Desgasta al PAN elección de sus candidatos para esta contienda


Desgastado por un largo proceso de selección de sus candidatos a la Presidencia y al Congreso, que en estados como Nuevo León, Veracruz y Chihuahua derivó en fuertes enfrentamientos, el PAN llega a los comicios con el reto de frenar la tendencia decreciente en las preferencias electorales que registra desde 2009.
En tres años, el partido que sacó al PRI de Los Pinos vio desaparecer el llamado corredor azul en el estado de México al perder municipios que por años había gobernado, como Naucalpan y Tlalnepantla. En Jalisco, estado tradicionalmente panista, no retuvo importantes alcaldías, entre ellas Guadalajara, y a escala de gubernaturas no refrendó el triunfo en San Luis Potosí, Querétaro y Aguascalientes.
Todo esto, producto de divisiones internas, malos gobiernos y la pérdida de principios básicos del PAN, comentan fuentes del blanquiazul, y refieren que en 12 años de gobiernos panistas se pudo haber hecho mucho, pero nos atrevimos a poco.
En 2009 empezó la racha descendente, al grado que su dirigente Germán Martínez Cázares renunció ante los malos resultados obtenidos. En las elecciones intermedias de ese año, AN ganó 143 diputaciones federales, 67 menos que en 2006, cuando llegó a 206. Además, perdió las gubernaturas de San Luis Potosí y Querétaro y no pudo arrebatarle al PRI la de Nuevo León. Sólo triunfó en Sonora. A escala de municipios, resaltó la pérdida de Guadalajara, Toluca, Naucalpan y Tlalnepantla.
En 2010, la situación no mejoró. Perdió el gobierno de Aguascalientes y por más esfuerzos que hizo no logró ganarle al PRI en Durango y Veracruz. Con César Nava a la cabeza, decidió ir a las elecciones de Oaxaca, Sinaloa y Puebla en coalición con el PRD y el Panal. Sólo así los partidos coaligados sacaron al tricolor de las gubernaturas citadas, pero a la fecha sólo el mandatario de Puebla, Rafael Moreno Valle, ha mantenido intimidad con el panismo.
En 2011, obtuvo la gubernatura de Baja California Sur, pero sufrió una dolorosa derrota en el estado de México, donde su candidato, Luis Felipe Bravo Mena, quedó en tercer lugar con 12 por ciento de los sufragios, abajo de PRD y PRI. En Guerrero perdió el registro con sólo 1.31 por ciento de la votación.
A esta tendencia se suma el desgaste de la elección de candidatos a diputaciones federales y senadurías. El Comité Ejecutivo Nacional (CEN) designó aspirantes a diputados en 50 por ciento de los 300 distritos y a senadores en 75 por ciento de los estados.
Eso provocó cientos de impugnaciones ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y que los precandidatos a la presidencia Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel, pidieran, sin éxito, al dirigente nacional Gustavo Madero, reconsiderar la decisión. Los magistrados evitaron el dedazo en casi todos los lugares apartados y obligó a la cúpula panista a hacer elecciones.
Pero los comicios no estuvieron exentos de conflictos. Los más sonados fueron en Chihuahua y Veracruz , donde se denunciaron prácticas de compra y coacción del voto, lo que originó quejas ante la Comisión Nacional de Elecciones, que terminó por designar candidatos.
Otra disputa importante ocurrió en Nuevo León, donde el CEN, avalado por el tribunal electoral, designó aspirantes a diputados y senadores, pero los electos no fueron bien recibidos por la vieja cúpula panista regiomontana. En particular, molestó el caso del edil de Monterrey, Fernando Larrázabal, ubicado como candidato plurinominal a una diputación. La inconformidad llevó al CEN a retirarle la candidatura y darle una de mayoría relativa.
Georgina Saldierna, La Jornada, 1º de julio.

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