La Cuba del presidente Raúl Castro


LA HABANA.— Más militar que político pero más político que caudillo, el general y presidente cubano Raúl Castro descompresionó la espiral de tensiones que Cuba arrastró por décadas con Estados Unidos. Aunque los nexos de ambos países son todavía de distanciamiento, dejaron de estar regidos por conflictos específicos convertidos en focos de permanente choque entre La Habana y Washington.
La disputa por la custodia del niño cubano Elián González, centro de una intensa pugna migratoria y diplomática entre los dos países, de noviembre de 1999 a junio de 2000, o las condenas a cinco espías cubanos capturados en Estados Unidos en 1998, quedaron como recuerdos recientes de graves momentos de tensión política en las dos orillas del estrecho de La Florida.
Los conflictos Washington-La Habana persisten por un elemento central: el embargo económico total —reforzado a veces y aliviado por épocas— impuesto por la Casa Blanca en febrero de 1962 contra Cuba, con el alegato de que era la vía para obligar al castrismo a que abandonara su modelo marxista-leninista y aceptara un sistema político compatible con los valores interamericanos.
Tras el triunfo de la revolución en 1959, Cuba enfrentó un variado menú de hostilidad de Estados Unidos, con incidentes violentos —atentados con bombas, incendios, enfrentamientos armados, sabotaje económico y acoso de distinta índole— que provocaron fuerte tensión bilateral y regional.
Pero el general-presidente desactivó las bombas de tiempo que el Comandante en Jefe, Fidel Castro, su hermano y predecesor, mantuvo listas desde 1959 como mecanismos de presión política externa y para que la población cubana estuviera sometida a un estado de constante movilización interna y de alerta sin final. El acoso de Estados Unidos contra Cuba, advirtió siempre el régimen, era incesante y no había tiempo para bajar la guardia.
El litigio de los espías sigue abierto, aunque ahora con menos estridencia política, pero sin soltar tampoco la presión para que sean liberados. Sin despojarse del arma de pleito con el principal enemigo del régimen por más 53 años, el estilo del actual gobernante —que por enfermedad de su hermano le reemplazó primero temporalmente en 2006 y luego en forma definitiva desde 2008— marcó distancia con el de su antecesor.
“Raúl es más familiar”, dijo una influyente periodista cubana que labora en uno de los principales aparatos de comunicación de Cuba y que, a condición del anonimato, aceptó hablar con EL UNIVERSAL sobre diferencias entre el actual y el anterior gobernante. “Hay menos retórica política y menos tensión política con Raúl. Cesó la rayería con Estados Unidos”, explicó.
En este escenario, ¿hacia donde va Cuba con Raúl Castro?
Desmontar ilusiones
Durante la visita a la isla del papa Benedicto XVI, en marzo pasado, y luego de que el Pontífice dijera que el marxismo “no responde ya a la realidad”, el régimen cubano describió el futuro de su sistema unipartidista: “No habrá reforma política en Cuba”.
Diminutos negocios privados de venta de juguetes, adornos, joyas de fantasía, lapiceros, sombrillas y otros artículos funcionan, hace varios meses, en puertas y cocheras de numerosas viviendas de familias cubanas. Otras diminutas actividades empresariales han surgido desde que el Partido Comunista de Cuba (PCC) autorizó reformas económicas, tras su VI Congreso en abril de 2011.
Ante la aguda crisis financiera y productiva, el régimen ordenó en últimos meses el cese paulatino de más de millón y medio de empleados públicos, para pasarlos al renaciente sector privado. En una reciente asamblea en un municipio capitalino, el PCC alertó que actualizar el modelo económico y social “pasa necesariamente por un cambio de mentalidad”, lejos de “prácticas burocráticas, dogmas y criterios obsoletos”.
Pero el cambio sólo es económico. El vicepresidente del Consejo de Ministros, Marino Murillo, aclaró que actualizar el modelo es para que el socialismo cubano sea “sustentable”. “No estamos haciendo reformas políticas”, recalcó.
Sin embargo, la estructura microempresarial parece insuficiente para sacar a Cuba de sus profundos problemas. El aparato productivo sigue entrabado: 70% de los casi 9 mil millones de dólares de ingresos de 2011 por servicios y exportaciones fueron por turismo, salud y otros servicios, mientras que un pequeño porcentaje correspondió a ventas de productos tradicionales como azúcar, ron y tabaco.
“La estructura económica no soporta que no haya cambios políticos”, dijo la disidente Martha Beatriz Roque, de la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios, ilegal y semitolerada. Entrevistada por EL UNIVERSAL, Roque afirmó que “el gobierno habla de que la situación política no va a variar, de cambios económicos sin cambios políticos. Si no hay cambios políticos, sencillamente no va a haber cambios económicos. Como economista me niego a admitir que lo hecho sea una reforma económica”.
Roque, ex prisionera política, abogó por “un viraje político profundo hacia la democracia, para que pueda haber cambios económicos. De todo eso (microempresa) había en Cuba antes de la involución (de 1959), con muchos cuentapropistas que vivían de su trabajo particular, pagaban impuestos”.
“No hay ninguna reforma. ¿Reformar lo que estaba hecho y se le dio marcha atrás? Para mí, no existe esto como reforma”, dijo.
José Meléndez corresponsal, El Universal, 29 de abril.

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