El INM está podrido”, acusa el padre Solalinde


Ahora el INM está más vigilado para evitar abusos”

Sobre la situación de los migrantes, el sacerdote dice que “se va perdiendo el miedo de hablar, se comprende mejor al indocumentado, hay más  denuncias, las leyes van mejorando, la conciencia social está más sensible, los medios de comunicación son más sensibles y solidarios, hay más comedores y el   de Migración está más vigilado y se denuncia cualquier abuso de éste”.
Propone una política pública que incluya a CA, México y EU

Para el sacerdote activista, la política pública de  en favor de los migrantes es lanzar un plan de desarrollo regional con la corresponsabilidad de Centroamérica, México y Estados Unidos. Si se puede también.  En este plan tendrían que participar gobiernos, iniciativa privada e iglesias, entre otros sectores.


Primera parte



El sacerdote Alejandro Solalinde, fundador del albergue Hermanos del Camino, habla por primera vez luego de su retiro involuntario por motivos de , y en exclusiva declara a La Crónica de Hoy sobre las mafias del crimen organizado y de las autoridades  y federales que acosan a los migrantes centroamericanos,  quienes cruzan nuestro país en busca del “sueño americano”.

Afirma que “el  de México de cara a Estados Unidos, a través del Plan Mérida, es de contención de ilegales por medio de redadas y operativos”. Advierte también que la ayuda humanitaria que brinda a  estos grupos ha provocado que se ponga  a su vida, y que se pida su renuncia a  la misión que desempeña  en ese centro ubicado en Ixtepec, Oaxaca.

—¿Qué tipo de  mafia hostiga a los migrantes?

—Toda persona o grupo que quiera lucrar con ellos: delincuencia organizada, cárteles, corporaciones policiacas, funcionarios, servidores públicos que quieren lucrar ilícitamente con las personas migrantes, polleros vinculados a la delincuencia y que los llevan a los secuestros.

 —¿Es un solo grupo?

—No, son muchos, pero uno es el que encabezan Los Zetas, pero también La Compañía o el Cártel del Golfo y grupos asociados a modo de franquicia.

—¿Qué papel juega la policía en el tráfico  de migrantes?

—Las corporaciones policiacas las han formado para fines políticos, no para el cuidado de la ciudadanía. Mal pagadas y en un contexto de corrupción, muchos policías forman parte de redes delincuenciales. Ellos son vistos y tratados como “elementos”, son un número, no se preocupan por ellos, como personas. Trabajan en condiciones deprimentes. Ningún policía quiere trabajar en esas condiciones si tiene alternativas de vida y trabajo.

—¿La policía protege o encubre a quienes abusan de los migrantes?

—No sólo policías encubren y protegen a delincuentes, sino también muchos servidores públicos. México es en este momento una red de función pública sin moral, ni ética; su valor supremo y su criterio de acción es el dinero. ¡Ese es el dios de los que obtienen ganancias a costa de pisotear los derechos humanos de sus semejantes!

—¿Ha mejorado la situación de los migrantes?

—Desde luego que ha mejorado la situación de las personas migrantes: Se va perdiendo el miedo de hablar, se comprende mejor al migrante, hay más  denuncias, las leyes van mejorando, la conciencia social está más despierta y atenta, los medios  de comunicación son más sensibles y solidarios, hay más albergues y comedores, el Instituto Nacional de Migración (INM)  está más vigilado y denunciamos cualquier abuso de éste.

—¿Qué papel juega el Instituto Nacional de Migración?

—El INM, por más que lo quieran maquillar, está podrido, está invadido por el cáncer de la ambición. En la dirección hay otra práctica con cierta ética, pero en provincia y, sobre todo en la ruta migratoria, la delincuencia organizada, los cárteles, sobre todo Golfo y Zetas y policías, no van a soltar a los agentes de Migración.

El papel oficial del INM, de cara a EU, a través del Plan Mérida, es de contención de los que buscan una mejor vida económica, por medio de las redadas y operativos. Lo que no va a decir es que aprovecha cada operativo para lucrar ilícitamente con el flujo migratorio. Hay que volver a decirlo: la única solución para el INM es comenzar un nuevo instituto, supervisado y controlado por la sociedad civil, una instancia exclusivamente administrativa.

 —¿Son adecuadas las políticas migratorias?, o ¿en qué se deben mejorar?

