Escritor, periodista, ex preso político y líder desde 1990, cuando la fundó, de la Unión Liberal Cubana, Montaner —un “furioso anticastrista”, según lo define el diario Clarín de Buenos Aires— se exilió en 1970 en España. Desde ese su punto de apoyo —convertido hoy en el lobby anti-Castro(s) más activo de Europa y América (Florida incluido)—, Montaner supo convertirse en uno de los columnistas más leídos de la prensa hispanoamericana. Ha publicado más de una veintena de libros, entre ellos el Manual del perfecto idiota latinoamericano, co-escrito, entre otros, con Álvaro Vargas Llosa. En estilo irónico —concebido como un contra-best-seller del antológico Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano— el libro es un icono de la derecha liberalmente conservadora, y en síntesis plantea dos cosas: una, que los latinoamericanos somos responsables en primer lugar de nuestro desgraciado destino, y dos: que éste es como es porque además somos “idiotamente izquierdistas”.
Entrados en polémica desde finales de marzo, cuando Rodríguez lanzó una lista de veinte interrogantes en un portal de internet (“Preguntas de un trovador que sueña”, 21 de marzo), de las cuales una atañe al ensayista (“Si los miles de cubanos que perdimos familia en atentados de la CIA hiciéramos una carta de denuncia, ¿la firmaría Carlos Alberto Montaner?”), el intercambio epistolar cruzó a abril aunque sin perder su “genuina cordialidad cívica”, como despide Montaner a Silvio en su “Segunda respuesta” (Madrid, 2 de abril); seguida por otros dos intercambios, el último del 9 de abril, que han recibido un importante despliegue en periódico El País, al cual el músico también le pasa la factura al preguntar: “Si un huelguista de hambre exigiera que Obama levantara el bloqueo, ¿lo apoyaría el Grupo Prisa?”.
[Al respecto, y sin temor a entrar en una polémica en la cual, de hecho, ya entramos —al escribir el 25 de febrero “¿Cuál es ese no que cuesta la vida?” (“Daños colaterales”, MILENIO, 25 febrero) ante la huelga de hambre de 85 días de Orlando Zapata, que murió finalmente el 23 de febrero—, hay dos coberturas en donde El País olvida un intento de cualquier equilibrio: sobre Cuba precisamente, y respecto del proceso político en Bolivia, frente al cual la “mirada española” parece seguir estando permeada por la misma lógica monárquica y racista que guió la Conquista de 1492 y el posterior arrasamiento de los pueblos indígenas.]
Volviendo a la diatriba en cuestión, cuenta la leyenda que en los años ochenta, en una cena de un amigo común, en Madrid, Montaner dijo del poeta y ex diputado Silvio Rodríguez que “encontré a una persona flexible y crítica. No se parece al sistema que defiende”. Y puede que sea cierto, porque pese a su adhesión a la Revolución de 1959, éste se lanzó al ruedo tras la catalizadora muerte de Zapata, con una serie de críticas públicas a la falta de cambios prometidos y de oxigenación de las demandas de gran parte de la juventud cubana —y no sólo— sobre una gama de derechos y libertades ciudadanas inexistentes en la isla so argumento del bloqueo de Estados Unidos.
Rodríguez es intransigente en dos puntos, que compartimos ampliamente: el cese total del bloqueo a la isla, y que EU devuelva el territorio de Guantánamo donde opera ilegalmente una base naval desde comienzos del siglo XX.
Fuera de eso, Silvio Rodríguez recoge el guante lanzado por Montaner, cuando éste a su vez le requiere: “¿Firmaría el cantautor una carta de denuncia de los atropellos a los presos políticos y a los disidentes cubanos, una condena de la censura, el partido único, la persecución por motivos de ideas, creencias o preferencias sexuales?”
Según este improvisado conteo de los reclamos epistolares de cada quien, Rodríguez ha dicho públicamente que “si estuviera en mis manos, yo habría amnistiado a esos cien presos que algunos llaman ‘de conciencia’. Creo que hay que superar la lógica de la guerra fría y que nuestra política no debería articularse con la política de nadie”, en alusión a no supeditar al cese del bloqueo la apertura en Cuba. “No me importaría que dijeran que los liberé por presión. Yo sabría que lo hice porque hay que cambiar la vieja lógica”.
También, que “hay que superar la erre de la revolución”, es decir, “evolucionar”, “restaurar lo decrépito que veo”; superar también la censura porque “mi posición es que todos tengamos derecho a la información”; Cuba demanda “a gritos una revisión de montones de cosas, de montones de conceptos, hasta de instituciones” y que hay “demasiada sombra/ demasiado sol/para encadenarnos/a una sola forma/y una sola voz”.
Con todo, no puede haber lugar a tergiversaciones en los planteamientos de Silvio Rodríguez ya que, si años atrás él dejó muy clara su postura en “El necio”: “para cederme un lugar en su Parnaso,/para darme un rinconcito en sus altares/me vienen a convidar a arrepentirme,/mi vienen a convidar a indefinirme,/me vienen a convidar a tanta mierda./Yo no sé lo que es el destino,/caminando fui lo que fui./Allá Dios, que será divino. Yo me muero como viví”, hoy reitera que “sigo teniendo muchas más razones para creer en la revolución que para creer en sus detractores”.
Montaner, en tanto, aún no ha dicho nada del bloqueo de Estados Unidos, como lo invitó Silvio Rodríguez. Tampoco ha escrito la carta denuncia contra la CIA, aunque ha dicho que “sí la firmaría”.
Irene Selser. Ciudad de México, Milenio, 12 de abril.
1 comentarios:
Excelente reproducción del hilo que ha seguido este intercambio que a mi juicio no llevará a ninguna parte. Ni uno ni otro están calificados para hablar en nombre de Cuba, porque ambos han estado irremediablemente alejados del verdadero drama que vive el cubano de a pie día tras día.
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