El sueño del jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Manuel Marulanda Tirofijo, no se limita a conquistar el poder en Colombia e instaurar un régimen revolucionario sino, según sus propias palabras, a “derrocar el sistema capitalista e instalar el socialismo” en Latinoamérica gracias a un “gran Ejército revolucionario con el apoyo de las masas”.
Para cumplir esta misión creó una red de células clandestinas en al menos 17 países. La operación secreta se puso en marcha a partir de 2003, un año después de que las FARC fueran incluidas en la lista negra de organizaciones terroristas de Estados Unidos y Europa, lo que provocó su marginación y expulsión de sus “embajadores” en diversos países, incluido México.
El bombardeo en febrero de un campamento de las FARC en Ecuador por parte del ejército colombiano, donde murieron cuatro jóvenes mexicanos y la compatriota Lucía Morett, logró sobrevivir, otorgó al gobierno de Álvaro Uribe dos importantes victorias, la muerte del “número 2” de la guerrilla, Raúl Reyes, y gran cantidad de archivos que tenía guardados en sus computadoras personales y revelan importantes nexos del presidente venezolano Hugo Chávez con la mayor guerrilla latinoamericana.
Comités bolivarianos. El diario El País publicó este domingo documentos que ponen al descubierto esta red clandestina en al menos 17 países, cuyo eje vertebrador era la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB).
Según archivos de Raúl Reyes a los que tuvo acceso el diario español, tras expulsar el gobierno mexicano en 2002 a los representantes de las FARC se crearon “cuatro organizaciones abiertas” integradas por militantes de la izquierda radical “pero manejadas por dos células secretas financiadas por el Secretariado, máximo órgano del grupo armado” colombiano y en el que estaba integrado Raúl Reyes.
Según un analista de inteligencia colombiano consultado por El País, en países con Gobiernos alternativos, como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, estos grupos se constituyen como “guerrilla de defensa ante el imperio” y actúan coordinados con sus respectivos gobernantes.
Sobre este punto, el diario señala los archivos de Reyes que dejan en evidencia nexos entre las FARC, Quito y Caracas, como el encuentro del ministro del Interior ecuatoriano, Gustavo Larrea, con un dirigente de la guerrilla, o el de un tal “coronel Brito” en 2007, al que los terroristas presentan como “emisario del presidente” Chávez.
El analista añade, por otro lado, que los “países donde no hay gobiernos alternativos, se trata de formar o consolidar movimiento armados para desestabilizar, como el Ejército Popular Revolucionario (EPR) en México”.
Cursillos en la selva. Diversas organizaciones de la izquierda radical latinoamericana se interesaron en recibir “formación guerrillera” de las FARC, revelan, asimismo, los archivos de Reyes.
En uno de sus mensajes interceptados, fechado el 2 de septiembre de 2003, relata que el dirigente indígena boliviano Felipe Quispe solicitaba “cursos militares de tres a seis meses para 10 ó 20 compañeros”.
El ministro del Interior Venezolano, Ramón Rodríguez Chacín “preguntó sobre las posibilidades de que les transmitamos nuestra experiencia en guerra de guerrillas, la cual [los venezolanos] llaman guerra asimétrica”, explica Iván Márquez, miembro de la cúpula en un mensaje fechado el 14 de noviembre de 2007. Una semana antes, el dirigente guerrillero y Chávez se hicieron una foto abrazados en Caracas, cuando el mandatario venezolano mediaba en la liberación de los rehenes de las FARC.
Poco días antes de su muerte, el 18 de febrero, Reyes informaba que un “emisario” del presidente ecuatoriano Rafael Correa “pide curso para 15 compañeros”.
Tanta demanda, relata El País, provocó saturación y rechazo por cupo lleno, como le ocurrió a estudiantes del Partido Comunista Venezolano. Precisamente, de grupos venezolanos afines al chavismo procede la mayoría de las solicitudes y es en Venezuela donde las FARC tiene más campamentos para formar el “Frente Bolivariano de Liberación”, la futura guerrilla latinoamericana.
