México ha llegado a una colombianización en cuanto a que la mafia logró presionar a autoridades y recibir más atención, advierten.
El politólogo Mario Campos asegura que la crisis de seguridad anima esta discusión necesaria. “Se deben plantear de inmediato los criterios del tratamiento de las noticias, pero también la participación activa de otros sectores de la sociedad”.
Javier Esteinou Madrid, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, considera que dentro de ésta dinámica del ejercicio informativo, en la que no existen parámetros de publicación, algunos medios informativos se han convertido en aliados del narcotráfico.
“Muestran imágenes amarillistas a su audiencia con el fin de elevar su rating o lectura, pero lo cierto es que el crimen organizado ha logrado con esta estrategia presionar los distintos niveles de gobierno y recibir mayor atención. Sin duda, México ha llegado a una colombianización”, dice Esteinou.
Un plan particular
Es justo la situación de violencia sucedida en Colombia, donde en la década de los 90 se fraguaron actos violentos contra los medios de comunicación y sus representantes, el referente inmediato de que, según los especialistas, México podría retomar para el inicio del debate.
El 4 de noviembre de 1999, 35 directores de medios colombianos decidieron firmar en Santa Fé de Bogotá el Acuerdo de la Discreción sobre la Difusión de Hechos Violentos, que a través de seis puntos delineaba la política de cobertura e información con el fin, señalaban, de “contribuir al logro de la paz, al respeto de la vida y a la búsqueda del bien común”.
Acordaron que la cobertura informativa de actos violentos —ataques contra las poblaciones, masacres, secuestros y combates entre los bandos— será veraz, responsable y equilibrada. Cada medio definió las normas de actuación profesional que fomentaran el periodismo de calidad y beneficiaran a su público.
Decidieron no presentar rumores como si fueran hechos, pues aseguraban que la exactitud, que implica ponerlos en contexto, debía primar sobre la rapidez. Fijaron los criterios claros sobre las transmisiones en directo, con el fin de mejorar la calidad de esa información y evitar que el medio sea manipulado por actos violentos.
Por razones éticas y de responsabilidad social, acordaron no presionar periodísticamente a los familiares de las víctimas de hechos violentos. Establecieron criterios de difusión y publicación de imágenes y fotografías que puedan generar repulsión, contagio con la violencia o indiferencia ante ésta.
También respetarían y fomentarían el pluralismo ideológico, doctrinario y político. Preferir perder una noticia que la vida.
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