“En el camino se duerme como perro, aguantando frío y hambre”, narra migrante su travesía por México, rumbo a EU

Han transcurrido más de 20 horas y ya se perdió comunicación con Edgar David de Ríos, de Honduras, quien la tarde del sábado subió a La Bestia a la altura del albergue ubicado en el municipio de Huehuetoca, Estado de México, para intentar cruzar la frontera y reencontrarse con su esposa y sus dos hijas que se encuentran en Houston, Texas.

Antes de que iniciara su travesía, sin dinero y expuesto al peligro que implica viajar en el tren, le fue entregado un celular para monitorear su trayecto, sin embargo, todo el día de ayer no fue posible contactarlo.

 Pero David no viaja solo. Entre el grupo de diez personas que salió el sábado del albergue en el ejido San Bartolo, a cargo del padre Juan Antonio Torres, está Johnny Antonio Núñez, que al igual que su compatriota dejó Honduras por la pobreza en la que viven.

 Johnny tiene contados los días que lleva alejado de sus cuatro hijos y su esposa, y también no puede olvidar los 14 días que tuvo que caminar para poder llegar a Tierra Blanca.

 "Hace un mes y dieciséis días que salí de mi país porque así nos obliga la pobreza, no hay trabajo y con mil lempiras que nos pagan a la semana no alcanza para nada", comenta a Crónica.

 —¿Y su familia en dónde la dejó?

—A mi familia la dejé en casa de mi abuela, en el departamento de Colón, porque traerlos es peligroso, de por sí uno solo corre peligro, imagínese si vengo con los niños, no podría correr en caso de ser necesario.

—¿Con cuánto dinero salió de su país?

—Le dejé mil lempiras a mi esposa (aproximadamente 500 pesos mexicanos) y yo me traje otras mil lempiras, pero en Palenque me asaltaron y ya no traigo nada.

—¿Y cómo le hace sin dinero?

—En el camino pedimos dinero, los mexicanos son buenos, aunque también hay gente mala, pero en general sí nos apoyan. Desgraciadamente hay hermanos que viajan con nosotros y aprovechan para asaltar a los mexicanos, por eso luego ya no nos quieren apoyar. Ya ve lo que pasó con el otro albergue, que lo cerraron porque los vecinos ya no nos querían.

—¿Su esposa trabaja?

—Es empleada doméstica, pero pues no alcanza para nada, por eso es que decido intentar llegar a Estados Unidos, para darles una mejor vida. No quiero riqueza, simplemente que no les falte nada.

—¿Y por qué dice que caminó por 14 días?

—Lo que pasa es que se descarriló el tren y todos los que íbamos en La Bestia tuvimos que caminar desde Coatzacoalcos hasta Tierra Blanca, Veracruz. Pero fueron los 14 días más peligrosos. Siempre le pedí a Dios de que no me fuera a pasar nada, de que no me secuestraran Los Zetas.

 Es la segunda ocasión que Johnny intenta llegar a Estados Unidos y, aunque es doloroso dejar a su familia, reitera, "lo hago por ellos".

 "Hemos sufrido mucho, en el camino se duerme como perro, aguantando fríos, hambre… pero tengo que darles una mejor vida a mis hijos. Dios nos protege y vamos de su mano".

 En pocos días espera llegar a Estados Unidos y buscar a su hermano, que ya tiene mucho tiempo que no sabe de él.

 "Extraño mucho a mi familia", termina con una voz entrecortada.


Dennis A. García en Huehuetoca, La Crónica, 6 de agosto.

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