LA HABANA.- La industria y los dirigentes cubanos se alistan para recibir cantidades de turistas sin precedentes en medio siglo, los cuales llegarían en vuelos directos de Estados Unidos.
Sus previsiones no son fantasías caribeñas: tras la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama, Washington anunció el fin del veto que impide viajar todos los años a la Isla a millón y medio de cubanoestadounidenses que residen en ese país, y en el Capitolio están en discusión leyes que podrían eliminar pronto la prohibición de que cualquier estadounidense viaje a Cuba.
En tanto, una reciente encuesta de la firma Zogby señaló que al menos 44 por ciento de los estadounidenses iría a Cuba de vacaciones si el Gobierno se lo permite.
La Oficina Nacional de Estadísticas informó que, en los dos primeros meses de este año, llegaron a Cuba 531 mil 71 visitantes, 5.2 por ciento más que en el mismo periodo de 2008. La llegada de los estadounidenses puede ser un maná que convertiría el turismo en el motor principal de la economía cubana, por encima del níquel, las medicinas y los servicios médicos, opinan directivos locales del sector.
A corto y medio plazos, los viajeros de Estados Unidos podrían duplicar los 2 millones 350 mil turistas que recibió en total la Isla en 2008, y que le dejaron ingresos brutos por 2 mil 538 millones de cucs (unos 2 mil 740 millones de dólares), lo que supuso 13 por ciento más que el año anterior, según estadísticas oficiales.
Algunos analistas extranjeros se muestran escépticos ante las dificultades financieras que lastran el Gobierno de Raúl Castro y el desapego social hacia la ortodoxia política socialista. Estos dos factores, dicen, impedirán a la estatizada economía asumir sin fuerte desestabilización social la llegada de millones de turistas.
Pero expertos locales aseguraron a REFORMA que todas las variantes están siendo estudiadas desde hace tiempo. De hecho, desde febrero se está ampliando la terminal habanera donde aterrizan los vuelos de Miami, y las inversiones para hoteles, spas y campos de golf siguen a buen ritmo pese a la crisis, aseguran fuentes de la industria turística local.
"Son varias las empresas de diferentes países que trabajan en estos proyectos. Es una política de crecimiento que tenemos claramente planteada", dijo hace poco la viceministra de Turismo, María Elena López, quien subrayó que el potencial estadounidense "es uno más".
Cuba cuenta hoy con casi 50 mil plazas hoteleras cuyo promedio de ocupación no supera 60 por ciento anual. Y, aunque el Gobierno no ignora el desafío que supone preparar a la población económica y políticamente para que no se deje encandilar con la idea de una avalancha "de gringos con abultadas billeteras", para los analistas locales, la influencia del turismo foráneo en la sociedad isleña no es una novedad, sino una experiencia que comenzó hace 15 años.
Hoy los cubanos interactúan de mil formas con los extranjeros que visitan el país, saltándose las restricciones que pretendieron imponer en su momento las autoridades.
Sus previsiones no son fantasías caribeñas: tras la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama, Washington anunció el fin del veto que impide viajar todos los años a la Isla a millón y medio de cubanoestadounidenses que residen en ese país, y en el Capitolio están en discusión leyes que podrían eliminar pronto la prohibición de que cualquier estadounidense viaje a Cuba.
En tanto, una reciente encuesta de la firma Zogby señaló que al menos 44 por ciento de los estadounidenses iría a Cuba de vacaciones si el Gobierno se lo permite.
La Oficina Nacional de Estadísticas informó que, en los dos primeros meses de este año, llegaron a Cuba 531 mil 71 visitantes, 5.2 por ciento más que en el mismo periodo de 2008. La llegada de los estadounidenses puede ser un maná que convertiría el turismo en el motor principal de la economía cubana, por encima del níquel, las medicinas y los servicios médicos, opinan directivos locales del sector.
A corto y medio plazos, los viajeros de Estados Unidos podrían duplicar los 2 millones 350 mil turistas que recibió en total la Isla en 2008, y que le dejaron ingresos brutos por 2 mil 538 millones de cucs (unos 2 mil 740 millones de dólares), lo que supuso 13 por ciento más que el año anterior, según estadísticas oficiales.
Algunos analistas extranjeros se muestran escépticos ante las dificultades financieras que lastran el Gobierno de Raúl Castro y el desapego social hacia la ortodoxia política socialista. Estos dos factores, dicen, impedirán a la estatizada economía asumir sin fuerte desestabilización social la llegada de millones de turistas.
Pero expertos locales aseguraron a REFORMA que todas las variantes están siendo estudiadas desde hace tiempo. De hecho, desde febrero se está ampliando la terminal habanera donde aterrizan los vuelos de Miami, y las inversiones para hoteles, spas y campos de golf siguen a buen ritmo pese a la crisis, aseguran fuentes de la industria turística local.
"Son varias las empresas de diferentes países que trabajan en estos proyectos. Es una política de crecimiento que tenemos claramente planteada", dijo hace poco la viceministra de Turismo, María Elena López, quien subrayó que el potencial estadounidense "es uno más".
Cuba cuenta hoy con casi 50 mil plazas hoteleras cuyo promedio de ocupación no supera 60 por ciento anual. Y, aunque el Gobierno no ignora el desafío que supone preparar a la población económica y políticamente para que no se deje encandilar con la idea de una avalancha "de gringos con abultadas billeteras", para los analistas locales, la influencia del turismo foráneo en la sociedad isleña no es una novedad, sino una experiencia que comenzó hace 15 años.
Hoy los cubanos interactúan de mil formas con los extranjeros que visitan el país, saltándose las restricciones que pretendieron imponer en su momento las autoridades.
Yolanda Martínez corresponsal, Reforma, 10 de abril.
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