En este contexto, ayer el obispo de Saltillo, Raúl Vera, estableció que ni la Iglesia católica ni sus representantes tienen miedo de los narcotraficantes, y acotó que si hubiera temor “dejaríamos de ser pastores; si tuviéramos miedo de defender a nuestras ovejas, ¿qué clase de pastores seríamos?”
Señaló que en el caso de que hubiese agresiones por parte del narcotráfico a sacerdotes y obispos, esto no sería algo nuevo para la Iglesia, pues “siempre hemos tenido mártires”.
Consideró la más reciente ejecución de dos militares como narcoterrorismo, y aseguró que actos como éstos demuestran “el fracaso” del gobierno federal en elcombate al crimen organizado. Eso es evidente, dijo.
Horas antes, Manuel Corral, secretario ejecutivo de relaciones institucionales de la CEM, estableció que los narcomensajes como el encontrado junto a los cádaveres de los dos militares asesinados no amedrentan al clero.
“Esto ni nos preocupa ni nos intimida”, remarcó, y manifestó que la Iglesia “siempre tiene que ser profética y, por tanto, denunciar las injusticias y anunciar el Evangelio, incluso si esto causa muertes”.
–¿Aunque esto signifique que se atente contra la vida de jerarcas católicos?
–Si anunciar el Evangelio lleva al martirio, la Iglesia no debe callar, pero esto no significa que haya muertos a lo pendejo.
Por su parte el obispo de Tampico, José Luis Dibildoux, coincidió en señalar que los clérigos no se dejan asustar por los narcomensajes, pero enfatizó que esta postura no debe entenderse como un desafío al crimen organizado.
“Nuestro papel no es enfrentarnos a los delincuentes. Nuestro papel es intentar una conversión de ellos, porque también son hijos de Dios, aunque estén actuando mal”, señaló.
Al preguntarle que ello implica riesgos de atentados contra jerarcas, el obispo comentó que “no tenemos miedo, porque lo más que nos pueden hacer es matarnos, y todos vamos a morir algún día”.
Remarcó que la única “arma” de la Iglesia en estos casos es rogarle a Dios, alimentar la fe de la gente y trabajar conjuntamente con las autoridades para combatir la plaga que significa el narcotráfico.
Antonio González Sánchez, obispo de Ciudad Victoria, coincidió con los comentarios de los citados prelados. Destacó que la Iglesia “no puede estar temerosa por predicar el Evangelio”.
Por la tarde, diversos integrantes de la CEM confirmaron la versión de que el arzobispo de Durango recibió la oferta de seguridad personal.
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