Inseguridad lleva a activistas al exilio


Sus ojos son grandes con la mirada fija. La expresión seria. Cansada. Gastada. A veces andan sin maquillaje, a veces con el rimel corrido. Pero nunca vencidas por los obstáculos, que como una carrera olímpica, se les ponen enfrente. El activismo en Ciudad Juárez, Chihuahua, tuvo un rostro y fue el de varias mujeres de ojos rojizos por el llanto y voz firme por la exigencia multiplicada.
Marisela Ortiz, Norma Andrade y Marisela Reyes; tres mujeres que se convirtieron en iconos en esta ciudad, quienes lucharon por la justicia, por el derecho de las de su género, por la paz y que ahora están lejos de esas tierras desérticas en las que alzaron sus banderas.
Desde 2010 a la fecha, Ciudad Juárez ha expulsado activistas como una máquina va escupiendo combustible quemado. La última: Norma Andrade, quien después de haber sido atacada a balazos en diciembre de 2011 salió a la ciudad de México en busca de protección. Pero ni el resguardo capitalino pudieron con la inseguridad, y el pasado 3 de febrero fue agredida, ahora a cuchillazos.
Esta es la historia de cómo tres luchadoras sociales de una misma frontera han tenido que separarse de sus terrenos, de sus lazos y por poco de sus demandas, debido a las agresiones de las que han sido blanco.
Exigen el regreso de sus hijas
Generalmente lleva el cabello suelto, oscuro y esponjado con un brillo que resalta con el de sus ojos grandes y oscuros, siempre muy abiertos. Marisela Ortiz es una activista que sacó el valor para organizarse y, sin pensarlo de inicio, crear una de las asociaciones más importantes en el territorio nacional llamada Nuestras Hijas de Regreso a Casa.
Maestra de profesión, en el año 2001 se enteró de una de las noticias que cambiaron totalmente su vida: la joven Lilia Alejandra García Andrade, quien había sido su alumna, desapareció después de salir de trabajar de una maquiladora.
Al enterarse de la desaparición, Marisela se movilizó, entregó fotos, pidió ayuda a las autoridades. Fue ahí cuando conoció a la mamá de la joven, la señora Norma Andrade, y juntas empezaron un camino que hasta ahora da frutos y ha sido bien recorrido: el de fundar Nuestras Hijas de Regreso a Casa.
Las primeras amenazas
Desde ese año y sin parar, con especial énfasis en los años recientes cuando creció la ola de violencia en Ciudad Juárez, Marisela no ha dejado de luchar.
Sin embargo, un 10 de marzo del año pasado, cuando fuera de la escuela donde trabajaba se encontró con un mensaje en forma de manta. En el letrero colgado a un paso de la institución leyó lo que serían las primeras amenazas de muerte para ella. En ese entonces, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ya había solicitado medidas cautelares para su seguridad por otras amenazas previas, vía teléfono y correo electrónico.
Pero con el antecedente de otros asesinatos a otras activistas, Marisela Ortiz optó —tras la aparición de la manta— por abandonar la ciudad y buscar cobijo político en Estados Unidos, “un lugar donde sí cuidan mi integridad”, dijo en su momento.
“No me gusta la idea de dejar lo mío, mi familia, mi vida, pero no hay opción”, comentó hace un año la activista que aún se encuentra en Estados Unidos a la espera de solucionar su situación migratoria tras pedir apoyo al vecino país.
La búsqueda de la paz en Juárez
A Marisela Reyes poco le falta para sobrevivir a su propio valor: en los últimos años ha perdido a seis miembros de su familia y ella, junto con su madre Sara Salazar, saben bien lo que es padecer por la inseguridad que existe México.
Ella también decidió irse, dejó desolado al desierto de Chihuahua con todo y sus asesinatos, con todo y sus desapariciones.
De rasgos gruesos, mirada fija y complexión robusta, Marisela no ha quitado el dedo del renglón. Quien la ubica en algún buscador en internet la puede encontrar lo mismo liderando mítines como dando conferencias de prensa, siempre con la consigna de alto a la violencia.
Ella lucha porque la violencia acabe y que la guerra entre bandas ceda camino a la paz en Juárez.
Sin embargo, el 7 de febrero de 2011 fueron secuestrados sus hermanos Elías y María Magdalena, así como su cuñada Luisa Ornelas Soto, cuyos cadáveres aparecieron dos semanas después. Y desde entonces tomó el siguiente paso por su seguridad: abandonar México.
El 5 de marzo del año pasado esta activista anunció también su salida del país para buscar refugio en Estados Unidos. Desde entonces su voz ha descansado un tiempo para recobrar la calma y la garantía de que su persona estará a salvo.
Sin resguardo ante las agresiones
Norma Andrade, la madre de Lilia Alejandra —la joven que inspiró a la lucha a la maestra Marisela Ortiz—, tampoco no se ha librado de amenazas y agresiones.
Su caso es el más reciente y la pieza faltante para enlazar las tres historias de las luchadoras sociales que han tenido que abandonar los terrenos de su nación, donde piden justicia para mujeres, el respeto a los derechos humanos y la paz.
Norma, quien en 2001 cofundó Nuestras Hijas de Regreso a Casa, fue agredida en diciembre de 2011 cerca de su casa por un hombre que la hirió de varios balazos.
Tras ese ataque prefirió buscar un lugar seguro y emigró al Distrito Federal, donde el 3 de febrero de este año fue herida por un hombre que con un arma punzocortante le lastimó la cara y el cuello.
Desde entonces, aparte de estar lejos de su ciudad, puede que esté lejos de su país, porque entre sus últimas declaraciones dijo que buscaría irse a Estados Unidos por su seguridad.
De acuerdo con un informe del el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en México las defensoras de derechos humanos están en mayor riesgo, ya que se encuentra en el segundo lugar por amenazas contra activistas del periodo 2004 a 2009.
Esto lo saben los familiares de Marisela Escobedo, mujer que murió acribillada por fuera del Palacio de Gobierno de Chihuahua mientras demandaba justicia tras el homicidio de su hija a manos de su ex pareja, quien fue un asesino confeso y quedó en libertad por errores en el juicio.
También lo saben los parientes de Susana Chávez, activista, poeta y luchadora contra los feminicidios, quien fue violada y asesinada en enero de 2011 en Ciudad Juárez. Ellas dos, y otras más, que no lograron salir de la ciudad de la violencia, lugar que ha sido considerado uno de las más peligrosas del mundo.
El Universal, 7 de marzo.

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