Casi nadie en Venezuela apuesta un centavo por la pronta normalización del clima social. El lejano ejemplo de Ucrania, sin dejar a un lado el breve golpe de Estado de 2002 contra el fallecido presidente Hugo Chávez, se ha instalado en el imaginario de la confrontación.
Desde las filas del gobierno que encabeza Nicolás Maduro, autoproclamado “hijo de Chávez”, hasta los cuarteles de la oposición –hoy un tanto desorientada tras el mensaje de fuerza lanzado con la encarcelación y enjuiciamiento de Leopoldo López, líder del más aguerrido partido de oposición, Voluntad Popular (VP)–, la convicción compartida es que en el fondo del problema está la economía, el proyecto de la revolución socialista bolivariana.
El gobierno de Maduro da la impresión de que no piensa dar marcha atrás en su pulso contra “las fuerzas imperialistas” que, según el discurso oficial, financia Estados Unidos. El convencimiento es que así como hicieron con el presidente chileno Salvador Allende y con el propio Chávez, esa línea golpista pretende acabar con el experimento venezolano.
Tal es el clima de tensión que el vicepresidente para Asuntos Económicos, además de ministro de Energía y presidente de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), Rafael Ramírez, advirtió hoy que el gobierno valora la posibilidad de suspender el suministro de energéticos en las zonas más calientes del país por temor a que se produzcan atentados con hidrocarburos.
Y si ayer el presidente Maduro amenazó a la CNN con expulsarla del país si no corregía su “tendenciosa” línea informativa, hoy se anunció que el gobierno retiró la acreditación a los periodistas de la cadena destacados en este país.
El escenario de la confrontación se profundiza. En un país que ocupa la cabecera de las reservas petrolíferas del planeta echar gasolina a la hoguera es casi un juego de niños.
Abastecedor histórico de las reservas petroleras de Estados Unidos, el oro negro venezolano nunca ha dejado de estar en los objetivos estratégicos de Washington. Llevar petróleo de los países árabes a la potencia del Norte implica de 40 a 45 días, pero transportarlo desde Venezuela se lleva no más de cinco días.
No en vano el senador republicano y frustrado aspirante a la presidencia estadunidense, John McCain, dijo la semana pasada que había que organizar una expedición militar para hacerse con el petróleo de Venezuela.
La aventura propuesta por el aguerrido senador parece imposible, pero las autoridades venezolanas no echan en saco roto que en la vecina Colombia hay instaladas siete bases militares estadounidenses.
Sea como sea, las percepciones acaban creando certezas, y así lo ve el gobierno de Maduro.
Venezuela recibe anualmente unos 80 mil millones de dólares de la renta petrolera. Este país está sentado sobre un vasto subsuelo repleto de recursos naturales.
Ese petróleo da para mucho, sobre todo en términos estratégicos, aspecto combatido permanentemente por la oposición y por la iniciativa privada, que no deja de criticar, por conducto de sus medios de información afines, tal apuesta.
Sin ir más lejos, ayer tuvo lugar en Caracas la 14 reunión de la Comisión Intergubernamental Cuba-Venezuela, donde se informó que el intercambio entre ambos países permite el envío a la isla de 80 mil barriles diarios de petróleo.
De ese monto, dijo el vicepresidente Ramírez, 30 mil barriles ya se procesan en la refinería cubana de Cienfuegos, lo que implica satisfacer las necesidades energéticas del Caribe. En ese contexto de “colaboración estratégica” se concretó la compra a Cuba de 65.9 millones de medicamentos. Pero además en ese intercambio se incluye la presencia de más de 30 mil médicos cubanos desparramados por toda Venezuela, así como técnicos y especialistas en otras áreas económicas.
Mejor ejemplo de la censura de prensa que aplica el gobierno de Venezuela es el titular del semanario de economía Reporte que hoy circula en el país: “¡Peor imposible!”, titula en su portada, para dar paso a un breve y demoledor texto: “Venezuela registra la inflación más elevada del mundo: 56.3 por ciento. El origen del incremento en los precios domésticos revela una correlación explícita con la política monetaria expansiva del Banco Central de Economía.
“En efecto, el Banco emite, desde 2011, cada vez más dinero circulante con el propósito de financiar a Pdvsa. La deuda de la petrolera estatal venezolana con el emisor asciende a 407 mil 828 millones de bolívares equivalentes a 64.7 mil millones de dólares contablizados a la tasa preferencial de cambio.
La emisión de bolívares no tiene contrapartida en la cuenta de reservas internacionales, que en lugar de crecer, cayó 28 por ciento el año pasado. Los niveles actuales no superan los 21 mil millones de dólares, de los cuales 66 por ciento está representado por barras de oro. ¡Peor imposible!”
Lo cierto es que los bolívares sobran en manos de la ciudadanía, pero cada vez escasean más los productos que se pueden comprar, del tipo que sea. El gobierno no ceja en su empeño de devolver la racionalidad al mercado de cambio de divisas, pero hasta ahora, y es una rémora que viene desde los tiempos de Chávez, todos sus intentos han sido vanos.
Al llegar al aeropuerto de Maiquetía las poquitas casas de cambio ahí instaladas ofrecen 11.30 bolívares por dólar. Pero ya cuando los pasajeros esperan recibir sus equipajes sobran personas que se acercan para ofrecer entre 70 a 80 bolívares por dólar. Y lo hacen sin esconderse. La cadena del cambio paralelo sigue en el taxi, en los hoteles, en los restaurantes y en los comercios. Todo mundo paga alto por el dólar, porque el gobierno mantiene el control de cambios (ciertamente distorsionador) y porque las calles están inundadas de bolívares.
El lunes se pondrá en marcha un nuevo mecanismo cambiario que persigue eliminar, o de perdida reducir esa dañina distorsión que provoca un incontrolable baile de precios.
Y hablando de censura: “Hay varios compadres de Maduro que están aspirando a ser el Gómez (dictador venezolano del siglo pasado) de este tiempo empujando a Maduro para que siga cometiendo errores cada vez más infantiles, pero agotado el hoy mandatario, los aspirantes se exhiben como los salvadores del verdadero legado de Chávez ante la manifiesta incompetencia del presidente Maduro”.
Lo publicó hoy el citado semanario Reporte y está firmado por José Guerra.
Josexto Zaldúa, La Jornada, 22 de febrero.
Nadie apuesta en Venezuela por una pronta normalización social
Venezuela Medios México sábado, 22 de febrero de 2014 0 comentarios
Suscribirse a:
Enviar comentarios (RSS)
0 Responses to "Nadie apuesta en Venezuela por una pronta normalización social"
Publicar un comentario