En la izquierda, ni aplanadora ni caudillo que cabalgue solo

El mensaje de un museo repleto de figuras de la izquierda —y un tabasqueño ausente— dice mucho sin decir palabras. Parece decir que también hay músculo y que la caballada no va sola. Que existe poder de convocatoria. Y que Convergencia se salió del redil legítimo. Que el del sureste no va solo y tendrá que pelear si es que quiere quedarse con la candidatura.

En resumen: dice sin decir que en la izquierda no va a haber aplanadora ni candidatura única ni caudillo que cabalgue solo y libre en caballo de hacienda, como en 2006.

“¡Marcelo, Marcelo, Marcelo!”, grita una voz de entre la gente, de entre mil 200 personas que han venido a ver algo que tiene sabor a destape, a arranque de precampaña, posiblemente a principios de ruptura con Andrés Manuel López Obrador.

“Recibamos al jefe de gobierno”, dice una voz anónima. Y se desatan los aplausos. Las palmadas. Los abrazos. En el Museo de la Bola, al poniente de la Ciudad de México, Marcelo saluda a sus invitados, arropado como no lo había estado desde hacía muchísimo tiempo. Y sin compartir el templete. Este es su show. Suyo al fin.

En el papel es la presentación de una fundación llamada Equidad y Progreso. Pero en el diseño ya da ideas de su destino: el invento será encabezado por René Cervera, el hombre de todas las confianzas de Ebrard, quien tendrá que fundar oficinas del movimiento por todo el país.

El papel dice que Equidad y Progreso es algo neutro y con miras superiores a 2012. Una propuesta para “aglutinar a progresistas de todo el país” en torno a propuestas de avanzada, un proyecto “no de ambiciones personales, sino nacionales”.

Pero la verdad es que en el subtexto suena —a gritos— a otra cosa. A plataforma con la que Ebrard podrá emparejar los cartones. A empujón para tomar velocidad. Él mismo admite que, por fin, saldrá al país. Saldrá a que México conozca a un político cuyos confines de poder terminan hoy por hoy en el altiplano.

Ebrard en el norte. Ebrard en el sur. Ebrard en el centro. “La próxima semana comenzamos”, dice cuando se le pregunta si saldrá de gira. “Los fines de semana visitaré el país”. Una oportunidad de oro para recorrer el territorio, como desde hace bastante lo realiza un tabasqueño.

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Hay quienes no pronostican ruptura. Pero sí competencia. Y ya, abiertamente, dicen que esto huele a precandidatura. “Andrés Manuel ha trabajado desde hace mucho tiempo una posición que es muy importante. No veo por qué este evento sea un asunto de rupturas. Pero los dos pretenden ser candidatos. Y los dos ya están construyendo sus distintas propuestas”, dice Javier González Garza.

De entre los invitados se pueden desprender algunas inclinaciones. Están Carlos Navarrete, ex presidente del Senado; Amalia García, ex gobernadora de Zacatecas; Juan Guerra, ex diputado; Jesús Valencia, secretario general del PRD-DF; Raúl Flores, delegado en Coyoacán…

También acude el gabinete ebrardista (Miguel Ángel Mancera, Manuel Mondragón, Armando Ahued) pero se ausenta lo que queda del pejista: Martí Batres no aparece.

Invitados adicionales: Martín Esparza, del Sindicato Mexicano de Electricistas, junto con representantes sindicales de los mineros de Napoleón Gómez Urrutia y el Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear. Porque aquí también hay músculo, pues.

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Una presencia dice más que las demás. Porque habla de que de dos partidos con los que tenía segura la candidatura, a López Obrador podrían estársele reduciendo las posibilidades a uno. El mensaje es de Dante Delgado, el caudillo de Convergencia.

Viene acompañado de Luis Maldonado y abraza muy cariñoso a Manuel Camacho Solís y se ubica a unos pasos de Ebrard. La operación parece redonda. El tejido, perfecto. Mario López Valdés, de Sinaloa, el aliancista, completa el mensaje.

Ebrard se deja atrapar por los reporteros. Hay que repetir el recado. “Esto no sólo se trata de la aspiración de cada persona, sino lo que se propone al país”, dice cuando escucha el apellido López Obrador entre las preguntas.

Y añade: “aquí hay gente de Andrés Manuel. Andrés Manuel se va a sumar…”. Y aún si no se suma, ya no suma solo.

Víctor H. Michel, Milenio, 1º de octubre.

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