Un hombre de izquierda, al mando de Bogotá


BUENOS AIRES.— Al nuevo alcalde de Bogotá es imposible creerle cuando dice que no aspirará a la presidencia. Gustavo Petro, economista de 52 años y ex guerrillero del M-19, respira política.
Cuando dijo, con el triunfo aún fresco, que no buscaría el máximo cargo lo hizo para despejar cualquier presión sobre la difícil tarea que tendrá ahora por delante. Devolverle a la alcaldía mayor de Bogotá, la gobernabilidad perdida y demostrar que la centroizquierda puede volver a ser una alternativa por la vía democrática.
Petro, nacido bajo el signo de Aries el 19 de abril de 1960 en Ciénaga de Oro, un pequeño poblado del departamento de Córdoba, se radicó de pequeño en la colonial Zipaquirá, a pocos kilómetros de la capital que ahora gobernará. Fue en la Universidad del Externado donde había comenzado con la militancia en el rojas-pinillismo. Más exactamente en su versión política, la ANAPO (Alianza Nacional Popular) para pasar luego a formar parte de su brazo armado, el M-19, en la clandestinidad. “El M” fue entre fines de los 70 y fines de los 80, el artífice de los golpes más espectaculares contra el Estado, por ejemplo la toma de la embajada de República Dominicana (27 de febrero de 1980), cuando fueron secuestrados diplomáticos y la sangrienta toma del Palacio de Justicia (6 de noviembre de 1985).
En 1990, durante la presidencia de César Gaviria, el M-19 g, decidió entregar las armas y sellar la paz con el gobierno una vez que acordaron una nueva Constitución. El acuerdo contemplaba no sólo el abandono de la clandestinidad sino el ingreso de todos los miembros de la guerrilla a la vida pública. Antonio Navarro Wolf, su líder, se integró a un ministerio. El resto fue reubicado en embajadas. Jorge Rojas en París y Gustavo Petro, luego de ser asesor de la gobernación de Cundinamarca, en la embajada de Bruselas.
A su regreso al país, este hijo de una pareja de maestros de origen humilde, casado y padre de seis hijos, trabajó junto a Navarro Wolf en el Senado. Primero fue su ex líder en sus días en el monte quien fue accediendo a diferentes cargos legislativos y a la alcadía de Pasto. Después le tocó el turno al hoy alcalde electo bogotano, en la diputación desde 1998 y luego como senador desde 2006, cuando entre ambos se disputaban a veces el título de “legislador más votado del país”.
En 2002, ambos, junto al constitucionalista Carlos Gaviria y el ex sindicalista comunista, Luis “Lucho” Garzón, le dieron vida al Polo Democrático. Ese año fue con la candidatura de Garzón que supieron conquistar por primera vez Bogotá para la izquierda.
En su etapa de guerrillero, en los años 70, pasó dos años en prisión, y al recuperar la libertad se convirtió en el estrecho colaborador del entonces líder Carlos Pizarro, en la mesa de negociaciones con el gobierno tanto en Honduras como en Guatemala, que derivó luego en el acuerdo con la administración Gaviria. Como legislador cobró rápidamente notoriedad por su habilidad para tejer acuerdos y para denunciar ilícitos. Una habilidad que supo combinar con su sagacidad para ir rompiendo líneas internas en su feroz enfrentamiento con el ex candidato a la presidencia del Polo, Carlos Gaviria.
Buen orador, carismático, conocedor del manejo de los medios, siempre busco la candidatura presidencial. La que recién logró en los últimos comicios de junio último, donde terminó en tercer lugar. La crisis interna terminó con su militancia en el Polo. Fue en agosto, a pocas semanas de plasmar la renuncia al partido, para crear el nuevo espacio llamado Progresistas.
Con la nueva organización capitalizó la popularidad que le dieron sus recordados debates por la relación de los paramilitares con miembros del gobierno de Uribe, y la denuncia del caso del espionaje del DAS sobre él y otros políticos de la oposición. Su victoria no es una más. Logró conservar el feudo capitalino para el progresismo.
Ahora le llegó el turno de administrar. Más allá de su inexperiencia en tareas ejecutivas, Petro ya se reivindicó en las urnas de la derrota en las presidenciales. Ahora buscará con su gobierno convencer a todos los colombianos de que lo que dijo en la noche del domingo no es verdad y que puede y quiere convertirse en el primer presidente colombiano proveniente de la izquierda.
José Vales, El Universal, 16 de diciembre.

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