México-Cuba: una relación con altibajos

LA HABANA.— El escenario para la visita de Estado que el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, realizará esta semana a Cuba está listo: en un inusual y férreo despliegue de control, La Habana está copada por fuerzas policiales y de cuerpos secretos de seguridad, como sede de una cumbre a la que están invitados los 33 gobernantes de América Latina y el Caribe, con la exclusión de Estados Unidos y Canadá.
Aunque los nexos México-Cuba transitaron por terreno minado desde hace más de 14 años, en los últimos meses han pasado por un proceso de reconstrucción que podría ser consolidado con la visita de Peña Nieto a la capital cubana, sometida en los últimos días a una severa alteración de sus ritmos cotidianos para albergar la II Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que se realizará martes y miércoles de esta semana.
La diplomacia de “torre de marfil”, que rigió las relaciones entre México y Cuba desde 1959, esterilizó e inmunizó los vínculos y convirtió al gobierno mexicano en el principal socio político del régimen cubano en el hemisferio occidental frente al acoso de Estados Unidos y al aislamiento latinoamericano y caribeño, quedó sepultada en noviembre de 1999.
México, que fue el único gobierno de América Latina y el Caribe que nunca rompió relaciones con Cuba, medió en algunas oportunidades entre Washington y La Habana en puntuales asuntos políticos o facilitó el intercambio de mensajes hacia y desde la Casa Blanca, aunque también usó su cercanía con Cuba para liberar presión por hostilidad estadounidense.
Pero de manera inesperada, y en una acción sin precedentes que enfureció al régimen de Fidel Castro, la entonces secretaria mexicana de Relaciones Exteriores, Rosario Green, aprovechó una visita a La Habana a una Cumbre Iberoamericana y se reunió con un sector de la disidencia cubana, ilegal y acusada por la revolución de estar al servicio de Washington.
El entonces presidente de México, Ernesto Zedillo, atizó la molestia de Castro y, en una alusión indirecta a la cuestionada democracia cubana —con partido único (el comunista) y sin pluralismo ideológico ni libertad de expresión o de prensa y con presidio político—, advirtió en el cierre de la misma cumbre, ante la mirada de enfado del líder cubano, que “no puede haber naciones soberanas sin hombres y mujeres libres”.
No intervención
Con el implícito reconocimiento de la existencia en Cuba de una disidencia y la proclama de libertad y soberanía, Zedillo enterró más de 40 años de un ligamen en el que México —bajo el principio de no intervención en asuntos internos de otros países— jamás cuestionó el sistema político cubano ni se atrevió a mantener vínculos en la isla con opositores a Castro, aunque sí hubo contactos con anticastristas en suelo mexicano.
Green explicó que su diálogo con los opositores internos demostró que la diplomacia de “torre de marfil” —que encapsuló y limitó la comunicación entre los dos gobiernos y la protegió de influencias de terceros factores— ya estaba desfasada o superada. Así, según dijo, se iniciaba una especie de diplomacia popular de acercamiento a todos los sectores de un país, más allá de cúpulas gobernantes.
Los desencuentros México-Cuba se siguieron agravando durante los gobiernos de Vicente Fox, de 2000 a 2006, y de Felipe Calderón, de 2006 a 20012. En una visita a esta ciudad en febrero de 2002, Fox recibió a disidentes cubanos y agudizó la molestia cubana.
En ese mismo mes, 21 jóvenes cubanos entraron a la fuerza a la embajada mexicana en esta capital, en un confuso incidente resuelto con la captura del grupo por parte de autoridades de Cuba. Y en marzo, la crisis bilateral se profundizó luego de que Fox condicionó un viaje de Castro a una cumbre de gobernantes en la ciudad mexicana de Monterrey, a que el mandatario cubano acortara el tiempo de su presencia en ese encuentro internacional para evitar que coincidiera con el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
Fox también solicitó a Castro que se abstuviera de lanzar ataques verbales en contra de Bush o del gobierno estadounidense. Ambas peticiones fueron aceptadas por el ahora ex presidente cubano. Pero las aguas siguieron agitadas y un grave conflicto bilateral estalló en abril de 2002, cuando México votó a favor de una resolución de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para invitar al gobierno cubano a esforzarse por mejorar la situación interna de los derechos humanos.
Caso Payá
Los lazos siguieron en un distanciamiento en el gobierno de Calderón, sin fricciones pero con frialdad o lejanía. Calderón visitó Cuba en abril de 2012 y, sin éxito, intentó reunirse con el disidente cubano Oswaldo Payá, del ilegal Movimiento Cristiano Liberación y fallecido en un accidente de tránsito en julio de ese año en el oriente de la isla.
En otro hecho que causó malestar en el régimen cubano, Calderón pidió el 23 de julio un minuto de silencio por Payá, a quien calificó como “uno de los más valientes y comprometidos luchadores por la libertad y los derechos humanos en Cuba”. Los medios de prensa de Cuba, que están bajo control estatal, cuestionaron el acto de Calderón en honor de Payá.
Aunque la frialdad bilateral ha sido la norma desde 1999, el proceso de reconstrucción de lazos registró un impulso en diciembre anterior, cuando México condonó el 70% de una deuda de casi 500 millones de dólares que Cuba ha mantenido desde hace 15 años con el gobierno mexicano. Con este panorama, Peña Nieto llegará a Cuba, y la disidencia considera improbable algún encuentro con el mandatario.
El disidente cubano Elizardo Sánchez, presidente de la semitolerada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, descartó en una entrevista con EL UNIVERSAL la opción de reunirse con Peña Nieto, como lo hizo con Green y con Fox. “Somos una organización no gubernamental” y el gobernante mexicano vendrá a Cuba “a una reunión de estadistas”, aclaró.
El tono de la visita de Peña Nieto a uno de los últimos países comunistas del mundo está marcado por las coincidencias en la diferencia, más que por los desencuentros.
En declaraciones a Prensa Latina, la agencia de noticias del régimen cubano, la subsecretaria mexicana de Relaciones Exteriores, Vanessa Rubio, afirmó sobre los lazos bilaterales que “no podríamos estar en un mejor momento”.
“Ahora vivimos una coyuntura en la que vamos a abonar esta relación histórica, entrañable, cercana, pues Cuba ha estado muy presente en los grandes momentos de la historia de México y viceversa”, sentenció la funcionaria.
José Meléndez corresponsal, El Universal, 27 de enero.

0 Responses to "México-Cuba: una relación con altibajos"