Centroamérica se olvida de la política de México


SAN JOSÉ.— El resultado de los comicios presidenciales mexicanos tendría, a corto o a mediano plazo, un impacto mínimo en la violenta zona centroamericana por un factor reiterado en la historia reciente de las relaciones regionales: en los últimos años,México perdió influencia y dejó de ser el principal socio latinoamericano deCentroamérica, que ahora registra una mayor y activa presencia de Colombia Venezuela.
Aunque los “sismógrafos” de la violencia en Centroamérica reaccionan al ritmo de las decisiones que México adopte contra el crimen organizado, en general, y el narcotráfico y el contrabando y trata de personas, en particular, y resienten las operaciones ejecutadas por las mafias que controlan un abanico de actividades criminales en el istmo, tampoco se prevé que el desenlace de la campaña electoral mexicana altere la situación de inseguridad regional.
“México ha perdido muchísima influencia en Centroamérica. Ya no es el México de las décadas de 1970, 1980 y 1990”, con gran peso en la zona, dijo el guatemalteco Héctor Rosada, analista privado de inteligencia y presidente del Centro de Estudios y Estratégicos y de Seguridad en Centroamérica, ente no estatal de Guatemala.
“Centroamérica no existe en el discurso de campaña en México, pero en Centroamérica no existe la campaña de México. No está siendo tema. Está siendo tema la bronca entre candidatos, quién es cada quién. Pero no en contenidos ni en perspectivas de cambio. Si de cambio se está hablando (en México), es de cambio de partido, pero tampoco se dice qué significa eso”, dijo Rosada en entrevista con EL UNIVERSAL.
Los candidatos presidenciales mexicanos “están hablando de la seguridad en México, de lo que significa hablar de la puerta de atrás, que es Centroamérica. El alza de la inseguridad la tenemos por las decisiones políticas que se han tomado en seguridad (en México). Una cosa es no mencionar a Centroamérica y otra cosa es que estructuralmente Centroamérica influya en eso, con migrantes y seguridad”, agregó.
Enfocados en problemas internos
De ser considerado en algunas etapas del siglo XX como “hermano mayor” de los centroamericanos, con fuertes enlaces culturales, México redujo su proyección al istmo, en especial en el gobierno del Presidente Felipe Calderón. Analistas y observadores de las relaciones mesoamericanas atribuyeron el fenómeno a que México está concentrado en atender sus profundos problemas internos de seguridad, mientras que su política exterior se basa en el nexo con Estados Unidos, su principal mercado y socio.
México, protagonista de la pacificación centroamericana en los decenios de 1980 y 1990, mantiene estrechos lazos comerciales con una zona que, por su cercanía geográfica, siempre fue su área inmediata de influencia. Pero aunque mantiene relaciones cordiales con los centroamericanos, México abrió un espacio que ha sido aprovechado por Colombia, ahora con estrechos lazos con Panamá, Costa Rica y Honduras, y Venezuela, el más importante aliado de Nicaragua.
El istmo es, para México, un punto clave en asuntos migratorios, como pasadizo de miles de latinoamericanos, africanos y asiáticos que entran por tierra a suelo mexicano rumbo a Estados Unidos. Asimismo, el área se ha convertido desde hace casi 10 años en una base de operaciones de los cárteles mexicanos del narcotráfico y de otras mafias del crimen organizado, por lo que la seguridad es tema permanente de la agenda Centroamérica—México. Pero el vínculo de las dificultades mexicanas de seguridad y migración con el istmo está excluido de la pugna electoral.
“Ninguno de los tres (principales) candidatos presidenciales ha tenido en sus intervenciones referencias concretas a las relaciones de México con Centroamérica”, afirmó el nicaragüense Carlos Tünnermann, ex embajador de Nicaragua en Washington y conocedor de los nexos históricos entre mexicanos y centroamericanos. Los aspirantes presidenciales mexicanos “se han enfocado más en los problemas internos de México”, añadió, consultado por este periódico.
Posición compartida
Mexicanos y centroamericanos por igual, subrayó, “estamos en el mismo problema, porque Centroamérica es un puente de tránsito de la droga, de dinero de la droga y en México ocurre algo similar con la droga que va hacia Estados Unidos”.
Al respecto, la hondureña Julieta Castellanos, rectora de la estatal Universidad Autónoma de Honduras, dijo que el próximo gobierno de México debe negociar con Centroamérica “para tener una propuesta y un plan regional de combate al delito”, así como de los problemas migratorios comunes.
“Una política de seguridad ciudadana y de seguridad nacional debe tener un enfoque regional”, recalcó, al insistir en que esas iniciativas tampoco deben ser aisladas. “No pueden ser llevadas de manera unilateral”, explicó, tras recordar que las débiles estructuras de los Estados centroamericanos han sido impactadas por los planes de lucha contra el crimen organizado ejecutados en los últimos años por Colombia y México.
La relación México-Centroamérica “puede sufrir altibajos, dependiendo de cuál sea la voluntad diplomática del socio mayor de comprometerse con el istmo”, puntualizó el costarricense Luis Guillermo Solís, quien es catedrático de la Escuela de Ciencias Política de la estatal Universidad de Costa Rica y ex diplomático.
A decir de este experto, México y Centroamérica “se benefician cuando están y trabajan cerca y se perjudican con la situación inversa”.
José Meléndez corresponsal, El Universal, 1º de junio.

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