Lo dejan solo... hasta sus aliados

La lógica del revés: Silvano Aureoles inició el domingo rodeado de un centenar de compañeros, y lo concluyó apenas con un puñado de amigos, prácticamente sin integrantes de los partidos que lo postularon. En menos de diez horas, de Zitácuaro a Morelia, el senador de la República con licencia perdió casi todo. La jornada electoral inició para el candidato del PRD, PT y Convergencia con el depósito de su voto en Zitácuaro, ciudad que aunque no es el lugar de su nacimiento, sí fue durante mucho tiempo su residencia. Llegó a las urnas como suele lucir siempre: con una gran sonrisa que transmitía certeza a sus declaraciones y en medio del tumulto que a lo largo de 71 días de campaña lo siguió a todos lados. Con su séquito se desplazó hasta la capital del estado, directo a su cuartel general instalado en el Centro de Convenciones, en donde se encerró con su equipo compacto, encabezado por Jesús Zambrano, presidente del CEN del PRD. Zambrano, el personaje que desde el año pasado se la jugó a muerte para que Aureoles fuera el candidato de la izquierda al gobierno de Michoacán, no obstante de que no era el delfín de los Cárdenas ni de López Obrador ni de Leonel Godoy… sólo de Los Chuchos. A diferencia del PRI, PAN y Panal que enviaron a sus dirigentes nacionales a respaldar a Fausto Vallejo y Luisa María Calderón, ni Luis Walton ni Alberto Anaya, jefes nacionales de Movimiento Ciudadano (en Michoacán aún se denomina Convergencia) y del PT estuvieron con el abanderado solaztequista. Más presionados por los madruguetes de priistas y panistas que por estrategia propia, Zambrano y Aureoles fueron forzados a ofrecer una conferencia de prensa junto con el vocero del candidato, Antonio Soto, en donde ya empezó a oler a soledad. Se habló ahí de una supuesta encuesta de Mendoza Blanco que le daba a Silvano 35 puntos por 34 de Fausto y 31 de Cocoa, con lo cual se proclamó una débil victoria, “aunque efectivamente con un escenario de empate técnico”. Oscurecía en Morelia y Aureoles no veía ya al enjambre humano de los meses recientes. Ya se habían retirado los dirigentes estatales de Convergencia y del PT, Aníbal Guerra y Reginaldo Sandoval. También se había cancelado el festejo anunciado para las 20 horas en el obelisco al general Lázaro Cárdenas del Río. Zambrano en vano trataba de recomponer la situación. “Vamos a ganar. Ya vienen los resultados del área rural. No somos unos improvisados. Sabemos en dónde está nuestra fortaleza”. Pero ya casi todos se habían ido. Jesús Bugarini, el otrora publirrelacionista del dos veces ex candidato a la gubernatura, Cristóbal Arias, consolaba a los pocos curiosos ahí presentes: “No son tiempos de festejar. Mejor hay que estar muy pendientes de los resultados”. Liliana Padilla y Francisco García, Milenio, 14 de noviembre.

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