alzada por el Cardenal parece marcar una nueva era tras cuatro décadas de relaciones ondulantes, con épocas de enfrentamiento y otras de cohabitación, así como de gradual aproximación desde la visita del Papa Juan Pablo II, en 1998.
También resume un 2010 de inédito diálogo entre Ortega y Castro, que se selló con la excarcelación de una parte de los 52 presos políticos que quedaban tras las rejas, de los 75 disidentes encarcelados en 2003.
"Quedan de este grupo 11 en prisión, de los cuales algunos desean viajar a Estados Unidos y otros permanecer en Cuba. Existe la promesa clara de que todos esos prisioneros serán puestos en libertad", aseguró el Cardenal.
Además, Ortega dijo que tenía la certeza de que en los próximos meses quedarán libres otros prisioneros.
"Espero que el Gobierno cumpla, aunque sea tardíamente", dijo ayer Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco, en reacción a las palabras del Cardenal.
El Cardenal de La Habana, Jaime Ortega, quien ha fungido como mediador entre la Administración de Castro y la Oposición, afirmó que el plan gubernamental de cambios implica a todos los cubanos y su éxito no sólo depende de las autoridades, sino también de la comprensión adecuada de un pueblo con capacidad crítica para expresar divergencias.
Durante la misa de Año Nuevo celebrada el sábado, Ortega oró por la buena marcha de lo que definió como un proceso renovador "para el bien de todo el pueblo" y expresó sus buenos deseos para los ciudadanos y para "quienes rigen el destino de la nación".
El espaldarazo católico a las reformas estuvo cargado de simbolismo: en la Catedral de La Habana, en la homilía de la Jornada Mundial de la Paz y en el primer día del año, que coincidió con el aniversario 52 de la revolución.
Las propuestas del Presidente Castro, que deben ser aprobadas por el Sexto Congreso del Partido Comunista (PCC) en abril, incluyen el despido inicial de 500 mil empleados estatales y la apertura del trabajo privado y cooperativo para darles cabida laboral.
También una ampliación de la inversión extranjera y la eliminación de subsidios, así como autonomía a las empresas del Estado en su gestión, en busca de eficiencia y mayor productividad.
La rama de olivo alzada por el Cardenal parece marcar una nueva era tras cuatro décadas de relaciones ondulantes, con épocas de enfrentamiento y otras de cohabitación, así como de gradual aproximación desde la visita del Papa Juan Pablo II, en 1998.
También resume un 2010 de inédito diálogo entre Ortega y Castro, que se selló con la excarcelación de una parte de los 52 presos políticos que quedaban tras las rejas, de los 75 disidentes encarcelados en 2003.
"Quedan de este grupo 11 en prisión, de los cuales algunos desean viajar a Estados Unidos y otros permanecer en Cuba. Existe la promesa clara de que todos esos prisioneros serán puestos en libertad", aseguró el Cardenal.
Además, Ortega dijo que tenía la certeza de que en los próximos meses quedarán libres otros prisioneros.
"Espero que el Gobierno cumpla, aunque sea tardíamente", dijo ayer Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco, en reacción a las palabras del Cardenal.
Reforma, 3 de enero.
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