El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, confesó que tenía sentimientos encontrados después de visitar al superviviente, el sargento de la policía Luis Alberto Erazo, quien huyó de sus captores cuando éstos asesinaban a los otros secuestrados en medio de un operativo del Ejército.
Santos exaltó “el heroísmo de quienes fueron asesinados a mansalva”, en alusión a los tres policías y el militar muertos con un tiro de gracia.
“Me rompieron las alas”. Durante la espera, Johan Steven, hijo del ejecutado sargento José Libio Martínez, el secuestrado que pasó más tiempo en poder del grupo guerrillero al sumar casi 14 años de cautiverio, escribió una dramática carta a las FARC a las que suplicó que dejen las armas y “liberen a los demás secuestrados, sanos, salvos y lo más importante, con vida”.
“Señores de las FARC, ustedes el 26 de noviembre me rompieron las alas, me rompieron el anhelo de conocer a mi padre personalmente, de darnos ese abrazo tan anhelado por 13 años, 11 meses y 5 días”, sostuvo con una entereza propia de un adulto.
Mientras tanto, Amnistía Internacional (AI) declaró que la ejecución por las FARC de cuatro de sus rehenes podría suponer un “crimen de guerra”.
Los cuatro ejecutados, que llevaban en cautiverio entre 10 y 14 años, eran miembros de las fuerzas de seguridad de Colombia, y según el Gobierno colombiano tres de ellos recibieron un tiro en la cabeza y uno de ellos, dos tiros en la espalda.
Marcelo Pollack, representante de AI en Colombia hizo un llamado para que las FARC traten de manera humana a todos los capturados de las fuerzas de seguridad, de acuerdo con las leyes humanitarias internacionales.
En un comunicado, AI pidió a las autoridades colombianas que se aseguren de que los responsables de estos crímenes responderán ante la Justicia.
Condena de EU. Un portavoz del Departamento de Estado de EU dijo que “este acto terrorista debería ser condenado por todo el mundo” y advirtió que Estados Unidos “seguirá apoyando para poner fin a todas las formas de terrorismo que existen en Colombia, en el marco del respeto a los derechos humanos y la ley”.
Tras la ejecución de cuatro secuestrados por las FARC el sábado, cuando otro más escapó con vida de esa masacre, la lista de cautivos “canjeables” en poder de esta guerrilla ha pasado de 16 a 11.
El policía colombiano Luis Alberto Erazo, único rehén sobreviviente de la masacre de las FARC, explico en su primera entrevista, que él y sus compañeros ejecutados caminaban desde hacía mes y medio por la selva, huyendo de las tropas del ejército y dijo que eran encadenado por las noches.
Al campamento de las FARC donde se produjo la matanza en medio de una operación militar habían llegado el día anterior, es decir, el viernes. El que ejercía de comandante, un tal Arturo, les “había dicho que en caso de disparos debían correr hacia el lado de ellos, que ellos les entregarían a sus familias o moriría con ellos; pero yo corro hacia el monte y mis compañeros corren hacia ellos y los matan a mansalva”, reveló, tras señalar que lo único que se lo ocurrió fue “correr al monte y esconderme dentro de un tronco”.
“A las cinco de la tarde salí de mi escondite; me dirigí a un claro en la selva y veo unos uniformados que trabajaban con una motosierra, y dije, estos son soldados, me ven y echan mano a las armas y dije soy policía, y ellos, somos del Ejército, me abrazaron y venga para acá”.
Erazo dijo que nunca escuchó dónde se esconden el nuevo jefe de las FARC, Timochenko, pero dejó claro que las fuerzas armadas colombianas llegarán “hasta el infierno, lo van a traer, lo van a dar de baja”.
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