La cadena delictiva que procesa imitaciones apócrifas de obras escritas por todo tipo de autores, se acerca cada vez más a la velocidad con la que se reproducen discos y películas.
"A veces el libro lo encontramos una semana después de que fue lanzado o en la misma semana de lanzamiento", aseguró Valeria Sánchez, directora del Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor (Cempro).
José Calafell Salgado, presidente corporativo de Grupo Planeta México, aseguró que antes los comerciantes esperaban hasta seis meses para reproducir ilegalmente los que se convertían en "best sellers".
"Antes se encontraban los libros 'pirata' en una zona muy específica, en el centro de la ciudad, en un radio de 200 metros a la redonda, y ahora vemos que hay libros pirata circulando en Insurgentes Sur, en la Colonia Florida", añadió.
Jaime Aguilar, de 22 años, compró una versión apócrifa de "Luna Nueva", de Stephenie Meyer. Sabe que es falso y está consciente de que al hacerlo afecta al escritor, pero se justifica en el argumento del precio.
"Claro (que le afecta al escritor), es lógico, porque digamos que para que el autor perciba sus ingresos tiene que venderse en librerías, que es de donde yo supongo que le van a destinar sus ganancias, pero por la economía de uno, pues dices: 'sí quiero leer, pero los libros están muy caros'".
El precio del libro define dónde lo compra: si los títulos que busca están en una librería arriba de 200 pesos, mejor los adquiere en la calle. Su ejemplar le costó 120 pesos, cuando en las tiendas cuesta 220.
También pagó más barato por imitaciones de "La fórmula de Dios", de José Rodríguez Dos Santos, y "El factor Einstein", de Andrés Pérez Domínguez, entre otros.
El puesto ambulante en el que Jaime compró "Luna Nueva" se encuentra sobre Eje Central, casi en la esquina con Madero, en el Centro Histórico.
Lo atiende un señor que sólo vende libros como "El símbolo perdido", de Dawn Brown; la trilogía de "Crepúsculo", y "El testamento Maya", de Steve Alten, entre otros.
José María Castellanos, dueño de la imprenta Procesos Editoriales Don José, que trabaja para Editorial Porrúa, afirmó que los "piratas" no solamente roban los derechos de autor, sino también el papel.
El mes pasado, señaló, uno de sus transportistas sufrió un intento de robo, pero cuando el asaltante vio que las hojas ya tenían los textos impresos, lo dejó ir.
"Si un pirata es un pirata abusado, puede igualar a una buena impresión", señaló, "ellos pueden usar papel robado, el cual viene de las fábricas, la cartulina no es tan difícil de conseguir y finalmente si tú tienes una máquina regular, pues no necesitas una súper máquina, y si tienes cuidado sí se puede igualar".
La Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem) calcula que de los 20 millones de libros que se venden en el País al año la mitad son "piratas" o fotocopiados.
Mientras los vendedores barren todos los días su pedazo de calle, ponen sus mesas y acomodan los libros, Calafell Salgado reclama que las autoridades federales "no mueven un dedo" para frenar ese delito.
De acuerdo con datos del Cempro, en 2009 la PGR decomisó 26.3 toneladas de títulos apócrifos en el DF -en total 105 mil 302 ejemplares- y aseguró dos imprentas que maquilaban este tipo de materiales.
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