—Desde luego que no son ni adecuadas ni suficientes las políticas públicas migratorias. La política pública de fondo es lanzar un plan de desarrollo regional con la corresponsabilidad de Centroamérica, México y EU. Si se puede también Canadá.  En este plan tendrían que participar: gobiernos, iniciativa privada, iglesias, etcétera. Priorizando a los sectores más vulnerables de países como Honduras y Nicaragua. Hay que evitar los criterios de seguridad de los intereses del norte para darle prioridad a lo social. No dar limosnas, sino generar oportunidades y fuentes de trabajo para todos, con  criterios de desarrollo y no de explotación, porque si no, se seguiría disparando la emigración. Hay que atacar las causas capitalistas de la emigración.

 —¿Espera un cambio en la política hacia los migrantes con el nuevo gobierno del PRI?

—Es muy difícil esperar una respuesta positiva de un instituto político que, como  los demás, tiene tan poca capacidad autocrítica. Sus miembros están formados para acatar, no para revolucionar el PRI. Falta además autoridad moral para exigir hacia adentro, el desmantelamiento del “priato”, es decir, todo elemento que está generando e impide los cambios para   una auténtica renovación moral. Sin embargo, hay una ventaja del PRI sobre el PAN: su política exterior fue mucho mejor que la panista, es decir, más solidaria con Centroamérica y menos subordinada a los intereses norteamericanos. Hay puntos rojos priistas en cuanto a las políticas públicas migratorias en el Estado de México, en concreto, Lechería, Tultitlán y Huehuetoca. Falta solucionar la cuestión del terreno, el albergue, el trabajo con la sociedad. El convencimiento de las mismas autoridades municipales. Existe xenofobia en ellas.

—¿Cuál es su balance de las administraciones panistas en materia de migración?

—Lo que pudo haber sido un acierto en cuanto a la nueva Ley Migratoria se quedó en una acción frustrada, a causa del reglamento que el Ejecutivo fue incapaz de habilitar para el pleno ejercicio de los derechos humanos de las personas migrantes. Prácticamente la ley quedó neutralizada, haciendo inútil el trabajo de los otros dos poderes. Lo peor de todo es que las relaciones con Centroamérica quedaron muy lastimadas y la situación de las personas migrantes sigue siendo incierta, insegura y violenta. El  gobierno federal ya está concluyendo su gestión y han seguido las redadas y las repatriaciones.

—¿Cuánto vale un migrante?

—Como persona, bien vale mi vida. Jesús dio la vida por el ser humano. Pagó con su propia sangre el precio de los humanos. Para la delincuencia organizada, un migrante vale, como mercancía, 500, dos mil o tal vez cinco mil dólares.

—Con base en su experiencia, ¿en qué estados se registra el índice más alto de abusos y qué situaciones provocan los atropellos a los migrantes?

—La voracidad por el dinero es grande y se ha convertido en una adicción. Los estados de mayor incidencia en maltrato a migrantes son Tabasco, Veracruz, Tamaulipas y Coahuila.

—¿Cómo se podría evitar la explotación de los migrantes?

—La explotación del migrante y del hombre, por el mismo ser humano, sólo se logrará mediante una verdadera educación, una profunda evangelización en la que se forme la conciencia en valores humanos y cristianos. Urge formar las entrañas, el corazón, no únicamente de carne, sino de bondad. Aprender a valorar a la persona y poner en su lugar el dinero al servicio del hombre y de la mujer; al servicio de la vida, de la sociedad.

—Si en sus manos estuviera, ¿cuál sería la solución radical para remediar el problema de los migrantes?

—No hay soluciones radicales. No hay más que un camino: la educación de la conciencia,  la evangelización, la reeducación de las relaciones interpersonales, para que sean justas, respetuosas, libres, pacíficas, cristianas de verdad.

—¿Cuántas veces  lo han amenazado?

 —Ya perdí la cuenta   

—¿Por qué lo amenazan?

—Porque hay intereses económicos muy fuertes en la gente que lucra con migrantes, pero también porque hay mucha ceguera; porque no conocen a Dios.

—Usted ha dicho que su vida es un juego de naipes en el que “alguien” tiene la última carta. ¿Quién la tiene?

—Cualquiera puede tener la última carta bajo la manga.

En efecto, asegura el sacerdote Alejandro Solalinde, “cualquiera puede ejercer esa última carta”. El misionero, que hoy es un referente nacional e internacional en apoyo a los migrantes,  se ha convertido en un personaje incómodo para las autoridades y para la Iglesia católica, de la que afirma que “está en crisis y prioriza la administración y no la evangelización”. Mañana, en la segunda parte de esta entrevista, el sacerdote Solalinde cuestiona y propone, al mismo tiempo, sobre el actuar de la Iglesia no sólo en torno a los migrantes, sino en el ámbito general, y sugiere “ir abandonando los palacios para bajarse a las calles”.

Guillermina Gómora Ordóñez, La Crónica, 20 de agosto.

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