El informe ratifica en trazos generales las tendencias conocidas sobre el impacto en regiones y sectores y confirma que la crisis es un verdadero parteaguas en la historia reciente de Cuba: “El país ha sido devastado en su infraestructura económica, social y habitacional como nunca antes”.
En el balance, el gobierno advirtió que maneja datos provisionales. Quizás por eso suena muy conservadora la valoración de pérdidas netas, si se considera que sólo el paso de Gustav fue estimado por Fidel Castro entre 3 mil y 4 mil millones de dólares.
Aun así, la pérdida calculada oficialmente representa cerca de 10.5 por ciento del producto interno bruto, según el economista Ariel Terrero. Si Cuba creció 7.5 por ciento el año anterior, el golpe de los huracanes en dos semanas fue mayor a toda la producción de un año, concluyó el especialista en un comentario en la televisión.
Mientras el mapa de la situación se va dibujando, aún no hay detalles del rumbo y alcance de los planes oficiales para remontar el desastre, en particular la forma de financiar el gasto mínimo en infraestructura y de garantizar la alimentación los próximos meses.
El informe sólo adelantó que “no faltará el rigor y la racionalidad… en el inevitable reajuste de programas y planes económicos y sociales a que nos obliga la primera prioridad de hoy: recuperarnos”. Además, reseñó daños de distinta fuerza en más de 787 mil hectáreas sembradas, poco más de la cuarta parte del total de tierra cultivada en el país, y otras pérdidas en alimentos.
El impacto sobrevino más de un año después de que el presidente Raúl Castro anunció reformas al sistema que, sin haberse detallado siquiera, ahora quedan bajo grandes signos de interrogación.
El informe no precisó el número de damnificados, pero a partir de sus propios cálculos puede estimarse que más de un millón tuvieron daños de consideración en sus viviendas, incluyendo a los que la perdieron por completo.
El gobierno reconoció que el asunto más grave es el de las viviendas, no sólo por la inversión, sino por la falta de trabajadores de la construcción, que ya había frenado los planes oficiales en el sector durante más de dos años.
Más de 4 mil tanques de agua domésticos quedaron dañados; siguen sin energía eléctrica la mayor parte de las provincias de Las Tunas, Holguín y Camagüey (oriente), por la magnitud del golpe en las redes, así como zonas de tamaño variable en el resto del país.
Una señal de los límites a los que ha llegado la situación es el intercambio de notas diplomáticas y declaraciones entre Cuba y Estados Unidos. Tras el paso de Gustav, Washington ofreció 100 mil dólares de ayuda a la isla, condicionada al envío de un equipo de inspección de daños; La Habana rechazó la oferta, pero pidió el cese del bloqueo o, al menos, la apertura de créditos privados para la compra de materiales a compañías estadunidenses.
Después de Ike, Estados Unidos repitió la oferta, esta vez de 5 millones de dólares en especie. Cuba volvió a rechazarla, aduciendo que no puede aceptar una donación “del gobierno que nos bloquea”. En cambio, insistió en su petición de créditos privados, al menos por seis meses.
El vocero del Departamento de Estado, Sean McCormack, dijo el lunes en Washington que “no hay cambio en nuestra política para otorgar licencias” de comercio con Cuba y que después de Gustav Washington había autorizado operaciones con la isla por 250 millones de dólares, incluso madera.
Una nota de prensa posterior agregó que Estados Unidos “está considerando las peticiones de Cuba para comprar otros materiales de construcción” y que las licencias se otorgarían de acuerdo con la ley, caso por caso.
La posición estadunidense sobre las ventas agrícolas (que incluyen madera) es la misma desde que esas operaciones se realizan desde 2001, bajo una excepción legal al bloqueo, con pagos en efectivo y por adelantado y no responden a la nueva petición cubana, que es obtener créditos privados.
Al hilo de esa tensión que corre en paralelo a la situación interna, decenas de artistas e intelectuales como la bailarina Alicia Alonso, los ensayistas y poetas Roberto Fernández Retamar, Cintio Vitier y Miguel Barnet, los trovadores Silvio Rodríguez y Pablo Milanés y el cineasta Alfredo Guevara pidieron a sus colegas en el mundo que “reclamen el inmediato levantamiento del criminal bloqueo y promuevan acciones de solidaridad y ayuda hacia nuestro país”.
Mientras, Cuba aceptó restablecer el diálogo político con la Unión Europea, después del levantamiento en junio pasado de las sanciones impuestas a la isla en 2003, informó el representante comunitario aquí, Javier Niño.
Ahora las partes negocian la forma de concretar el mecanismo, dijo. El acuerdo pondría fin a un conflicto de cinco años y abriría el camino a la reanudación de la ayuda oficial europea a la isla.
Gerardo Arreola, La Jornada, 17 de septiembre.
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