—Mira, sin duda la única oportunidad que tendría la oposición de convertirse en gobierno es yendo a la competencia electoral en una coalición. Y las razones son muy sencillas: al igual que en los otros estados donde se lograron consolidar los frentes amplios opositores, en este estado no ha habido una transición democrática, y los procesos electorales cada día están más organizados bajo los mandos y bajo la autoridad del PRI, cada vez son más antidemocráticos.
Entonces no va a ser fácil ganarle al PRI…
El PRI, a través de la gubernatura del estado, ha hecho un uso desproporcionado de recursos para invertir en campañas políticas y esos procesos se han pervertido. Por eso la única forma de hacerle frente es consolidar las coaliciones, y que éstas despierten el interés ciudadano, la esperanza de cambiar las cosas, y que la gente acuda masivamente a las urnas.
La forma en que se han llevado a cabo los últimos procesos ha ido en vía contraria: desalentar la participación y comprar el voto. Por eso lo que nosotros intentaríamos sería que el ciudadano tuviera una percepción de que la unidad de la oposición pudiera garantizarle que su voto fuera efectivo y que a través de éste hubiera un cambio.
Si hiciéramos una simple operación aritmética, y dado que en otros estados quedó demostrado que la gente ve con buenos ojos las coaliciones, si sumáramos los porcentajes de votación que tienen los partidos de izquierda junto con los del PAN, de manera automática el triunfo estaría garantizado. Pero además podemos atraer un número mayor de votos con un buen programa de gobierno de transición, de centro.
¿Qué les dice usted a quienes dentro del PRD se oponen a este tipo de alianzas por la diferencias ideológicas y programáticas?
Mira, por desgracia Peña Nieto tiene una influencia no sólo política, sino al interior de los partidos, sobre algunos perredistas o panistas. Incluso hay algunos con compromisos de tipo económico, y por eso desde ahora se oponen a la posibilidad de las coaliciones. Habrá otros que lo hagan de buena fe, pero son los menos.
Sin duda hay radicales tanto en el PAN como en el PRD, que bajo la argumentación de las diferencias ideológicas se oponen a las coaliciones, pero el debate en este momento no debe ser sobre un problema ideológico, sino cómo logramos la alternancia donde por más de 80 años ha gobernado un partido político.
¿Cómo evitar una ruptura si hay aspirantes como Alejandro Encinas y otros que se oponen a una alianza con el PAN?
El asunto se tiene que ver bajo una perspectiva estatal y no nacional. Con todo el respeto que me merece Alejandro Encinas, él no hace política en el Estado de México, él hace política a nivel nacional.
Para los del Estado de México la situación es muy sencilla: aquí no hay democracia, hay un proyecto autoritario... Eso nos obliga a buscar la unidad para lograr esa transición. Es un tema difícil, candente, pero yo espero que se evalúe. Después seguramente vamos a coincidir con los perredistas que se oponen a las coaliciones para que éstas no se prolonguen hacia la elección federal: ahí sí se tienen que evaluar los proyectos nacionales de cada uno de los partidos, y ahí sí van a resaltar las diferencias que tenemos con el Poder Ejecutivo de este país…
Juan Pablo Becerra-Acosta M., Milenio, 6 de octubre.
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