Lo que dejó Su Santidad en Cubac


LA HABANA.— Un chiste que corre entre los cubanos cuenta que una manta con un sugerente mensaje fue desplegada en una populosa comunidad habanera, durante la reciente visita del papa Benedicto XVI a Cuba. “Papa no, carne sí”, se leía en la manta del chascarrillo.
Pero tras la presencia del Sumo Pontífice por más de 51 horas en el país el saldo de la visita apenas comienza a ser contabilizado. “Se fue el Papa y Estados Unidos se quedó más solo”, aseguró ayer Cubadebate, una página electrónica del gobierno de Cuba que se dedica a combatir al “terrorismo mediático”.
“El gobierno de Estados Unidos y su política de acoso y subversión contra Cuba fueron los grandes derrotados de la visita papal. Las imágenes de la presencia masiva, respetuosa y alegre de cientos de miles de cubanos en las actividades públicas del Sumo Pontífice barrieron con el discurso demonizador sobre la isla que portavoces de Washington, con el favor de los grandes medios, multiplicaron en fechas cercanas al viaje”, añadió.
Pocos minutos antes de salir de este país rumbo a Roma, al atardecer del pasado miércoles, el papa Benedicto XVI, ante el presidente cubano, Raúl Castro, expresó su deseo para que “Cuba sea la casa de todos y para todos los cubanos, donde convivan la justicia y la libertad en un clima de serena fraternidad”.
En ese mismo mensaje, el Santo Padre censuró el embargo que Estados Unidos impuso a Cuba desde 1962. “Medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país pesan negativamente sobre la población”, lamentó.
Satisfacción
Para el régimen cubano, la a reiteración papal al rechazo a las sanciones impuestas por la Casa Blanca solidifican su posición de víctima frente al acoso de lo que el presidente Castro, al recibir el lunes anterior al Pontífice, describió como “la potencia más poderosa” en la historia.
En su página Generación Y, la bloguera opositora cubana Yoani Sánchez escribió desde La Habana, poco antes de que llegara el papa Benedicto XVI, que “el guion de su estancia” en Cuba ya había sido escrito, “y no precisamente por la comitiva del Vaticano.
“Es cierto que ya no se persiguen los rosarios, pero se continúan acosando las opiniones. Ahora, tener un cuadro con el Sagrado Corazón de Jesús no le cuesta el puesto de trabajo a nadie, pero creer que una Cuba libre es posible le hará sufrir la estigmatización y el calvario”, subrayó, al recordar un pasado de conflictos entre la jerarquía católica y el gobierno cubano. “Ya podemos rezar en voz alta, pero criticar al gobierno sigue siendo pecado, blasfemia”, puntualizó.
José Melendez enviado, El Universal, 30 de marzo.

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