La salida de territorio mexicano por parte del representante de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Derechos Humanos (ACNUDH) en México, Amérigo Incalcaterra, no se debió a presiones por parte del Ejecutivo federal, sino a una rotación de funcionarios, normal en el seno de la organización internacional, informó el propio funcionario saliente.
En conferencia de prensa conjunta con Juan Manuel Gómez Robledo, subsecretario para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Incalcaterra apuntó:
“Mi salida es un proceso normal, aquí habrá una oficina que va a seguir trabajando para México”, puntualizó, no sin antes calificar como “normal” ciertas fricciones o malentendidos, aunque en este sentido, el funcionario internacional no abundó con quién.
“Es normal [que haya fricciones o malentendidos] en una relación tan compleja cuando se aborda el tema de derechos humanos, es normal, lo hemos vivido en varias partes del mundo [...], pero eso se supera como se ha superado aquí en México durante la presencia de la oficina, ha habido siempre un alto grado de diálogo, por lo tanto quiero enmarcar que más allá de las dificultades reales que hay, y que son normales, lo importante es la abertura para abordar la problemática seria”, sostuvo, al afirmar que su último día en México como representante del Alto Comisionado será el viernes.
Con respecto a la labor que el Ejército realiza en la lucha contra el narcotráfico, Incalcaterra subrayó el peligro que esto representa, puesto que las fuerzas armadas tienen una estructura diferente para combatir el narco.
“Entendemos la situación… hemos pedido que si se ha tomado esa decisión de utilizar las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública, que se establezcan ciertos controles, capacitaciones, porque es una función que se le está dando a una estructura que tiene otras funciones, que es la protección de la soberanía nacional… advertimos del peligro que pudo haber sucedido con relación a violaciones de los derechos humanos”, subrayó.
En conferencia de prensa conjunta con Juan Manuel Gómez Robledo, subsecretario para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Incalcaterra apuntó:
“Mi salida es un proceso normal, aquí habrá una oficina que va a seguir trabajando para México”, puntualizó, no sin antes calificar como “normal” ciertas fricciones o malentendidos, aunque en este sentido, el funcionario internacional no abundó con quién.
“Es normal [que haya fricciones o malentendidos] en una relación tan compleja cuando se aborda el tema de derechos humanos, es normal, lo hemos vivido en varias partes del mundo [...], pero eso se supera como se ha superado aquí en México durante la presencia de la oficina, ha habido siempre un alto grado de diálogo, por lo tanto quiero enmarcar que más allá de las dificultades reales que hay, y que son normales, lo importante es la abertura para abordar la problemática seria”, sostuvo, al afirmar que su último día en México como representante del Alto Comisionado será el viernes.
Con respecto a la labor que el Ejército realiza en la lucha contra el narcotráfico, Incalcaterra subrayó el peligro que esto representa, puesto que las fuerzas armadas tienen una estructura diferente para combatir el narco.
“Entendemos la situación… hemos pedido que si se ha tomado esa decisión de utilizar las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública, que se establezcan ciertos controles, capacitaciones, porque es una función que se le está dando a una estructura que tiene otras funciones, que es la protección de la soberanía nacional… advertimos del peligro que pudo haber sucedido con relación a violaciones de los derechos humanos”, subrayó.
Nota de Olivier Pavón, Crónica, 20 de mayo.
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