Con las conversaciones alargándose hasta la noche, algunos delegados lograron un débil acuerdo político. Pero de ninguna manera éste ha estado a la altura de las expectativas al inicio de la reunión de dos semanas, del 7 al 18 de este mes.
El día vio versiones sucesivas de un acuerdo de borrador que se circuló, con cada versión volviéndose menos ambiciosa. Sólo las aspiraciones básicas a largo plazo para una reducción general global de las emisiones, de 50% para 2050 y una reducción de 80% para 2050 para los países ricos pareció ser aceptado por todos. Así, solamente estos compromisos, y una promesa de mantener los aumentos de temperatura por debajo de los 2 grados centígrados fueron asumidos con alguna seguridad al cierre de la cumbre.
Los funcionarios sugirieron entonces que el primer ministro británico, Gordon Brown, reuniera a un grupo más pequeño de países y les pediera que firmaran un “plan B”, que incluyera las propuestas para un fondo de 100 billones de dólares para la protección del clima, algo que Brown ya había ofrecido. Pero ni así.
Dos de los problemas más serios fueron las exigencias de los países ricos en cuanto a que las emisiones de los países en desarrollo debían llegar a su pico en pocos años, y que el protocolo de Kioto, legalmente obligatorio, debería ser abandonado antes de que se estableciera un nuevo tratado legal.
Para la noche, ya no se buscaba ningún compromiso en las áreas de disputa más importantes, entre ellas una meta de mediano plazo, para 2020, sobre la reducción de las emisiones de gases invernadero.
El plan de la Unión Europea de aumentar su promesa de una reducción de 20% a 30% en las emisiones para 2020 fue bloqueado bloqueado, acabando con las esperanzas de que otros países asumieran ofertas similares.
Una versión del texto bajó el límite de tiempo para llegar a un tratado legalmente obligatorio a fines de 2010. Al inicio de la semana, Brown insistía en que la máxima demora aceptable era de seis meses.
Un paquete final, dirigido a recaudar miles de millones de dólares para ayudar a los países pobres a adaptarse al cambio de clima y desarrollar tecnología verde también fue puesto en duda, mientras los países ricos no quisieron garantizar el dinero, afirmando simplemente que “apoyaban una meta de movilizar 100 billones de dólares para 2020”.
La falta de ambición y la ausencia casi total de compromiso por parte de los líderes fue una desilusión para Gran Bretaña, que había dirigido esfuerzos mundiales para establecer un acuerdo legalmente obligatorio a fin de detener el ascenso de las emisiones de CO2 para 2020 y reducirlas dramáticamente durante los siguientes 30 años.
Ahora, los negociadores continuarán trabajando en acuerdos individuales como la deforestación, la tecnología y las finanzas, pero sin un liderazgo político fuerte, todo indica que harán falta muchos años para llegar a algo.
Las esperanzas de que Barack Obama desplegase su autoridad como el líder de la economía más grande y su carisma para intentar llegar a un acuerdo de último minuto, también se vieron frustradas. Un Obama visiblemente enojado le dijo a los líderes del mundo que ya era el momento de llegar a un acuerdo. “El momento de hablar ha terminado”, dijo.
También sostuvo sus argumentos contra China, diciendo que EU no cedería en el tema de verificar las reducciones de emisiones de los países en desarrollo. “No sé cómo tienen un acuerdo internacional en el que no comparten la información para asegurar que estamos cumpliendo con nuestros compromisos”, añadió.
Se dijo que Wen Jiabao, el premier chino, se sintió ofendido con el discurso de Obama, en el que el presidente recordó a los delegados que EU era el segundo gran contaminador, y China el primero.
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