Con la certeza de que los sustitutos de los cinco integrantes que faltan en el Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) no llegarían en tiempo y forma, los sobrevivientes de esta suerte de naufragio institucional provocado por la Cámara de Diputados activaron resortes internos y externos, una especie de control de daños en medio del desastre: había que sortear cualquier atisbo de disputa interna y mantener sin sospechas de validez legal los actos futuros de la presidencia rotatoria.
En la fecha en que constitucionalmente concluyó la gestión de Leonardo Valdés, se pactó un encuentro con los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
El propósito fue actuar en consonancia al hacer la interpretación legal ante la inédita condición que enfrenta el IFE y la insólita salida ideada por los consejeros de optar por una presidencia provisional, rotatoria y con ejercicio colegiado.
Fue una apuesta audaz para cruzar esta turbulencia con destino incierto –que ni los diputados conocen–, pero con dos acuerdos básicos para evitar un motín a bordo (la presidencia colegiada) y la certeza de que no habrá errores en la brújula legal que hagan naufragar resoluciones que adopte el instituto en el futuro inmediato: evitar una resolución del TEPJF que revoque algún fallo.
No son tiempos en los que el instituto soporte un revés legal.
El consejero Lorenzo Córdova asumió que esto implica una “laxa”, pero audaz, interpretación legal, bajo la certidumbre de que no hay forma de cumplir la norma a pie juntillas sólo con cuatro de los nueve consejeros, so pena de paralizar la institución.
Para hacerlo se amoldan en criterios previos del TEPJF y una laxitud para adecuar la ley a la realidad política, al menos durante este periodo.
La interpretación disipa dudas básicas: el quórum no lo integran los consejeros electorales, sino que también son incluidos representantes de partidos y legislatura.
“La toma de las decisiones, establece el Cofipe, ocurre con la mayoría de los votos, no de la totalidad de los integrantes, porque hoy somos cuatro (consejeros) de nueve y estaríamos imposibilitados.”
Superado el enredo legal, faltaba disipar toda posibilidad de disputas internas.
Tras consensuar que se elegiría una presidencia rotatoria que funcionará de forma colegiada, la noche del miércoles María Marván escribió los nombres de los cuatro consejeros en papeles para hacer el sorteo.
Usó una copa a manera de urna improvisada para que el azar decidiera la presidencia, blindada de diferencias intestinas.
Quiso el destino, aseguran los cuatro asistentes a la cena en un restaurante, que Benito Nacif fuera electo para presidir en noviembre. Casualmente era el nombre que se barajaba en pasillos como inminente sucesor de Leonardo Valdés.
Horas después, con los formalismos requeridos, en sesión del Consejo General y con el aval de los partidos se ratificó unánimemente la decisión emanada de una “interpretación laxa” de la Constitución, adaptada para enfrentar la coyuntura en que la Cámara de Diputados los ha colocado.
Fueron cuidadosos en las formas y los contenidos discursivos –nunca tan uniformes–; nada que se deslizara un atisbo de división. Sólo sonrisas y abrazos.
Con ironía, un funcionario del área ejecutiva resumió en una máxima –atribuida al escritor británico G. K. Chesterton–, las motivaciones del acuerdo: “Estamos solos en el barco, estamos todos mareados y por eso nos debemos una terrible lealtad”.
Por eso ayer brotó la unanimidad en las decisiones, incluida la designación de Marván como presidenta de la sesión.
Malabarismos jurídicos y políticos para proyectar que la situación ha colocado al IFE en crisis, pero en modo alguno se trata de una fase terminal.
Con la nave amenazada, Córdova explicó el mensaje implícito en la inédita alternativa de una presidencia rotatoria, provisional y colegiada: “Es el mejor recordatorio de que la Cámara de Diputados no ha cumplido con el mandato constitucional de tener un Consejo General debidamente integrado, por un lado, y por otro lado justamente esto, blindarnos recíprocamente, que eso significará blindar a la institución.”
Concluida la visita a los magistrados, se realizó otro encuentro necesario: los consejeros y el secretario ejecutivo, Edmundo Jacobo, recibieron a los 32 presidentes de juntas locales para apaciguar ánimos y tensiones en el primer círculo de la estructura institucional.
Alonso Urrutia, La Jornada, 1º de noviembre.
“Interpretación laxa” de la Constitución permite la presidencia rotatoria del IFE
IFE, TRIFE Medios México viernes, 1 de noviembre de 2013 0 comentarios
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