WASHINGTON (Agencias).— Estados Unidos rechazó ayer las acusaciones de “chantaje” lanzadas la víspera por el presidente cubano, Raúl Castro, por las huelgas de hambre de opositores y subrayó que el bienestar de los presos es “responsabilidad” del gobierno de La Habana.
El gobierno cubano “tiene, de acuerdo con la ley internacional, responsabilidades fundamentales de cuidar a sus ciudadanos, incluidos aquellos bajo custodia, y debería cumplir esas obligaciones”, dijo el portavoz del Departamento de Estado de EU, Philip Crowley, en su rueda de prensa diaria.
Crowley recordó que Cuba “no permite a ninguna agencia humanitaria”, incluido el Comité Internacional de la Cruz Roja, supervisar las condiciones carcelarias en la isla y aseguró que Washington siente una “grave preocupación” por la situación de “sobrepoblación, falta de higiene y de agua potable” en las cárceles en la isla.
El domingo, Raúl Castro acusó a Estados Unidos y Europa de haber lanzado una “descomunal” campaña de descrédito contra Cuba y aseguró que su gobierno no cederá al “chantaje” de las huelgas de hambre como la del disidente Guillermo Fariñas, quien lleva rechazando alimentos desde poco después de la muerte por una protesta similar del preso político Orlando Zapata.
El general afirmó el domingo que Cuba prefiere “desaparecer” antes que aceptar el “chantaje” que le hacen EU, Europa y la oposición con “manipulaciones” sobre la vigencia de los derechos humanos y la democracia. “Este país jamás será doblegado. Antes prefiere desaparecer como lo demostramos en 1962”, dijo Castro en alusión a la crisis de los misiles, clímax de la Guerra Fría.
Fariñas indicó ayer estar dispuesto a llevar su protesta hasta la muerte, aunque Castro haya dicho el domingo que su gobierno no se responsabiliza por la posible muerte del disidente, que ha perdido más de 15 kilos de peso desde que comenzó su ayuno el 24 de febrero para reclamar la liberación de presos políticos enfermos.
“Era de esperar (...) que me van a dejar morir”, dijo Fariñas, un psicólogo de 48 años . “Esto es un asesinato de Estado”, añadió por teléfono desde la habitación de un hospital público de la ciudad de Santa Clara, unos 270 kilómetros al este de La Habana, donde está internado.
El Universal, 6 de abril.
El gobierno cubano “tiene, de acuerdo con la ley internacional, responsabilidades fundamentales de cuidar a sus ciudadanos, incluidos aquellos bajo custodia, y debería cumplir esas obligaciones”, dijo el portavoz del Departamento de Estado de EU, Philip Crowley, en su rueda de prensa diaria.
Crowley recordó que Cuba “no permite a ninguna agencia humanitaria”, incluido el Comité Internacional de la Cruz Roja, supervisar las condiciones carcelarias en la isla y aseguró que Washington siente una “grave preocupación” por la situación de “sobrepoblación, falta de higiene y de agua potable” en las cárceles en la isla.
El domingo, Raúl Castro acusó a Estados Unidos y Europa de haber lanzado una “descomunal” campaña de descrédito contra Cuba y aseguró que su gobierno no cederá al “chantaje” de las huelgas de hambre como la del disidente Guillermo Fariñas, quien lleva rechazando alimentos desde poco después de la muerte por una protesta similar del preso político Orlando Zapata.
El general afirmó el domingo que Cuba prefiere “desaparecer” antes que aceptar el “chantaje” que le hacen EU, Europa y la oposición con “manipulaciones” sobre la vigencia de los derechos humanos y la democracia. “Este país jamás será doblegado. Antes prefiere desaparecer como lo demostramos en 1962”, dijo Castro en alusión a la crisis de los misiles, clímax de la Guerra Fría.
Fariñas indicó ayer estar dispuesto a llevar su protesta hasta la muerte, aunque Castro haya dicho el domingo que su gobierno no se responsabiliza por la posible muerte del disidente, que ha perdido más de 15 kilos de peso desde que comenzó su ayuno el 24 de febrero para reclamar la liberación de presos políticos enfermos.
“Era de esperar (...) que me van a dejar morir”, dijo Fariñas, un psicólogo de 48 años . “Esto es un asesinato de Estado”, añadió por teléfono desde la habitación de un hospital público de la ciudad de Santa Clara, unos 270 kilómetros al este de La Habana, donde está internado.
El Universal, 6 de abril.
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