Diez años de Asociación Estratégica

La Unión Europea y América Latina y el Caribe se reúnen por quinta vez al más alto nivel político, hoy, en una Cumbre en Lima, Perú.

Transcurridos casi 10 años desde la primera cumbre que se celebró en Río de Janeiro en 1999, me parece este un momento oportuno para compartir con nuestros conciudadanos de Latinoamérica y el Caribe la visión que desde Europa tenemos de la asociación estratégica que entonces lanzamos, y sobre los temas que discutiremos en Lima, como la lucha contra la pobreza y por un desarrollo medioambientalmente sostenible.

Cuando nuestras regiones se reunieron por primera vez, América Latina y el Caribe no contaba aun con las impresionantes tasas de crecimiento registradas en los últimos 5 años. La Unión Europea no había todavía realizado el proceso de ampliación hacia el Este y cuestiones como el cambio climático y el calentamiento global aún no ocupaban nuestra agenda birregional con la importancia que lo hará en la Cumbre de Lima, o en la agenda doméstica e internacional de la Unión Europea.

Otras cuestiones, como la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión, han estado presentes de manera permanente en nuestro diálogo y cooperación desde un principio, pero los fundamentos macroeconómicos de la región no eran tan favorables como lo son ahora para nuestro objetivo común de reducción de estas lacras.

Europa ve a América Latina y el Caribe como un socio natural para influenciar la agenda internacional en consonancia con los valores comunes que nos unen, y en mutuo beneficio de nuestras sociedades.

Yo estoy convencido de que nuestra asociación estratégica birregional es tan necesaria hoy, o más, que cuando la anunciamos en Río, porque los retos a los que nos enfrentamos a nivel global exigen respuestas globales que sólo pueden ser formuladas efectivamente por socios con similares valores e instituciones.

Pero hay más razones, y mucho más concretas. La más visible es sin duda el creciente flujo de personas y mercancías que transitan con cada vez mayor frecuencia por nuestras fronteras. Pero también lo hace la contaminación que contribuye al cambio climático, y que a su vez puede afectar cosechas y a nuestra seguridad alimentaria. Y desde luego también cruzan fronteras los ahorros privados y el dinero de nuestras inversiones mutuas.

Necesitamos trabajar juntos para contribuir a que estos ahorros honestamente acumulados por los emigrantes fluyan con mayor facilidad hacia sus familias. Para que nuestras inversiones mutuas sean seguras y aumenten, lo que constituye un requisito indispensable para la consolidación y sostenibilidad de la bonanza económica latinoamericana.

Tampoco podemos dejar de señalar que por nuestras fronteras transitan también crimen, armas y drogas ilícitas, lo que requiere nuestra estrecha atención y coordinación. Me consta que en algunos países de Latinoamérica esto supone un desafío directo a la seguridad de los ciudadanos y a los esfuerzos por erradicar la corrupción. Y que en algunos casos llega incluso a amenazar el buen funcionamiento del Estado de Derecho y las instituciones democráticas.

Tenemos que conseguir que nuestras fronteras sean porosas para trabajadores e inversiones, pero implacables con quienes trafican con la vida y la seguridad de nuestros ciudadanos.

Nadie debe pensar ni por un instante que Europa viene a Lima a hablar de pobreza o exclusión social como si fuera un problema ajeno a nuestro continente.

Reducir la pobreza puede requerir en ocasiones la introducción de reformas sociales y económicas de gran envergadura, para lo cual es imprescindible que los hombres políticos trabajen sin descanso por la búsqueda de consensos, y con pleno respeto a los valores democráticos y a la ley. El consenso es imprescindible también para preservar la estabilidad política, sin la cual sólo hay caos y más miseria. Y el mismo principio es también aplicable a los procesos de integración regional, claves en nuestra opinión para el desarrollo económico en nuestras regiones.

Europa tiene un gran interés en el desarrollo de los procesos de integración en Latinoamérica y el Caribe, en su impacto en cuestiones como la pobreza y en el fomento de las buenas relaciones necesarias entre vecinos con intereses comunes.

Es por ello que la Comisión Europea acude a la Cumbre de Lima con la intención de avanzar en los Acuerdos de Asociación que se están negociando con la Comunidad Andina y con Centroamérica, con la ambición de concluir estos acuerdos en el 2009. También mantenemos nuestro interés en relanzar las negociaciones con el Mercosur en cuanto las condiciones lo permitan, lo cual sigue estando condicionado por las importantes discusiones en la ronda multilateral de Doha. Y tampoco puedo dejar de mencionar aquí el importante Acuerdo de Asociación Económica con el Caribe acordado el pasado mes de Diciembre.

Estos Acuerdos van mucho más allá que los simples tratados de libre comercio bilaterales, pues en Europa conocemos bien sus limitaciones si no van acompañados de diálogo político y de cooperación solidaria para afrontar asimetrías.

Pero también tenemos que ampliar el marco de nuestros objetivos y acciones si queremos garantizar el éxito de todos estos procesos. Me refiero al otro tema principal que vamos a discutir en la Cumbre de Lima: el medio ambiente, el cambio climático, el desarrollo sostenible, la energía. Así como la inflación, ya sea sobre alimentos o combustibles, afecta con más dureza a los sectores más vulnerables de nuestras sociedades, los nuevos desafíos del cambio climático están directamente relacionados con el desarrollo sostenible, en el cual los biocombustibles pueden jugar un papel importante.

Los criterios para el desarrollo sostenible de los biocombustibles, en los que Europa está trabajando deben tener una dimensión global. Tanto Europa como América Latina y el Caribe tenemos un interés en desarrollar juntos estos criterios, que deben ser sostenibles tanto desde la perspectiva de su impacto medioambiental como desde su repercusión en la producción agrícola destinada a producir alimentos.

Hambre y pobreza aumentarán si no afrontamos el cambio climático a nivel global, y a través de asociaciones que se quieren estratégicas como la nuestra. Para decirlo con otras palabras: Nunca conseguiremos construir suficientes escuelas y hospitales si las crecidas de los ríos en nuestros valles o los ciclones que azotan nuestras costas siguen aumentando en regularidad y capacidad destructiva. Es por ello que la lucha contra el cambio climático se encuentra en un lugar de máxima importancia también en nuestra agenda común.

Texto de José Manuel Durao Barroso, El Universal, 16 de mayo.


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