En entrevista indicó que la CNDH “no puede ser enemiga del gobierno. Su función es ser mediadora, porque para cuidar las garantías individuales y vigilarlas esta el Poder Judicial, no debe tratar de competir con ellos”, como lo hizo José Luis Soberanes. Eso “me pareció una insensatez”.
Consideró que el actual ombudsman nacional “es un jurista pulcro, claro e inteligente, pero nunca entendió en que consiste la CNDH, trató de rivalizar con el Poder Judicial. Además, emitió recomendaciones a diestra y siniestra rompiendo los vínculos de intermediación con el gobierno federal. No entendió que su labor era preventiva y que se esperaba de él una gran imaginación”.
Gerardo Laveaga presentó al Senado el proyecto Reingeniería de la CNDH, en el que establece 20 compromisos, entre los que se destacan: fungir como mediador, revisar el marco constitucional legal para ayudar a que se abata el rezago en los tribunales, porque la gente no quiere un procedimiento de 10 años, sino que se les repare el daño”.
El gobierno es el principal interesado en que no se violen los derechos humanos, porque de esta forma adquiere legitimidad ante la comunidad internacional, por eso consideró de vital importancia tener un diálogo permanente con el Ejecutivo.
El problema durante estos años es que la Comisión Nacional de Derechos Humanos parece que esperaba que se violaran los derechos humanos para actuar. Por ejemplo, “denunciaba los secuestros de los migrantes, en lugar de realizar una campaña en las poblaciones de donde emigran los mexicanos para informarles que los polleros no son sus amigos, los enganchan, los engañan y los secuestran”.
Para el actual director del INACIPE, el reto principal en México en materia de derechos humanos es crear una cultura al respecto, para que la gente los conozca y tenga las herramientas jurídicas necesarias para defenderse.
En el tema del fuero militar, el cual ha sido condenado por organismos internacionales y se le ha recomendado al gobierno mexicano eliminarlo, indicó que este se estipula en la Constitución y cualquier cambio lo tendrá que hacer el legislativo.
En el programa que presentó señala que la CNDH tiene que volver a sus orígenes, hacer que funcione como la mejor mediadora entre la sociedad civil, los tres poderes de la Unión y los tres niveles de gobierno.
La CNDH no puede asumir las tareas de activismo social que corresponden a las ONG, pero sí impulsarlas, orientarlas y ayudarlas a realizar sus objetivos dentro de las vías institucionales.
Porque un presidente de la CNDH no puede ser un activista. Pero si tiene que “armar” a los activistas en términos jurídicos. Proteger sus derechos y colocarles un megáfono para que sus inquietudes sean escuchadas, puntualizó.
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