El acuerdo, de carácter no vinculante, está muy lejos de las expectativas generadas en torno a la mayor reunión sobre cambio climático de la historia, y no fija objetivos de reducción de gases. Sin embargo, sí establece un total de 10 mil millones de dólares entre 2010 y 2012 para que los países más vulnerables afronten los efectos del cambio climático, y 100 mil millones anuales a partir de 2020 para mitigación y adaptación. La presidencia de la conferencia ha anunciado esta mañana que había “tomado nota del acuerdo de Copenhague del 18 de diciembre de 2009”, que incluirá en su encabezamiento una lista de los países contrarios al texto.
Tras el anuncio del acuerdo alcanzado a última hora de la tarde de ayer comenzó la polémica. El pleno quedó suspendido después de que cinco de los 193 países presentes en la conferencia anunciaran su rechazo a adoptar el leve acuerdo pactado entre 28 jefes de Estado y de gobierno de países de todos los bloques presentes en la cumbre del clima. El texto quedó pendiente de aprobación por la exigencia de Naciones Unidas de alcanzar un consenso. El bloque bolivariano aceptaba integrar su exigencia como una nota informativa pero, según la UE, eso impediría aplicar la financiación prevista para 2010.
Cuando después de horas de estéril debate parecía que el pacto se incorporaría como nota alternativa al acuerdo, el ministro británico de Cambio Climático, Ed Miliband, pidió que fuera una decisión vinculante. Sólo cinco países, entre ellos Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua y Sudán, se opusieron. Los presidentes de Venezuela y Bolivia ya anunciaron antes de conocer el texto que votarían en contra. La representante de Venezuela aseguró que no iban a “vender su voto por 30 mil millones de dólares”, la cantidad fijada como fondo para los países pobres durante los próximos tres años. Sudán, un país que participó en la elaboración del texto, también criticó el acuerdo, pero fue desacreditado por la inmensa mayoría de países africanos. Quien no pidió la palabra fue China, cuyo primer ministro, Wen Jiabao, fraguó el acuerdo con Obama. Sin embargo, no lo defendió en el pleno y sus delegados llegaron a aplaudir las intervenciones críticas con el texto.
A efectos prácticos, la rebaja del texto tiene el principal inconveniente de que será difícil poner en marcha los 10 mil millones de dólares anuales a partir de 2010 que acordaron 30 jefes de Estado (incluyendo la UE como uno de ellos) que suman más de 90 por ciento de las emisiones no dependía de la forma que tuviera. “Si lo quieren, bien. Pero en este acuerdo está todo el que emite. Si el pleno no lo acepta seguirá adelante”, declaró antes de la reunión uno de los delegados de los países firmantes, como EU, la UE, China, Rusia, México, Noruega, Japón, Canadá, Brasil, Sudáfrica, Sudán, Leshoto, Etiopía... Muchos de estos países, como Leshoto, Etiopía, Maldivas o Granada estaban en representación de grupos más amplios de países.
Miliband pidió convertirlo en una decisión de la convención, lo que le daba más valor. “Tenemos dos caminos: o asumir este texto imperfecto pero preparado con buena fe o romper esta convención”, en relación a que si la reunión de Naciones Unidas rechazaba ese texto los países que lo habían acordado seguirían adelante por su cuenta y esto acabaría con la convención que desde 1992 bajo Naciones Unidas organiza la lucha contra el cambio climático.
Cuando el primer ministro danés, Lars Okke Rasmussen, preguntó quién se oponía, sólo cuatro países pidieron la palabra, según afirmó el presidente. Venezuela, Bolivia y Cuba criticaron que el proceso de selección de los países había sido poco democrático. Lo curioso es que el delegado de Bolivia, cuya capital está a más de 3 mil metros, insistía en que lo hacía para proteger a los pequeños estados isla, que sí aceptaron el texto.
Tuvalu consideró que la forma en la que se gestó el texto “es una falta de respeto a los procesos de la convención. Otros países tienen más respeto por los procesos democráticos”, en alusión a EU pero finalmente se sumó al consenso, según fuentes del pleno, cerrado a la prensa y ONG.
Así, el eterno pleno se convitió en una ristra de intervenciones a favor del acuerdo para evidenciar la soledad de los países que se oponen al texto. Países en desarrollo como Maldivas pidieron a Venezuela y Bolivia que permitieran que entrara en vigor el acuerdo.
A las 9 horas el plenario se suspendió para consultar a los servicios jurídicos de Naciones Unidas. Los delegados criticaban la incapacidad de Rasmussen para sacar adelante un texto con tanto apoyo, por falta de cintura para convencer a los díscolos y de firmeza para imponerse a ellos.
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