La reforma educativa del gobierno federal se hizo sin conocer al magisterio ni las condiciones en que día a día acudimos a las escuelas
, afirmó Enrique Enríquez, nuevo secretario general del magisterio disidente de la sección 9 en el Distrito Federal para el periodo 2014-2017. Con trayectoria magisterial y sindical de 31 años, que lo han llevado a participar en los primeros comités seccionales disidentes en el Distrito Federal, tras la caída, en la primavera de 1989 de Carlos Jonguitud, reconoció que falta consolidar la participación sindical de los profesores capitalinos, pero somos un movimiento latente, que en cualquier momento puede despertar
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Enríquez consideró que, no obstante los 34 años de lucha de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), aún es posible democratizar nuestro sindicato y enfrentar la reforma. Tenemos imaginación, capacidad y principios para hacerlo
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Chuayffet no es maestro
–Frente a la la reforma educativa, ¿qué retos impone al magisterio este marco normativo?
–Se diseñó y aprobó sin conocer a los maestros. Se confunde a la cúpula del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) con los maestros, con la educación. En su afán de venganza contra Elba Esther Gordillo, se quiere incluir en el paquete a los charros y al maestro frente a grupo; no somos lo mismo.
–¿El gobierno federal ha buscando comprender las necesidades y demandas del magisterio?
–Ha sido un gobierno ciego y sordo. No conoce al magisterio. El secretario de Educación, Emilio Chuayffet, no es maestro ni ha estado en el aula con 25 niños todos los días. Habría que preguntarle si está dispuesto a hacerlo durante un año. Han confundido su ataque contra el SNTE, con quienes hemos mantenido funcionando un sistema educativo que buscan privatizar.
–¿Qué impacto ha tenido para el magisterio capitalino el encarcelamiento de Gordillo?
–Desde 1989 denunciamos sus ilícitos. Primero la antidemocracia delcharrismo sindical, que continuó con Elba. Siempre supimos que la lucha por democratizar al SNTE iba a continuar. Después la denunciamos por el robo de nuestras cuotas sindicales, por la autoría intelectual en el asesinado de Misael Núñez Acosta, pero nadie nos hizo caso. Pasaron casi 25 años para que de pronto dejara de ser útil al sistema, y el mismo gobierno federal la encarceló, pero nada ha cambiado para los maestros de base. Sigue vigente la corrupción de la cúpula sindical y su alineación incondicional con el gobierno en turno.
Laura Poy Solano, La Jornada, 9 de abril.
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