Refugiados... del cambio climático

WELLINGTON.— Los miembros d una familia de la República de Kiribati, en el océano Pacífico, buscan convertirse en los primeros refugiados de los efectos del cambio climático dentro del marco de la convención de refugiados de las Naciones Unidas (ONU).
Ioane Teitiota, de 37 años, llora por su hogar, el Estado insular de Kiribati a 4 mil kilómetros al norte de Nueva Zelanda que, según sus palabras, se hunde.
Kiribati lucha contra problemas de sobrepoblación, subdesarrollo y las consecuencias del cambio climático. “El tiempo es impredecible, las tormentas son brutales, las inundaciones espantosas”, afirma.
Teitiota ha solicitado asilo en Nueva Zelanda, quiere convertirse en la primera persona en el mundo en ser reconocido bajo las condiciones de la convención de refugiados de la ONU como refugiado por el cambio climático. “No tenemos futuro alguno en Kiribati”, explicó en marzo ante un tribunal de inmigración en Nueva Zelanda. Su solicitud fue denegada entonces. En los próximos días un tribunal decidirá si puede presentar una apelación.
“Teitiota no es ningún parásito”, indicó su abogado, Michael Kidd. “Vino en 2007 con un visado para trabajar en la construcción durante tres años. Sin embargo, cuando caducó su visado permaneció en el país y actualmente es un trabajador ilegal”, resumió Kidd. “No obstante, él siempre ha alimentado a su familia y nunca ha recibido un centavo de la ayuda social”.
Su familia, compuesta por su mujer y sus tres hijos —dos niñas de cinco años y medio y 18 meses, y un niño de dos años— viven en Auckland. Si Teitiota es reconocido como refugiado por el cambio climático, su familia también podrá permanecer en el país.
“El hombre no es más que otro ilegal y su abogado intenta llegar a los corazones bajo el apóstol del cambio climático”, critica el bloguero Terry Wallbank en su página web “El conservador”.
En junio, el tribunal en Auckland determinó que “la degeneración del medio ambiente (en Kiribati) afecta tanto a largo plazo como también a través de catástrofes naturales espontáneas, a toda la población (y no sólo a los Teitiota). Por ello debemos denegar la solicitud de ser reconocido como refugiado”.
El experto en cambio climático John Corcoran, originario de Kiribati, presentó ante el tribunal una imagen drástica: la isla está sólo cuatro metros por encima del nivel del mar, la costa se despedaza y el suelo cada vez es más estéril y salado.
Tarawa Sur, una cadena de islas de 28 kilómetros de largo y 200 metros de ancho que actúa como capital de Kiribati, se encuentra superpoblada con 50 mil personas.
Teitiota también aterrizó allí en los 90, huyendo de una pequeña isla a tres días de viaje de distancia. Según sus declaraciones ante el tribunal, vivió allí en casa de sus suegros en una cabaña directamente en la playa.
Las tormentas anegaban con frecuencia todo hasta la altura de las rodillas. Las fuentes de agua potable están saladas y las verduras perecen en el jardín. La familia se trasladó e intenta salir adelante en la capital.
“Teitiota tiene pocas posibilidades de éxito”, opinó el profesor de derecho Bill Hodge. La convención de refugiados de la ONU protege sólo a personas perseguidas a causa de su etnia, religión o sexo. “Esto no encaja con este hombre”.
Es necesario un nuevo acuerdo que englobe el cambio climático y la subida del nivel del mar. “Los 100 mil habitantes de Kiribati podrían ser acogidos, pero otras regiones con más habitantes serían un verdadero problema”, señaló.
Cristina Oelrich, El Universal, 2 de noviembre.

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