“En el siglo XXI, lo virtual se ha hecho cada vez más real, los códigos de conducta pasan por una banda ancha y el contacto físico ya es sólo una de las opciones para relacionarnos. La aparición del odio es una cierta combinación de ‘propensión a la violencia e incapacidad para el perdón’. El odio busca volver a empezar serenamente. Es la causa de muchas crisis: desde la de dos enamorados hasta la de Oriente Medio”, explica José Antonio San Román, sociólogo de la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.
Además, internet marca una diferencia: se ha creado distancia entre las acciones y sus consecuencias. “El odio y la ira son emociones naturales, pero hay una gran diferencia entre la emoción y la acción”, indica por su parte Matthew Johnson, director de educación de Media Awarensess Netwok, quien además asegura que las páginas web que promueven el odio, han aumentado en un 20%.
“Internet puede ser muy cruel. Creo que lo más duro para la intimidad en internet está todavía por llegar. Siempre hay una cámara de un teléfono celular preparada para retratarnos y en poco tiempo nos ‘cuelgan’ en internet. Eso, en manos de los que nos odian, es letal”, sostiene San Román.
En el amor, a veces el anonimato ha tenido un efecto inverso, el de perder el miedo a decir la verdad, y eso es incómodo en el caso del odio. “Lo que internet permite a los grupos unidos por el odio es hacer llegar su mensaje de una manera que antes no podían y acceder de manera más directa a aquellos que son más vulnerables y más fácilmente manipulables por ellos”, explica Johnson.
En un intento por descifrar el odio en los internautas, algunas organizaciones camuflan como información seria en una sección específica en su web, mientras que otras han hecho una lista señalando las páginas, videos de YouTube, foros, grupos de Facebook o videojuegos que esconden apología de cualquier forma de odio en sus contenidos.
“Es importante no aceptar esta ‘cultura de la mezquindad’ en internet. La gente, y la juventud en particular, debe aprender a comportarse de manera ética online”, concluye Johnson.
No obstante, en la actualidad existen redes antisociales que promueven el odio, como Hatebook.cor, donde su lema es ‘Los enemigos de mis enemigos son mis amigos’. O en Hatebook.com, donde sus usuarios expresan sus odios o se afilian a odios expresados anteriormente.
Además, internet marca una diferencia: se ha creado distancia entre las acciones y sus consecuencias. “El odio y la ira son emociones naturales, pero hay una gran diferencia entre la emoción y la acción”, indica por su parte Matthew Johnson, director de educación de Media Awarensess Netwok, quien además asegura que las páginas web que promueven el odio, han aumentado en un 20%.
“Internet puede ser muy cruel. Creo que lo más duro para la intimidad en internet está todavía por llegar. Siempre hay una cámara de un teléfono celular preparada para retratarnos y en poco tiempo nos ‘cuelgan’ en internet. Eso, en manos de los que nos odian, es letal”, sostiene San Román.
En el amor, a veces el anonimato ha tenido un efecto inverso, el de perder el miedo a decir la verdad, y eso es incómodo en el caso del odio. “Lo que internet permite a los grupos unidos por el odio es hacer llegar su mensaje de una manera que antes no podían y acceder de manera más directa a aquellos que son más vulnerables y más fácilmente manipulables por ellos”, explica Johnson.
En un intento por descifrar el odio en los internautas, algunas organizaciones camuflan como información seria en una sección específica en su web, mientras que otras han hecho una lista señalando las páginas, videos de YouTube, foros, grupos de Facebook o videojuegos que esconden apología de cualquier forma de odio en sus contenidos.
“Es importante no aceptar esta ‘cultura de la mezquindad’ en internet. La gente, y la juventud en particular, debe aprender a comportarse de manera ética online”, concluye Johnson.
No obstante, en la actualidad existen redes antisociales que promueven el odio, como Hatebook.cor, donde su lema es ‘Los enemigos de mis enemigos son mis amigos’. O en Hatebook.com, donde sus usuarios expresan sus odios o se afilian a odios expresados anteriormente.
La Crónica, 17 de agosto.
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