La subasta ha sido criticada por favorecer a Nextel-Televisa sobre otros competidores, que de ninguna manera son pequeños. Telcel, propiedad de Carlos Slim, el dueño de América Móvil, es con mucho el principal operador del mercado, con una participación de más de 70%. La gigante española Telefónica ocupa un lejano segundo lugar, con 20%. Sin embargo, intenta desarrollarse en México con técnicas que han obtenido formidables resultados en otros países latinoamericanos. Otra participante no menos importante es Iusacell, propiedad de Grupo Salinas, que encabeza Ricardo Salinas Pliego.
Los críticos, entre ellos varios legisladores, afirman que Nextel y Televisa pudieron comprar la nueva licencia por una bagatela, porque prácticamente se prohibió participar a otros competidores. Afirman que las cifras no dejan lugar a dudas: Nextel México ofreció 18 millones de pesos por 30 megahercios (Mhz) del espectro, lo cual representa una fracción de las cantidades obtenidas por concesiones similares en otros países. Y sin duda es minúscula en comparación con los 3 mil 790 millones que Telcel tuvo que ofrecer por 21 bloques locales de 21 MHz, e incluso con los mil 270 millones que pagará Telefónica por seis bloques locales de 10 MHz subastados en el mismo proceso. Los críticos más vehementes la consideran una suma “irrisoria” y una afrenta al interés nacional de México.
Muchos observadores creen que el objetivo real de la subasta fue incrementar la competencia en un mercado estratégico en el que los precios son altos por falta de ella. Algunos la ven como otro paso para limitar el poder político y económico de Carlos Slim, el hombre más rico del mundo. Gran parte de la fortuna de Slim deriva de las operaciones de América Móvil. Además de Telcel, la firma posee Telmex, el antiguo monopolio telefónico estatal, que controla alrededor de 90% del mercado de telefonía fija y es el principal proveedor de Internet en el país. Juntas, esas dos empresas dan a Slim un bastión en el mercado mexicano de telecomunicaciones. A Telmex, por ejemplo, se le ha acusado de negarse a compartir con otros operadores su infraestructura, construida en su mayor parte con fondos públicos antes de la privatización.
La posición de Slim es tan fuerte que sin duda se requerirá mucho más que una subasta para hacer una muesca significativa en su control del mercado. Con todo, la entrada de Televisa crea algunas posibilidades interesantes. Por principio de cuentas, Nextel México será la única empresa capaz de ofrecer paquetes de cuádruple play a clientes mexicanos, es decir, telefonía fija y móvil, Internet y televisión de paga. Por razones de regulación, Telmex y Telcel no pueden ofrecer acceso a televisión. Telefónica, siendo empresa extranjera, no puede tener una participación mayoritaria en un proveedor de línea fija. (Posee 49% de la firma GTM, con la expectativa de que se apruebe una muy discutida ley que liberalice esa industria.)
La Cofetel y la Comisión Federal de Competencia han sostenido que, para emparejar el campo de juego, deben levantarse las restricciones para que Telmex ofrezca televisión. Sin embargo, eso representaría otra dura batalla, porque la posición de Televisa en ese mercado es similar a la de Slim en los sectores de telefonía fija y móvil. Televisa posee alrededor de 70% del teleauditorio mexicano y también tiene posición dominante en telefonía de paga. El poder político de esa empresa no puede subestimarse en un país adicto a la televisión. De hecho, analistas han señalado que varios políticos de alto nivel cortejan a la firma con vistas a las elecciones de 2012, las cuales prometen ser muy cerradas.
En tribunales
El tema, por lo tanto, no se apagará pronto. Los tribunales deben resolver una demanda legal contra la subasta de julio, entablada por el Grupo Salinas, y la Cofetel ha reconocido que los jueces aún podrían emitir una orden para suspender la entrega de la concesión y tendría que acatarla. A pesar de ello, la Secretaría de Comunicaciones y transportes sostiene que no ve mayores obstáculos para que Nextel México comience a operar el nuevo espectro. La empresa ha anunciado que ya pagó los 180 millones y que planea invertir 19 mil millones más en crear nuevas redes inalámbricas.
Telefónica también podrá ofrecer servicios de 3G más competitivos gracias a su compra de seis bloques de espectro en la subasta reciente. El grupo ha incrementado en 5% su participación de mercado en años recientes, al tiempo que Telcel ha perdido 3%, según estimaciones locales. Telefónica no ha comentado sobre los sucesos recientes, pero medios hispanos han acusado al gobierno de México de actuar por cuenta de Televisa y obstruir los planes del consorcio español.
Lo que puede ser más preocupante para el desarrollo a largo plazo del mercado mexicano de las telecomunicaciones es la aparente incapacidad de las autoridades para promover procesos tersos en la asignación de nuevas concesiones. Ésa es sin duda una razón por la que no se presentaron nuevos competidores a la nueva serie de subastas. Se ha dicho que las preocupaciones por la capacidad y disposición de las autoridades a aplicar las reglas y enfrentar a consorcios como América Móvil y Televisa son una de las causas principales por las que firmas internacionales han suspendido planes de entrar en el potencialmente rico mercado mexicano.
Los esfuerzos del gobierno por atraer nuevos participantes al mercado no han rendido fruto. Pocos creen que el abrumado presidente Felipe Calderón, pese a sus promesas de campaña, sea capaz de enfrentar a Slim y otros barones industriales que poseen posiciones dominantes en mercados importantes.
La propia Cofetel ha aducido que los continuos litigios dentro de la industria han evitado que ésta se desarrolle tanto como pudiera. De hecho, el reciente proceso de licitación fue objeto nada menos que de 53 impugnaciones legales. Según ese órgano, México tiene ya emplazados 120 Mhz de redes de telefonía móvil, pero el número debería estar cerca de 700. Durante largo tiempo, los grandes grupos industriales han dominado sectores enteros de la economía mexicana. En las telecomunicaciones y otras áreas, es tarea de las autoridades crear condiciones ideales para que los recién llegados desafíen a esos grupos, lo cual sin duda beneficiaría a los consumidores.
Fuente: EIU
Traducción de textos: Jorge Anaya
La Jornada, 31 de agosto.
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