Los zapatos azules

Fue un buen día para Josefina Vázquez Mota. Como no ha habido muchos en su campaña por la presidencia. Quizá por ello, para recargar pilas, su equipo puso a Guanajuato en la agenda, estado joya de la corona panista. La casa grande.

La actividad empieza a modo: antes de partir del DF, en el Consejo Nacional de Egresados del Politécnico, de cuya vocacional es egresada y por lo que le dieron la medalla Juan de Dios Bátiz. El presidente del consejo y el líder de los trabajadores del IPN aprovechan la oportunidad y le enumeran un rosario de anomalías, todas en torno al supuesto desvío del espíritu original de la institución.

Josefina, quien recuerda que contrario a la orden de su padre de meterla en una escuela de señoritas se inscribió en la vocacional, promete empujar la descentralización de la institución.

Ahí, con la chaqueta del Poli, aprovecha para decir que de llegar a la presidencia la educación media superior en el país tendrá una cobertura total en el 2018, en tanto la superior llegará al 50.

"Palabra de mujer", expresa la candidata con el tono sentimental y engolado.

Vuelo a León, Guanajuato. Comida en hotel con empresarios. Escucha retos y logros de productividad y les dice que lo más difícil no es fundar una empresa sino cuando muere el fundador. Más de uno ha de saberlo.

Ahí se lanza a la carga contra sus adversarios, contra los que se creen dueños del PAN y contra las autoridades locales cómplices del crimen. Además, lanza la advertencia: no a la legalización de las drogas; está dispuesta a escuchar, dice, pero primero la depuración policiaca. Para ella, más claro ni el agua.

Pide no volver al viejo autoritarismo y se pone literaria: "Como aquel cuento del dinosaurio", cita la joya de Monterroso, "que decía: cuando me desperté aquí seguía o seguía aquí". Bueno, la idea era esa.

Josefina dice que ella estuvo como su público, del lado ciudadano. Que fue gente como Maquío la que le enseñó a salir a las calles y crear cambios.

Como presagio, así lo toman algunos, habla de derrotas.

"Maquío decía 'tal vez no gane la presidencia de México, pero voy a hacer un agujero de mi tamaño para que por ahí cruce la democracia', y ahora que estuve en Yucatán, donde a él no le dieron oportunidad de expresarse, los medios de comunicación que lo ignoraron a mí sí me entrevistaron. Valió la pena su entrega".

Y evoca la última vez que vio a Germán Dehesa.

"El día que nos despedimos -cada día lo extraño más, desde que ya no está nadie le ha dicho a Montiel si durmió bien, no estaría mal que alguien lo vuelva a hacer, porque últimamente he visto que se ha vuelto a tomar fotografías con una gran tranquilidad-, me dijo lo siguiente: 'aunque no me quiero ir, mi cuerpo ya no responde más...

"'Me voy, Josefina. A'i te encargo México'", recuerda.

Comienza entonces a asumir su papel de Jefa, ése que le gusta tanto que le celebren. Ya en el Arco de la Calzada de los Héroes encabeza una caravana junto al candidato del PAN a la Gubernatura, Miguel Márquez, un risueño güero de dientes grandes cuyo símbolo de campaña es la señal de todo perfecto que nace de unir el dedo índice con el pulgar.

Los acompaña en el amontonadero Gustavo Madero, presidente del PAN, quien ve con preocupación cómo la gente se amontona en torno a la Jefa. Ella, en cambio, con una sonrisa amplia, empuja sillas de ruedas y abraza niños. Está en su cancha, se insiste, en medio de porras como "¡Ni copete ni gaviota, Josefina Vázquez Mota!".

El mitin es un regreso a las raíces. Carlos Medina Plascencia, en su retorno a las tarimas azules, la ensalza y advierte que el autoritarismo no volverá. Márquez habla ante "una plaza llena con corazón contento", y aunque los voceros del PAN hablan de decenas de miles, los ojos no alcanzaban a registrar ni 5 mil asistentes.

El panismo aquí, hablando en cifras, ya no es lo que era.

Vuelven los recuerdos del Maquío y de los mártires de 1946 que lucharon por la democracia en León, suceso que le dio nombre a la plaza principal. Las imágenes de los iconos del panismo aparecen en pantallas gigantes. La gente aplaude con pasión.

La frase de Juan Manuel López Sanabria le da la vuelta a la plaza: "donde termina el miedo, empieza la libertad". Tambores de guerra. En ese contexto toma el micrófono Josefina, quien lleva puestos unos zapatos hechos en León, obsequiados por Márquez, el simpático güero dientón, que dizque para recorrer el país.

Josefina le devuelve la cortesía con uno de sus chalecos con sus siglas. Con hojita en mano, no le vaya a fallar, enumera figuras guanajuatenses: Diego Rivera, Efraín Huerta, Jorge Negrete, José Alfredo Jiménez, José Chávez Morado. Y vuelve a lo de los zapatos y dice que con ellos caminará México y promete acabar con la pobreza extrema en el estado.

Termina el mitin. Todos hacen la "marqueseñal". Por lo menos en el bastión panista, las cosas pintan bien, aunque la verdad hubo más gente y pasión en el partido que empató el León y que lo llevó a la semifinal de la Primera A. Cuidado con esos leones.


Daniel de la Fuente, Reforma, 15 de abril.

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