Migración, el desafío pendiente de Obama


WASHINGTON.— Barack Obama cumplió ayer los primeros 100 días de su segundo mandato al frente del gobierno de Estados Unidos. Se trata de un hito que llega en medio de prometedoras, aunque inciertas, perspectivas para una reforma migratoria, con el fragor de una feroz batalla frente al poderoso lobby de las armas y con la amenaza de un conflicto militar en Siria.
Apenas el pasado fin de semana, en la habitual cena de corresponsales, el presidente aseguró, en plan de broma, que tras un primer mandato, ya no era aquel “joven musulmán y socialista que solía ser”.
Toda una lección para aquellos que aún dudan de la capacidad de Obama para burlarse de sí mismo y, de paso, divertirse a costa del sector más conservador del Partido Republicano que, en su quinto año de mandato, le sigue negando la oportunidad de pasar a la historia como el presidente que logró la más importante reforma migratoria desde Ronald Reagan en 1986, o que sigue librando una intensa batalla para repudiar su ley de salud o dinamitar sus planes para regular la venta y el tráfico de armas.
Sacar adelante la reforma migratoria, que en estos días se debate en el Senado, es el gran reto pendiente del presidente, que de esta forma cumpliría con una promesa de campaña hecha desde el 2008 para sacar de la sombra a más de 11 millones de indocumentados. De lograr la reforma, consolidaría los apoyos al Partido Demócrata de un sector de los votantes que fue clave para su reelección. De fracasar en su empresa, el electorado hispano podría pasar factura en las próximas elecciones.
Para muchos, los primeros 100 días de su primer mandato permitieron a Obama corregir el curso que había dejado tras de sí la administración de George W. Bush para llevar a Estados Unidos a una cita con el apocalipsis financiero. Salvar a la nación del desastre económico consumió así los primeros 100 días de Barack Obama en su primer mandato.
Un prólogo de épicas proporciones que rivalizó con la feroz batalla librada ante un Partido Republicano empeñado en frustrar su iniciativa de reforma sanitaria y convertirlo en presidente de un sólo mandato.
Al final, el 23 de marzo del 2010, el presidente Obama promulgaría una ley de salud y reclamaría una importante victoria en un terreno donde presidentes como Franklin Roosevelt, Richard Nixon o Bill Clinton habían fracasado.
Buena popularidad
Para cualquier inquilino de la Casa Blanca, el inicio del segundo mandato suele traer consigo los primeros síntomas del agotamiento en la opinión pública. En el caso de Obama, los últimos sondeos de opinión, con niveles de entre 49% y 51% de aprobación según la página de Real Clear Politics, confirman que sigue gozando de un considerable índice de popularidad a 100 días de haber iniciado su segundo mandato. A pesar de ello, el presidente sigue teniendo considerables dificultades para sacara adelante su agenda legislativa. De hecho, en opinión de analistas como Albert R Hunt, “salvo la posibilidad de éxito de la reforma migratoria, su agenda avanza a ningún lado”.
Tras el revés sufrido en el Senado, donde fueron derrotadas sus iniciativas para implantar una prohibición contra las armas de asalto o ampliar los controles de antecedentes en la compra-venta de armas, el presidente se ha tenido que conformar con el avance de una legislación que elevará las penas contra quienes se beneficien del tráfico ilegal de armas.
Y, a pesar de que el líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid, ha insistido en que volverá a recuperar el debate sobre iniciativas de ley que ya han sido derrotadas y que buscan un mayor control en la compra-venta de armas, la falta de apoyos hace impensable una victoria de los demócratas y del propio presidente Obama.
En una nación donde casi 90% de sus ciudadanos apoyan un mayor control para las armas, particularmente las de asalto, la incapacidad para doblegar al poderoso lobby de las armas ha dejado al descubierto la debilidad de una presidencia como la de Obama y la habitual vena oportunista de miembros del Congreso (lo mismo demócratas que republicanos) que jamás renunciarían a los apoyos de la Asociación Nacional del Rifle para poder mantenerse en sus cargos.
Finalmente, con una crisis abierta en Siria, de donde los servicios de inteligencia siguen ofreciendo informes poco concluyentes sobre la utilización de armas químicas contra la población civil, Obama enfrenta un nuevo frente de guerra con republicanos de gran peso como John McCain y Lindsay Graham, quienes han insinuado incluso la posibilidad de demandar un juicio político en su contra por su “inacción” frente a la crisis siria.
Jaime Hernández corresponsal, EL Universal, 30 de abril.

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