¿A qué viene Obama a México?

Unos días después otra línea de acuerdos logísticos para enfrentar al narco mexicano quedó definida desde EU, cuando el vicepresidente Joe Biden ordenó al nuevo zar antidrogas de la Casa Blanca, Gil Kerlikowske, retomar el ejemplo del Plan Medellín. Se trata del Programa de Resocialización de Narcotraficantes, iniciado en 1996, mediante el cual las autoridades norteamericanas negociaron secretamente con traficantes de Colombia con el fin de que éstos se entregaran y dieran información valiosa a cambio de preservar su patrimonio y conseguir una residencia en EU para ellos y sus familias.

Hillary Clinton dejó sembrada una extraña oficina de Implementación Bilateral, que de manera insólita ella anunció y no la canciller Espinosa, como debía ser. Se trata del cumplimiento de un viejo anhelo estadounidense: la participación de agentes norteamericanos armados y encubiertos en nuestro país, esta vez validados por la creación de un área de inteligencia antinarco bilateral.

Previamente, se ha abierto la posibilidad para que Carlos Pascual, un experto en manejo de crisis y en países con problemas de gobernabilidad, se convierta en el nuevo embajador de Estados Unidos en nuestro país.

My house is your house de Saúl Zariñán Y hay más. En su visita a nuestro país este 4 de abril, la secretaria del Interior estadounidense, Janet Napolitano, acordó con las autoridades mexicanas establecer un Grupo de Alto Nivel sobre Migración, para atender el fenómeno migratorio de manera más eficaz. Con este acuerdo, México pasó de exigir la “enchilada completa”, a colaborar en la creación de un filtro eficaz para evitar que los migrantes engrosen las filas del narco en aquél país en el marco de la crisis económica global.

Por su parte, el procurador general Erick Holder anunció que México y Estados Unidos analizan la posibilidad de modificar sus leyes de extradición para asegurar que los criminales obtengan el mayor castigo posible. El conjunto de medidas que EU propone, representan el blindaje que pretende construir desde nuestro país para evitar que el narco mexicano lo alcance.

Del lado de su frontera, la administración de Barack Obama ha desarrollado un sistema de cuatro fases para calibrar la respuesta federal a diferentes niveles de violencia en la zona fronteriza, cuya fase máxima incluye el despliegue de fuerzas militares a la zona (despliegue que por lo pronto se ha circunscrito a multiplicar los agentes investigadores en cada estado fronterizo), según reveló un alto funcionario del Departamento de Seguridad Interna.

En conclusión, los militares de ambos países han desplazado a los diplomáticos y hoy negocian de común acuerdo. De nuevo la pregunta: ¿qué están negociando?



Creció la amenaza



Descuidada en los últimos 10 años, la amenaza del narcotráfico en México y los EUA se ha agudizado de manera alarmante. Los gobernadores de los estados fronterizos de Texas y Arizona, Rick Perry y Jan Brewer, respectivamente, han pedido refuerzos de la Guardia Nacional para frenar la violencia ligada al narco mexicano, la cual, señalan, está generando una ola de ilícitos, incluidos secuestros, balaceras, ejecuciones e invasiones de hogares en esos estados que tienen un peso político y económico importante.

Desde hace un tiempo, diversos informes, noticias y comunicados oficiales dan cuenta del peligro que representan para EU las bandas de narcotraficantes mexicanos. El tema es central, y motivo de atención masiva en buena parte de los diversos noticiarios que a diario se transmiten en la unión americana. Un ejemplo: el pasado 22 de febrero el programa 60 Minutos presentó el reportaje titulado La guerra en la puerta de al lado, alcanzando un rating de 25 millones de televidentes.

De ahí que apenas un mes y una semana después de iniciado su mandato, los nuevos funcionarios de la administración de Barack Obama, encargados de las áreas de seguridad, se vieron obligados a manejar el tema de la ingobernabilidad mexicana frente al narco –y el peligro que por ello corre su país– al presentar sus informes ante el Congreso estadounidense.

Muy pronto Obama hizo suyos estos informes y sus definiciones, logrando cubrirse políticamente de las presiones de los legisladores de su país, pero abriéndose de manera inevitable un frente de conflicto con el gobierno mexicano, quien airadamente reclamó y caracterizó dichos informes como parte de una campaña orquestada ex profeso para golpear a su administración.



Sana, sana, colita de rana



El envío a nuestro país de la secretaria de Estado Hillary Clinton tuvo el propósito de calmar los ánimos.

El presidente Felipe Calderón correspondió al gesto enviando a su secretario de Gobernación Fernando Gómez Mont. En corto, estos funcionarios siguieron tejiendo la red de acuerdos que se darán a conocer durante el segundo encuentro entre Obama y Calderón.

La propuesta de Hillary para encubrir el sentido último de su visita fue el de reconocer, esta vez con más vehemencia que las anteriores, la corresponsabilidad de EUA en el narcotráfico por su enorme consumo de drogas (35 millones de adictos), así como por descuidar el tráfico de armas de ese país hacia el nuestro. Nada que no dijera en su momento el esposo de Hillary.



La trampa electoral



Parece que ante tal despliegue de fuerza e intenciones norteamericanas, el gobierno mexicano sólo ha sido capaz de responder, aunque en forma expedita hay que reconocerlo, capturando a piezas importantes, pero no claves, de los grupos de narcos que se disputan el territorio nacional. Del lado mexicano, estas capturas han querido ser una suerte de ofrenda para calmar la presión estadounidense sobre la violencia del narco en el país.

Para el presidente Felipe Calderón se tornaba desgastante la serie de cuestionamientos foráneos a su estrategia anticrimen, la cual ha querido convertir en el eje de la campaña electoral con la que intenta apuntalar a su partido.

Para lograr este propósito ha dado su aceptación a los mecanismos que las áreas de seguridad de ambas naciones han venido construyendo. En este rubro, el presidente Calderón no ha hecho más que responder de la misma manera como lo hace en el tema de la crisis económica mexicana: no importa el costo social si se puede usar electoralmente.

En EU, los golpes antinarco mexicanos han sido bien recibidos, pues se entienden como el fruto de la cooperación lograda en el último mes, gracias a la intensa presión desatada de aquel lado. Sin embargo, la pregunta subsiste: ¿a qué viene Obama a México?

Arturo Ramírez Montes, Crónica, 13 de abril.

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