Con enormes réplicas del Ángel de la Independencia y de autos que simulaban estar dentro de una severa inundación ocasionada por el cambio climático, Greenpeace señaló ayer, en el lago de Chapultepec, que el fracaso de la cumbre en Copenhague se debe a que los políticos sirven a intereses particulares y no a lo que el planeta y la humanidad necesitan.
Héctor Magallón, coordinador de la campaña de bosques de la organización, indicó que el acuerdo “no es justo, pues se espera que los países pobres asuman el costo de un problema que ocasionan las naciones ricas; no es ambicioso ya que los países industrializados se niegan a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)”.
La falta de un acuerdo legalmente vinculante, que obligue a las naciones industrializadas a reducir en al menos 40 por ciento sus emisiones de GEI, condena al mundo a padecer efectos catastróficos por el clima, señaló.
México, recordó, será sede de la 16 Conferencia de las Partes de la convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP-16) en 2010, por lo que llamó a los políticos a resolver la crisis que se avecina, una vez que en la pasada cumbre no se lograron acuerdos vinculantes.
Por su parte, Raúl Benet, de Oxfam, explicó que la cumbre de Naciones Unidas busca mantener el clima dentro de parámetros que no sean peligrosos para el planeta, “en estos términos es la urgencia de tomar acuerdos”.
Indicó que el acuerdo que se alcanzó de manera no obligatoria, en caso de que se cumpla, lleva a un escenario para 2050 de reducción de 25 por ciento de las emisiones de GEI respecto de 1990, esto significa un incremento de la temperatura de 4 grados centígrados y es la mitad de lo que se requiere para mantener la temperatura a menos de 2 grados.
Para países africanos, las Maldivas y las islas que están en torno a Australia, como Tuvalú, esto significa su desaparición como naciones. Estas metas aspiracionales que se lograron de último momento, pueden llevar a que si el promedio del aumento de la temperatura es 4 grados, en los sitios más calientes pueden ser 7 o más.
Para México, apuntó, dos grados pone a zonas costeras como la península de Yucatán y el Golfo de México –donde viven 20 millones de personas– en alta vulnerabilidad. Inclusive con una elevación de 2 grados sufrirán grandes inundaciones.
Benet precisó que el incremento de un grado para México “significa la pérdida de entre 10 y 15 por ciento de capacidad productiva, aumento de sequía, pérdida de cosechas; con 2 grados sería entre 20 y 30 por ciento, pero con este acuerdo la pérdida de capacidad productiva sería cercana a 50 por ciento”.
El tiempo, apuntó, es determinante, ya que los científicos ven que para no subir más de 2 grados se deberían reducir las emisiones de GEI inmediatamente.
Sin embargo, se ha perdido otro año “en un contexto en el que estamos rebasados en la línea donde se podía hacer algo y estamos a cuatro años de alcanzar el punto máximo. En términos del objetivo principal de la convención, la cumbre fue un gran fracaso, incluso en el hecho de que el acuerdo no es vinculante, no tiene recursos económicos suficientes para reducir los niveles de emisiones y para apoyar a los países pobres en la adaptación”.
Si se atiende a la ciencia, “la situación después de Copenhague, aunque no me gusta la palabra, es catastrófica. Estados Unidos y los países del norte no van a sufrir, a pesar de que son los que generaron el problema”.
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