presos políticosporque sus familias “participan mucho en la otra campaña”.
y un comandante(como lo identificaban por el radio).
Me taparon con una playera, me esposaron y subieron a la góndola de su patrulla, boca abajo y las manos atrás. Me preguntaban si yo era el que asaltaba siempre, me golpearon las costilla; amenazaron con tirarme un balazo en la cabeza y envolverme en una colchoneta para echarme en un basurero.
los judiciales, quienes le descubrieron la cara
y de inmediato me dieron una cachetada, como para no identificar a la persona, porque se me oscureció la vista, y me vendaron los ojos bien fuerte. Conserva una cicatriz de cinco centímetros en el tabique nasal.
Me colocaron una bolsa en la cabeza para asfixiarme y me desmayé.Insistían en que
confesara. Cuando me recuperé me volvieron a poner la bolsa. Posteriormente me metieron en un tambo lleno de agua, me sacaron y tiraron en el piso, golpeándome detrás de la cabeza; no sé si para recuperarme o no morirme.
del castigo no había pasado ni la cuarta parte, que todavía faltaba. Después
me colocaron un trapo tapándome la nariz y la boca, sosteniéndolo por atrás dejaban caer agua en el trapo para que cuando respirara entrara el agua en mi nariz y boca, en caso de que quisiera hablar me decían que moviera la cabeza para decir que soy el que asalta. Dije que no; me volvieron a aplicar el castigo. Sentía la muerte. Di señal de que quería hablar mientras me golpeaban la cabeza, y logré negar todavía. La tercera ya no aguanté.
cómplices, Antonio mencionó a Santiago y Pascual Gómez Moreno, de Xanil.
Se sabe en mi pueblo que sí se dedican al asalto.Los policías anunciaron un cateo en casa de Santiago.
Me llevaron a Ocosingoy de ahí a Xanil.
No lo encontraron, le habían dado el pitazo.
Me empezaron a golpear el estómago, los oídos y a patadas mis nalgas.Encadenado de pies y manos, lo vendaron nuevamente y escuchó a los agentes arrastrar un tronco a media carretera.
En ese momento no me di cuenta por la venda en los ojos, pero cuando vi el expediente vi la foto de una camioneta RAM blanca con las puertas abiertas, a la que cubrieron su número con cinta canela, haciendo parecer como que fue asaltada; en la foto no aparezco. Le sembraron una pistola, dos machetes y un pasamontañas.
no me pidieron declaración, sólo me amenazaban que si no firmaba me golpearía, y por temor firmé los papeles.
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