Para cumplir esta misión creó una red de células clandestinas en al menos 17 países. La operación secreta se puso en marcha a partir de 2003, un año después de que las FARC fueran incluidas en la lista negra de organizaciones terroristas de Estados Unidos y Europa, lo que provocó su marginación y expulsión de sus “embajadores” en diversos países, incluido México.
El bombardeo en febrero de un campamento de las FARC en Ecuador por parte del ejército colombiano, donde murieron cuatro jóvenes mexicanos y la compatriota Lucía Morett, logró sobrevivir, otorgó al gobierno de Álvaro Uribe dos importantes victorias, la muerte del “número 2” de la guerrilla, Raúl Reyes, y gran cantidad de archivos que tenía guardados en sus computadoras personales y revelan importantes nexos del presidente venezolano Hugo Chávez con la mayor guerrilla latinoamericana.
Comités bolivarianos. El diario El País publicó este domingo documentos que ponen al descubierto esta red clandestina en al menos 17 países, cuyo eje vertebrador era la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB).
Según archivos de Raúl Reyes a los que tuvo acceso el diario español, tras expulsar el gobierno mexicano en 2002 a los representantes de las FARC se crearon “cuatro organizaciones abiertas” integradas por militantes de la izquierda radical “pero manejadas por dos células secretas financiadas por el Secretariado, máximo órgano del grupo armado” colombiano y en el que estaba integrado Raúl Reyes.
Según un analista de inteligencia colombiano consultado por El País, en países con Gobiernos alternativos, como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, estos grupos se constituyen como “guerrilla de defensa ante el imperio” y actúan coordinados con sus respectivos gobernantes.
Sobre este punto, el diario señala los archivos de Reyes que dejan en evidencia nexos entre las FARC, Quito y Caracas, como el encuentro del ministro del Interior ecuatoriano, Gustavo Larrea, con un dirigente de la guerrilla, o el de un tal “coronel Brito” en 2007, al que los terroristas presentan como “emisario del presidente” Chávez.
El analista añade, por otro lado, que los “países donde no hay gobiernos alternativos, se trata de formar o consolidar movimiento armados para desestabilizar, como el Ejército Popular Revolucionario (EPR) en México”.
Cursillos en la selva. Diversas organizaciones de la izquierda radical latinoamericana se interesaron en recibir “formación guerrillera” de las FARC, revelan, asimismo, los archivos de Reyes.
En uno de sus mensajes interceptados, fechado el 2 de septiembre de 2003, relata que el dirigente indígena boliviano Felipe Quispe solicitaba “cursos militares de tres a seis meses para 10 ó 20 compañeros”.
El ministro del Interior Venezolano, Ramón Rodríguez Chacín “preguntó sobre las posibilidades de que les transmitamos nuestra experiencia en guerra de guerrillas, la cual [los venezolanos] llaman guerra asimétrica”, explica Iván Márquez, miembro de la cúpula en un mensaje fechado el 14 de noviembre de 2007. Una semana antes, el dirigente guerrillero y Chávez se hicieron una foto abrazados en Caracas, cuando el mandatario venezolano mediaba en la liberación de los rehenes de las FARC.
Poco días antes de su muerte, el 18 de febrero, Reyes informaba que un “emisario” del presidente ecuatoriano Rafael Correa “pide curso para 15 compañeros”.
Tanta demanda, relata El País, provocó saturación y rechazo por cupo lleno, como le ocurrió a estudiantes del Partido Comunista Venezolano. Precisamente, de grupos venezolanos afines al chavismo procede la mayoría de las solicitudes y es en Venezuela donde las FARC tiene más campamentos para formar el “Frente Bolivariano de Liberación”, la futura guerrilla latinoamericana.
Nota de agencias en Madrid, Crónica, 12 de mayo.
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