Ante las prohibiciones del IFE, estrategas políticos usan Internet para la guerra sucia


Con sonrisa pícara, Carlos Mandujano, dueño de Cuarto de Guerra y asesor de campañas en México y el extranjero, muestra el promocional que hizo hace cuatro años para la elección presidencial de Ecuador. Cuidado. Álvaro Noboa es peligroso, afirma una voz tenebrosa fuera de cuadro, y luego aparece una calavera negra.
La polémica frase López Obrador, un peligro para México no fue exportada sólo por el publicista español Antonio Sola a sus campañas en El Salvador o Guatemala, sino que se convirtió en referente de sus colegas.
¿Sola hizo escuela?, se le pregunta a Mandujano.
Estaba de moda el adjetivo, contesta sin dejar de sonreír, y comenta: “me critican mucho por otro espot que dicen fue durísimo y deguerra sucia, pero yo no mentí. Te lo voy a enseñar”.
Y deja correr otro video que a ritmo de salsa exhibe a Noboa como un empresario avaricioso. La estrategia funcionó, porque fue derrotado por el actual presidente Rafael Correa.
–¡Qué rudo! –se le insiste.
–¿Cuál rudo? –revira, y argumenta que los electores tienen derecho a saber quiénes son los candidatos. Por eso no oculta su desencanto con la reforma política mexicana de 2007, que limita la difusión de campañas negativas en las televisoras a raíz de la experiencia de 2006.
Pero cuando manipula el ratón de la computadora en busca de otro anuncio crítico, añade: pero sí se pueden hacer en Internet.
Como Mandujano, varios estrategas políticos se quejan de las reglas impuestas por el Instituto Federal Electoral (IFE), que a partir de estos comicios revisará los anuncios antes de su difusión, y argumentan que por eso Facebook, YouTube y Twitter son desde hace tiempo el vehículo para difundir críticas contra los políticos.
osé Adolfo Ibinarriaga, socio del Instituto de Artes y Oficios para la Comunicación Estratégica, está en favor de brindar información a los electores y de que el IFE defina criterios para campañas de contraste.
Pone de ejemplo la relección de Bill Clinton, donde los votantes demostraron que era más importante la economía que el caso Lewinsky. Los electores no son tontos, disciernen qué información es relevante.
El problema, dice, es que en 2006 funcionó la frase contra López Obrador porque el candidato la compró y la hizo creíble con algunas actitudes.
Con el antecedente delmichoacanazo, pronostica que el tema de la seguridad y la participación del aparato judicial tendrán un peso relevante que, sin necesidad de anuncios, puede ensuciar el clima electoral.
Para Ana Vásquez Colmenares, de la consultora Sostén, estas campañas negativas son lo peor del sistema estadunidense y está comprobado que tienen efectos negativos en el electorado: desmovilizan y promueven la abstención.
Desde 1965 se estudió el efecto de la negatividad y se descubrió que las personas retienen más una noticia negativa, porque para sobrevivir el ser humano necesita saber qué no debe hacer.
Y aunque el IFE retire la publicidad, el daño está hecho.
Claudia Herrera Beltrán, La Jornada, 3 de abril.

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