Fidel y Raúl Castro han empleado los tonos más agrios para anunciar que no volverán a la organización interamericana.
El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, anunció que, junto con otros mandatarios, pedirá la rectificación durante la próxima asamblea del organismo en Honduras, en junio, y el secretario general, José Miguel Insulza, reiteró que la decisión es “obsoleta”.
La cuestión es uno de los productos de la ofensiva diplomática cubana en la región, que logró incorporar a La Habana al Grupo de Río, en diciembre pasado.
Luego, Costa Rica y El Salvador –con un gobierno izquierdista recién electo– anunciaron que reanudarían relaciones diplomáticas con la isla, con lo cual se cerró el largo periodo de aislamiento político de Cuba en el área.
El siguiente paso fue la irrupción del cese del bloqueo económico estadunidense como uno de los temas centrales de la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, la semana pasada.
Ahí dijo Insulza que buscará eliminar el acuerdo contra Cuba. “Naturalmente puede haber otros obstáculos, otras dificultades, pero esa resolución no sirve para enfrentar esas dificultades. Lo que quiero es que la OEA elimine esa resolución de la guerra fría”.
Esas “dificultades” son las que, al parecer, puede representar la actual Carta Democrática de la organización, que entre otros puntos prevé un sistema pluripartidista para sus miembros, inadmisible para el gobierno cubano, que defiende su modelo de partido único.
Pero en su debut como miembro del Grupo de Río, ya Raúl Castro había dicho que Cuba pertenece a ese bloque latinoamericano, no a la OEA. Y un día antes de la cumbre de Trinidad y Tobago, reunido con otros gobernantes en Venezuela, expuso su rechazo a un organismo “que resume sangre desde su propia creación”.
“La fórmula de Insulza es borrar del mapa el criminal acuerdo”, dijo hoy Fidel Castro en un artículo. “Los hechos históricos demuestran la política hegemónica de Estados Unidos en nuestra región y el papel repugnante de la OEA como odioso instrumento del poderoso país”.
Ortega, que estuvo aquí esta semana, dijo en la televisión local que la isla no ha pedido gestión alguna, pero que la iniciativa para derogar la medida busca también reconocer “el daño que se le ha causado a Cuba como resultado de esas sanciones”.
Como a La Habana no le interesa volver a la OEA, el presidente Ortega dijo que ha pedido a los hermanos Castro “que sean comprensivos” con la propuesta.
Después de Honduras, agregó Ortega, el Grupo de Río “será un buen foro para empezar a discutir la creación de una nueva organización de los pueblos latinoamericanos y del Caribe, que lógicamente no es el Grupo de Río, no son los grupos ya existentes”.
El 31 de enero de 1962, en Punta del Este, Uruguay, la OEA declaró “que la adhesión de cualquier miembro (...) al marxismo-leninismo es incompatible con el sistema interamericano y el alineamiento de tal gobierno con el bloque comunista quebranta la unidad y la solidaridad del hemisferio”.
En consecuencia, resolvió que esa “incompatibilidad excluye al actual gobierno de Cuba de su participación en el sistema interamericano”. Algunos gobiernos latinoamricanos ya habían roto sus relaciones con La Habana y todos los demás del área las rompieron luego, con excepción de México.
Mientras, Fidel Castro calificó hoy de “digno” y “gesto que impresiona” la petición que hizo a Barack Obama la sobrina del presidente John F. Kennedy, para que autorice los viajes de estadunidenses a Cuba, informó Afp.
“Digno artículo de Kathleen Kennedy”, dijo Castro en un comentario de prensa, al referirse al escrito en que la hija del ex procurador general Robert Kennedy expresó el deseo de que su gobierno adopte la postura de su padre y permita a los estadunidenses viajar libremente a la isla.
Según documentos desclasificados esta semana y citados por Castro en su columna, Robert Kennedy intentó convencer en diciembre de 1973 a Washington de que levantara esa prohibición.
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