"Que vengan de México, de Estados Unidos. El Gobierno mexicano que haga algo", pide uno de los detenidos.
"Que vengan a ver lo que comemos, cómo dormimos, cómo lo tratan a uno", exige otro. "Como si fuéramos animales".
Y es que, según afirman, son inaceptables las condiciones de vida en esta prisión, fundada en 1993 por el sheriff del condado de Maricopa, Joe Arpaio, para solucionar el problema de sobrepoblación carcelaria en la zona.
Las carpas se encuentran sobre una plancha de cemento; son detenidas por estructuras de acero, y albergan, cada una, 14 literas metálicas.
"Nadie hace nada, les he dicho que manden a derechos humanos, son demasiadas violaciones, que venga el Consulado mexicano a ver cómo estamos", solicitó Sergio, quien lleva 11 años en Estados Unidos.
Recientemente, el denominado "sheriff más duro de América" acondicionó en la cárcel un área llamada informalmente "1070" para dar cabida a los inmigrantes indocumentados que sean arrestados por violar la nueva ley estatal SB1070, que entró en vigor, sin algunas de sus secciones más polémicas, el pasado jueves.
En esta sección, de lo que los reos llaman las "Carpas de Arpaio" hay 400 espacios disponibles.
Además de vivir bajo las lonas, que en total pueden alojar a hasta 2 mil presos, los detenidos tienen una vida austera: sólo dos comidas sin sal al día -sandwiches o frijoles y puré de papa-, deficiente servicio médico y un ventilador que no mitiga las temperaturas de hasta 50 grados.
"En la mañana nos dan un panecito y crema de cacahuate, si la guardamos pa' aguantar el hambre, nos la tiran en la tarde", externó un sonorense.
Los mexicanos, acostumbrados a comer mucho, sienten que aquí los están matando de hambre, y de soledad, porque los indocumentados no tienen permitido recibir visitas.
"La familia te viene a ver, pero por televisión, no te puede dar un abrazo, y si no tienes papeles y vienes, luego luego también te meten aquí", expresó Arnoldo Carbajal.
El espacio al aire libre en que están las carpas, a decir de los reos, permite la proliferación de ratas y cucarachas.
El agente G Miller niega las acusaciones.
Durante un recorrido por la cárcel sostiene que los reos son bien tratados, tienen televisión, aire acondicionado en el comedor y un locker donde guardan alimentos que compran si sus familiares les mandan dinero y hasta una biblioteca.
Además, a cada uno se le da ropa de cama, un traje a rayas negro con blanco, ropa interior color rosa y sandalias de hule.
Algunos de los presos aceptan estar ahí por vender o traficar droga, pero la mayoría dice que fue detenida en su centro de trabajo o en retenes en la carretera, como le ocurrió a Carlos Cruz, de 26 años, oriundo del Distrito Federal, arrestado cuando viajaba de California a Mississippi.
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