Muestra Santos señales positivas de cambio, “no de ruptura” con Uribe

Bogotá, 7 de agosto. En la alineación del equipo ministerial del nuevo presidente Juan Manuel Santos pueden leerse algunas señales que apuntan no a una ruptura, pero sí a un cambio de ruta respecto a su antecesor, Álvaro Uribe.

“A partir de datos concretos, veo que Santos pretende pasar de la seguridad democrática, que tanto daño hizo a la institucionalidad del país, a lo que ha llamado la prosperidad democrática. Intenta corregir algunos de los rasgos más terribles del uribismo, como el de que todo vale para conseguir sus fines”, señala Hollman Morris, periodista, director del programa Contravía, el espacio informativo más premiado y a la vez más perseguido de Colombia.

Algo bueno traerá Maduro
El gabinete presidencial integra en una porción significativa a políticos ajenos al círculo uribista, incluso a funcionarios que rompieron con el ahora ex presidente. Señala el caso de María Ángela Holguín Cuéllar, nueva ministra de Relaciones Exteriores. Diplomática de carrera, fue la primera embajadora del gobierno de Uribe en Venezuela (2002-2004), periodo en el cual no estallaron los pleitos entre los presidentes Hugo Chávez y Uribe, que después fueron tan frecuentes. Posteriormente fue embajadora ante las Naciones Unidas, de donde renunció en 2006 en protesta por los constantes nombramientos de familiares del círculo cercano al presidente, en un franco tráfico de influencias.

En contraste con la belicosidad antichavista de los medios oficiales, Holguín Cuéllar armó la asistencia del canciller Nicolás Maduro a la ceremonia de posesión, a pocos días de la ruptura de relaciones diplomáticas entre los dos países, y declaró a la prensa que ésta traerá “algo bueno” para la relación colombo-venezolana.

Otro nombramiento que Morris destaca como signo de cambio es el del ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo. Perteneciente al poderoso sector cafetalero y catedrático, Morris destaca su faceta como estudioso e impulsor comprometido de una reforma agraria “que urge en este país” para revertir los masivos despojos de tierras que en muchas regiones impusieron los grupos paramilitares, causa principal del desplazamiento interno de cerca de cinco millones de campesinos.

“Lo que sí veo como señal de continuismo, como un lunar negro, es la ratificación del director del Departamento Administrativo de Seguridad, Felipe Muñoz. Èl supo del espionaje y las conjuras diseñadas desde el DAS contra miles de opositores”.

En contraste con esta asignación, en días pasados el nuevo ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, se comprometió a revisar el esquema de seguridad para garantizar la protección de dirigentes políticos y defensores de derechos humanos “en alto riesgo”. Específicamente mencionó a la senadora liberal Piedad Córdova, en primer lugar.

¿Fin del embrujo autoritario?
“No sé si Santos representa continuismo o ruptura”, asegura Morris, quien se define como “una de las voces críticas” del régimen y quien, por esta razón, se convirtió en blanco de hostigamiento para la policía política del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). Las amenazas y agravios que sufrieron él, sus hermanos y su esposa obligaron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a dictar medidas cautelares para su protección. Además, provocó que su programa Contravía perdiera todos sus espacios de difusión, por lo que ahora sólo se puede ver marginalmente en Youtube.

“Lo que sí espero es que estemos llegando al fin de la era de la seguridad democrática, que dejó grandes hoyos negros en las instituciones, en la legalidad y afectó a millones de colombianos humildes”.

El documentalista, atacado personalmente por Uribe, quien lo acusó de hacer “apología de la violencia”, destaca entre los gestos con los que Santos trata de distanciarse de su antecesor su compromiso de restañar las heridas entre el poder ejecutivo y el judicial. En los últimos días, el ahora presidente se reunió en dos ocasiones con todos los jueces y magistrados y hoy las cortes fueron invitadas en pleno a la ceremonia de ascensión. “Fue tan grande el irrespeto de Uribe hacia los magistrados que este gesto de Santos sí representa una ruptura con una de las conductas del pasado”.

–Con el fin de la era Uribe ¿se rompe lo que las organizaciones de derechos humanitarios llamaron el “embrujo autoritario” que le permitió cometer las peores atrocidades sin afectar su popularidad y con total impunidad?

–Al menos hay señales de que es posible. Pero esperamos más. Por ejemplo, que se le devuelva el buen nombre a las personas y organizaciones que durante ocho años fueron estigmatizadas por disentir. Los que hemos sido víctimas de persecución esperamos de Santos un mensaje claro, un compromiso de que esto no se va a repetir. Además, esperamos poder reunirnos con él en el menor plazo posible. Vamos a pedirle garantías para que en este país puedan ejercerse el disenso y el periodismo crítico sin ser descalificados como politiqueros o traficantes de derechos humanos.

“Durante los últimos años, la prensa progresista, los opositores y disidentes, las organizaciones que denunciaban los excesos del poder, los líderes sociales y activistas fueron etiquetados como terroristas al servicio de las FARC. Esto hizo un daño tremendo a familias enteras. Continuismo en este sentido significa incendiar el país”, concluye el informador.
Blanche Petrich, La Jornada, 8 de agosto.

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